Torremolinos recobra la modernidad. Este pequeño pueblo de la Costa del Sol que se consolidó en los años 60 como uno de los referentes turísticos más importantes de nuestro país, un pequeño paraíso de libertad y diversión en pleno franquismo donde se desarrollarían las arquitecturas (no solo hoteleras) más modernas y punteras de España, se convierte en el escenario de las becas EmerGenT, un proyecto que celebra su primera edición bajo la dirección del artista Fernando Bayona. Como si se tratara de una resonancia o un eco histórico, la modernidad retorna a esta localidad, esta vez de la mano de 11 jóvenes artistas. Profesionales del arte contemporáneo como Javier Díaz Guardiola, Juan Francisco Rueda o Alicia Ventura constituyeron un jurado experto que examinó detenidamente más de un centenar de proyectos de gran calidad para decantarse finalmente por 11 nombres: Ana Barriga, Guillermo Martín Bermejo, Eduard Comelles, Rafael Jiménez, Yann Leto, Nacho Martín Silva, José Medina Galeote, Moreno y Grau, Jonathan Notario y Antonio R. Montesinos, los cuales han convivido durante 31 días en el albergue local y desarrollado 10 proyectos que, inevitablemente, dialogan con la historia y el carácter del municipio. Ésta es, sin duda, una apuesta firme por parte del Ayuntamiento de Torremolinos, que ha invertido una cuantía económica importarte (en torno a 42.000 euros financiados entre el Ayuntamiento y otras empresas privadas) en el programa de becas con el objetivo de vertebrar un nuevo modelo cultural a través del arte contemporáneo y su interacción con oriundos y foráneos.
Casi medio siglo de estudios y reflexiones ha hecho falta para adquirir cierta perspectiva histórica y hablar del importante papel que desempeñó Torremolinos en la construcción de la modernidad, no ya de Andalucía, sino de España, y sin duda, estos 11 creadores vienen a participar de esa “puesta en valor”. A lo largo de la década de los años 50, este humilde pueblo de pescadores comenzó a experimentar lo que popularmente se ha denominado como «boom turístico», una oleada de visitantes, procedentes principalmente de Reino Unido, que venían a disfrutar de las tres «S» (Sun, Sea y Sex) en un paraje litoral bellísimo. El Sol y el Mar fueron los principales atractivos paisajísticos que atrajeron a estos turistas y a sus divisas, mientras que el Sexo fue la contrapartida que apesadumbró al régimen franquista, y es que los nuevos viajeros del Norte traían consigo una libertad moral desconocida, ansiada por muchos españoles y tolerada únicamente a quienes venían a «dejarse los cuartos». No debe extrañarnos, por tanto, que en el año 1962 naciera en Torremolinos el primer pub gay de España, el Tony´s Bar, el cual ha reproducido, o mejor dicho «reinterpretado» a pequeña escala Yann Leto: una caseta de madera pintada en rosa con hits musicales de la época y una decoración que raya el kitsch entre la que podemos encontrar algunas pinturas del artista que hacen referencia a la «gloriosa» historia de Torremolinos, por ejemplo, la controvertida visita de Frank Sinatra. También la artista mallorquina María José Ribas se ha inspirado en ese espíritu erótico-festivo que acaparó las pantallas cinematográficas en la España predemocrática: el destape. Su proyecto, Torremolinos Match!, que en un principio iba a consistir en la captación de actores y actrices a través de la aplicación geosocial Tinder, con el fin de reproducir algunas escenas de películas grabadas en Torremolinos introduciendo códigos y medios propios de las relaciones eróticas modernas, se ha visto truncado por la violencia verbal que algunos usuarios han empleado con la propia artista. Las conversaciones que ésta ha mantenido con algunos de ellos se convierten finalmente en piezas únicas que ponen de manifiesto la agresividad erótica común en estas redes sociales, que mucho dista de aquellas comedias semipicaronas de principios de los 70.
El «espíritu tecnócrata», es decir, el deseo de crecimiento económico tras el durísimo período de posguerra, propició, además de la relajación de ciertas costumbres y maneras, un cambio en la fisonomía de la localidad: hoteles, salas de fiestas, discotecas y bares comenzaron a plagar la línea de costa. Una gran «necesidad arquitectónica» que trajo consigo numerosos atropellos pero también excelentes obras que constituyeron una tipología arquitectónica: el estilo del relax. El artista malagueño Antonio R. Montesinos ha querido traer a EmerGenT Arqueologías del Ocio, una reflexión sobre el valor de esta arquitectura, extrayendo pequeños motivos característicos de los edificios más famosos de Torremolinos (el Bazar Aladino, el hotel Pez Espada o el Tres Carabelas) y convirtiéndolos en pequeñas esculturas que son un testigo para el futuro. En una línea de reflexión paralela aunque más irónica se encuentra El Hotel del Fin del Mundo de Jonathan Notario, un cortometraje que centra su argumento en torno a un hotel futurista que controla mentalmente a todos los veraneantes relajándolos extremadamente. Acompaña al cortometraje un gran cartel cinematográfico pintado a mano que disuelve, más si cabe, la delgada línea entre ficción y realidad. Notario no pierde de vista el carácter lúdico de la invención: se apropia de los estereotipos locales y los entrelaza en un guión extravagante.
