La artista de la semana en Woman Art House es Lygia Clark (Belo Horizonte, 1920 – Río de Janeiro, 1988), una mujer innovadora que evolucionó desde una creación pictórica basada en el Constructivismo, hacia la realización de acciones en las que el epicentro de la obra artística estribaba en el cuerpo humano, situándolo como sujeto necesario para que un objeto se convirtiese en Arte.
La formación académica de Clark comenzó al trasladarse de su ciudad de origen hasta Río de Janeiro donde, bajo la tutela del artista plástico y naturista Burle Marx y de la escultora Zelia Salgado comienza a estudiar Arquitectura de Jardines. Posteriormente, se traslada a vivir a París donde comenzó a estudiar pintura junto a artistas relevantes como Fernand Léger, Arpad Szenes y Dobrinsky.
Tras esta etapa de aprendizaje, en 1954 regresa a Río de Janeiro. Durante este periodo centra su trabajo artístico en la pintura y se integra en el Grupo Frente (1952-64), liderado por Iván Serpa y del que formaban parte un grupo de artistas brasileños entre los que destacaban Hèlio Oiticica y Lygia Pape. Los miembros del Grupo a pesar de ser creadores con estilos dispares, se unieron bajo los ideales del Arte Concreto.
En el año 1959 una parte del Grupo se separa, y así Oiticia, Pape y Clark fundan el grupo Neo-concreto, movimiento que se aleja del constructivismo brasileño, y que pretende incorporar lo orgánico y lo subjetivo en el Arte.
En la década de los sesenta la obra de Lygia Clark cambia y evoluciona hacia su serie ‘Bichos’. Unas piezas sencillas realizadas con placas de metal que se articulaban mediante bisagras que, como explicaba la artista ‘servían de espina dorsal y permitían la manipulación». Estas piezas, que se presentaron en la VI Bienal de São Paulo (1961), mostraban el incipiente interés que sentía Clark por la participación del público en sus piezas, ya que como ella misma resaltaba «El carácter orgánico de los ‘Bichos’ no está relacionado con la forma, sino con el hecho de erigirse como un organismo vivo y activo con el que el espectador podía establecer una interacción total.»
En este punto, creo que es necesaria la aclaración de que Clark cambió la manera de entender el Arte y la figura del artista. Comenzó a diferenciar a los artistas en tres grupos. Por una parte, los que se centraban en el Arte Popular; Por otra, los que negaban la existencia de un Arte puro pero que no llegaban a expresar lo que era una obra de arte; Por último, los que procuraban provocar la participación del público. Lygia Clark se incluía en este grupo, rechazando la definición de artista como creador y manifestando que la autoría de la obra la sostenía el espectador, puesto que «Lo único que importa es el acto en progreso».
Entre las acciones que realiza durante la década de los sesenta encontramos la propuesta “Caminando” (1963) que consistía en ir paseando por la calle mientras se recorta una cinta de Moebius. Esta proposición hacía que el sujeto activo se encontrase con su propia precariedad y le ayudaba a tomar conciencia de su cuerpo mientras percibía la totalidad del mundo.
En 1967 crea ‘Mascaras sensoriales’, en la que los participantes se ponían una capucha que no les permitía ver, pero sí percibir olores y sonidos mientras abrazaban una bolsa de plástico llena de aire, arena y se daban cuenta de los límites entre sus cuerpos y el espacio exterior. Ese mismo año, realiza la propuesta ‘Respire conmigo’, en la que unía por sus dos extremos un tubo de caucho, transformándolo en un circulo que, al estirarlo, producía un ruido parecido a una respiración sofocante.
En la Bienal de Venecia de 1968 presenta la instalación ‘La casa del cuerpo’, un espacio compartimentado por habitáculos denominados: penetración, ovulación, germinación y expulsión, que era penetrado por los participantes dándoles la sensación de ‘nacer’.
Entre 1970 y 1975, Lygia Clark se traslada a París. Allí, es contratada por la Sorbona para impartir la clase ‘El gesto de la comunicación‘ con gran éxito entre el alumnado. Entre las propuestas realizadas en su clase, destaca ‘Baba Antropofágica’ (1973).
A su vuelta a Brasil, Clark abandona totalmente las experiencias colectivas y se dedica exclusivamente a la terapia psicoanalítica por medio de tratamientos individuales realizados con sus ‘objetos relacionales’. En su casa preparó una sala como si fuera un ‘Consultorio’, este espacio lo llenó con todos sus ‘Objetos relacionales’ creados desde la década de los sesenta: bolsas de plástico que llenaba con agua, aire, arena…, cartón, trapos, medias, conchas, miel…. y con estos elementos realizaba “sesiones” con sus pacientes.
Antes de que la crisis sanitaria cerrara los espacios culturales, se exhibía en el Museo Guggenheim de Bilbao la muestra Lygia Clark. La pintura como campo experimental, 1948-1958, donde se ofrecía un análisis de los años de formación de la artista. (Hasta el 24 de mayo)
Si queréis conocer más sobre el trabajo de Lygia Clark os invito a leer el ensayo de Christine Macel, escrito para el catálogo de la exposición Lygia Clark: The Abandonment Of Art, 1948-1988 del MoMa. (pincha aquí).
Etiquetas: Lygia Clark, WOMAN ART HOUSE Last modified: 19 marzo, 2020