Del 19 de Enero al 3 de Marzo de 2012. Galería Valle Ortí, Valencia.
En un escrito referido a su obra reciente, Juan Olivares se vale de una afortunada asociación de ideas que sirve como evocación simbólica y como referencia a su proceso creativo. En el texto en cuestión el artista valenciano crea similitudes metafóricas entre las palabras costura y paseo, retales y recuerdos, pespuntes y pasos, dando claves de lectura al espectador que se acerque a sus collages, hechos ensamblando restos de otras pinturas y trozos de tela pintada, recortados en ságomas y unidos entre sí por las puntadas regulares de una máquina de coser, en una composición que se vuelve relato.
En estas pinturas abstractas, que por definición no representan objetos si no que insinúan sensaciones, Juan Olivares crea los mapas de su recorrido vital, reconstruyendo sus peregrinaciones por el espacio cotidiano donde, con atenta curiosidad por el detalle, captura imágenes y sensaciones que se añaden a su cajón de sastre.
El objeto desapercibido adquiere importancia desde el momento que Olivares se percata de él, asignándole una emoción o una sensación y convirtiéndole en rastro del tiempo vivido. En el momento de la reelaboración en forma de grandes collages, los objetos cotidianos (o los recuerdos fugaces que guardan) se instalan en sus pinturas como prolongaciones de la vida interior del artista y, gracias a la ausencia del límite físico del bastidor, se extienden sobre las paredes como manchas de color.
La forma de los retales de tela, el gesto impreso en las capas pictóricas, el trazo rítmico dejado por la máquina de coser y la ocurrencia de los títulos llevan la misma carga personal del signo caligráfico y se convierten en nexos emocionales entre el artista y el mundo, y a la vez, entre él y el espectador.
