Kathleen Gilje (Brooklyn, Nueva York, 1945) es conservadora restauradora convertida en artista visual. Su práctica artística, conceptual y sensible a cuestiones sociales, políticas e históricas, se podría definir como híbrida entre sus dos facetas.
Conocida por las apropiaciones de los grandes maestros del pasado, más que una apropiación, su trabajo supone una actualización de los iconos visuales de la Historia del Arte. Como restauradora de pintura, Kathleen Gilje ha podido estudiar en profundidad a los grandes artistas. Se ha formado en Roma y en el Museo Capodimonte de Nápoles y ha trabajado para las colecciones del Metropolitan y el Thyssen Bornemisza.
A partir de la década de los 90, empieza a trabajar en su obra artística, en donde aplica sus conocimientos de restauración e historia del arte para proponer nuevas versiones de las obras del pasado que tanto ha estudiado. Su propuesta se materializa en pequeñas intervenciones, a veces tan sutiles que casi no se perciben, en reproducciones de las obras maestras que no son copias sino obras nuevas. Un trabajo implicado con el presente a partir de una mirada crítica al pasado. Linda Nochlin se ha referido a Kathleen Gilje como necesariamente posicionada en el feminismo al prescindir de los conceptos de originalidad y genialidad. Su lectura al arte del pasado nos revela «implicaciones ocultas de las obras mismas, implicaciones que, en su mayor parte, solo una feminista actual conocería».
Leonardo, Rafael, Bronzino, Correggio, Caravaggio, Rembrandt, Ingres, Manet… ningún genio escapa de la apropiación y su consecuente subversión posmoderna, en lo que Gilje llama “restauraciones contemporáneas” y que, en cierto modo, adelantan la cultura del meme. Recrea las pinturas imitando la pincelada y el estilo del maestro. No es una falsificación, sino un proceso de traducción. Introduce pequeños detalles, distanciando las nuevas versiones de los originales mientras pone en crisis los conceptos de genio y obra maestra. Con frecuencia incluye anacronismos, como la incorporación de la obra Soap Bubble Set de Joseph Cornell en el Matrimonio de Giovanni Arnolfini y Jeanne Cenami de Jan van Eyck (1434, National Gallery); las sillas eléctricas de Warhol en el Retrato del cardenal Fernando Niño de Guevara, de El Greco (1597-1600, Metropolitan Museum); o el neón de Bruce Nauman en Hércules y Onfalia de Boucher (1735, Museo Pushkin).
Aunque algunas obras puedan parecer caprichosas, por el carácter irónico y el uso de iconos contemporáneos, no hay nada inocente en su trabajo, en el que incluye un evidente posicionamiento crítico de la actualidad. La heroína, el sida, la violencia doméstica, como también la cuestión racial, el feminismo, el ecologismo, irrumpen en el debate social y mediático desde finales del siglo XX. Cuestiones todas ellas que están muy presentes en sus “restauraciones”. Así, La nueva Madonna Velata (restaurada) de 1995, el supuesto retrato que Rafael realiza de su amante, Margherita Luti, es el pretexto para obligarnos a ver y reconocer la violencia de género, que aún en los 90 es invisible. Kathleen Gilje aprovecha el excesivo uso y consumo de las imágenes, en este caso iconos de la cultura occidental, para abordar cuestiones sociales, políticas e históricas.
Es la nueva versión restaurada de Susana y los viejos de Artemisia Gentileschi, una de sus obras más reproducidas. Kathleen Gilje ha introducido un arrepentimiento que solo puede verse en la radiografía que acompaña la copia. Esta nueva Susana grita y empuña un arma. Si Artemisia Gentileschi en 1610, incide en el dolor de la víctima frente al placer voyeur que suelen representar sus contemporáneos, el arrepentimiento oculto de Gilje, ha convertido a Susana en una vengadora contra el patriarcado.
Kathleen Gilje, muestra aquello que se nos oculta, sin obviar la misoginia y las violencias que subyacen en los imaginarios femeninos construidos en la cultura visual y la Historia del Arte, cuyas imágenes tienen un enorme peso en la construcción de imaginarios que conservamos. Cuestionarlos es una parte esencial de nuestra contemporaneidad. Así lo hace Kathleen Gilje, desde lo conceptual, el reciclaje, la apropiación y el feminismo.
Hilo de Emma Trinidad para #WomanArtHouse publicado en Twitter el 9 de mayo de 2021.
Etiquetas: Feminismo, Historia del Arte, Kathleen Gilje, Pintura, WOMAN ART HOUSE Last modified: 13 septiembre, 2023