La consecuencia de dicha «oleada arquitectónica» fue que el paisaje litoral cambió por completo. La orografía de costa fue socavada y las amplias orillas se redujeron en favor del sector hotelero. Por ello el proyecto de José Medina Galeote, Lienzo en blanco para Torremolinos, resulta tan poético: un enorme mural situado en la cubierta de un edificio en el que el artista recrea su personal lenguaje de trazos, en este caso azules, que recuerdan a las ondulaciones del mar. Tristemente, razones ajenas a la organización han impedido que este bonito proyecto se lleve a cabo, pero la idea de devolver al mar lo que era suyo es más que acertada. En torno al paisaje también indagan Moreno y Grau, dos artistas que se han inspirado en un antiguo vivero abandonado cuyas plantas han invadido el propio paisaje natural de Torremolinos. Este espacio se convierte en un lugar cuasi mítico donde se producen ritos de paso: la luz menguante de un eclipse, el cambio de la niñez a la etapa adulta,… No abandonan estas artistas la fotografía, el medio en el que han venido creciendo hasta el momento y que cada vez dominan mejor.
La identidad social, humana y cultural de Torremolinos ha sido otro de los grandes temas que ha protagonizado gran parte de los trabajos de los becarios. La pintora sevillana Ana Barriga se ha sumergido por completo en el rastro del pueblo para comprar objetos de los que la gente se quiere deshacer. Según Barriga, esos desperdicios constituyen la identidad histórica de la localidad, y por tanto sirven de modelos para sus composiciones pictóricas. Quizá lo más interesante de su proyecto, Paraísos perdidos, sea el modo en el que la artista aprovecha ese «drenaje» de cosas inservibles. Ana comparte taller con Nacho Martín Silva, artista que compone sus obras a base de trozos de fotografías, fragmentos de pinturas,… que reutiliza una y otra vez el material hasta agotarlo. Sus obras no pierden nunca la referencia figurativa de un espacio interior de carácter palaciego. En Piece of trash, Martín Silva reflexiona sobre los niveles de representación a través de la reutilización de diversos estratos de imagen. Más cercano a la iconografía local, encontramos el trabajo del cordobés Rafa Jiménez, quien haciendo uso de un material tan peculiar como es la plastilina, dibuja a modo pictórico la imagen de un San Rafael. Este material plástico le permite generar deformaciones que ocultan la identidad del representado, haciéndonos meditar sobre la escasa tradición religiosa de Torremolinos y sobre esa identidad híbrida que se viene constituyendo desde los años 60. Pero en esta ocasión no será él quien deforme la pieza (como acostumbra a hacer), sino los vecinos de la localidad, destruyendo el icono religioso. Mucho más cercano a la cultura artesanal se encuentra el proyecto de Eduard Comelles, Gone but not forgotten, en el cual el artista ha grabado el sonido de unos cuencos cerámicos típicos de la Costa del Sol para posteriormente generar una composición musical en la que también intervienen automatismos luminosos. El sonido que emite cada cuenco forma parte de una pieza musical colectiva, mayor, plural, y acaba traduciéndose en luz.
No podía faltar en esta primera edición, un espacio dedicado a los protagonistas de la misma: los artistas. Ha sido Guillermo Martín Bermejo en su proyecto Persona. Una cartografía humana de Torremolinos quien se ha encargado de retratar a cada uno de los individuos con los que ha convivido durante su estancia en el pueblo. Una especie de diario de a bordo dibujado, cuyos retratos muestran esa visión personal, expresionista y fascinante de Bermejo.
El modelo de beca para artistas como medio de transformación cultural de un pueblo o una ciudad se consolida en Andalucía. EmerGenT es la última en sumarse a una lista ya considerable: los encuentros de arte de Genalguacil, la beca de producción artística FAR, los proyectos artísticos becados por la Universidad de Granada dentro del programa FACBA 2017,… Quizá el panorama artístico en nuestra comunidad esté recobrando cierto latido gracias a la inversión de ayuntamientos y otras instituciones privadas comprometidas con el arte contemporáneo. Solo podemos desear que este tipo de iniciativas maduren y se expandan por el bien del sector artístico y de toda la comunidad.
Imágenes:
1- Tony´s Bar reinterpretado por Yann Leto
2- Antonio R. Montesinos
3- Ana Barriga
4- Rafa Jiménez
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