El encargo es un proyecto del artista Raúl Hevia el cual, debido a una enfermedad (hoy ya superada) que le imposibilitó abordar ningún proyecto plástico ni laboral durante más de dos años, decidió contratar a otros artistas para que realizasen un trabajo por él. De esta manera, el artista se convirtió en comisario a través de un encargo profesional y un contrato a seis artistas que partiendo de la misma premisa debían elaborar una obra cada uno siguiendo o interpretando las mismas directrices.
Hevia convocó a artistas de distintas generaciones y procedencias que solamente comparten entre ellos una sensibilidad similar a la suya (es decir, artistas en los que él se reconocía), aunque los seis trabajan desde disciplinas y planteamientos muy diferentes y con objetivos alejados entre ellos. Una vez todos aceptaron participar en el proyecto, el comisario les envío las características que debía cumplir ese encargo, unas características físicas y unas características conceptuales que, cada uno, interpretó de manera diferente y muy libre. Hevia les explicó su situación personal de salud precaria y la gravedad de su dolencia (aunque el nombre de la enfermedad no se menciona expresamente en ninguna parte del proyecto, para no condicionar a nadie y para que ese nombre poderoso no restara protagonismo ni hiciese sombra al trabajo ni a la idea motriz).
El comisario explicó a los artistas que durante esos dos años de vida hospitalaria cabía la posibilidad de morir durante su tratamiento (lento, incierto, atroz), y cada uno de ellos debía proyectar una obra para ser vista antes de morir. Ese era el reto: una imagen final única. Hevia planteó todo el proyecto como un ensayo, en el sentido de investigación y reflexión sobre ese proceso de curación que cobraba aquí sentido por partida doble: el suyo y el del trabajo de los seis artistas, poniendo en relación la propia cura con la curaduría. Un ensayo definitivamente sobre el fracaso, donde se plantean preguntas sobre la transformación, el tiempo, los intervalos de la espera incierta y, sobre todo, la relación que se establece con el propio cuerpo. El encargo es, además, un ensayo sobre el intercambio de ideas, sobre la generosidad de seis creadores y sobre la comunicación como motor de creación. La creación como cura.
Cada artista respondió de una manera muy distinta, cada uno fiel a su propio lenguaje y a sus propias búsquedas plásticas. Así, Barbeito recurrió al humor, usando el dibujo como herramienta de comunicación donde lo personal se hace protagonista en un diálogo privado, mostrando una realidad que responde a códigos del cuerpo como espacio de intercambio. Díaz Grande trabajó con el miedo, cosiendo una instalación donde evidencia lo siniestro y lo visible del problema, dejando entrever, a través de pequeñas historias interconectadas por el hilo de la narración, que lo que se oculta es tan interesante (o tan perturbador) como lo que se muestra.
Nuno Henrique construyó a través de la escultura un caparazón que protege un vacío que es a la vez una casa y un espacio de transición entre la naturaleza y la cultura. Machargo planteó un espacio pictórico de diálogo entre lo personal y muy privado como fuente de energía y trascendencia hacia una noción de felicidad que solo puede ocurrir a través de lo más cercano. Martín Godoy dibujó un intenso autorretrato salvífico sonriendo y brindando con el comisario y, por extensión, con todo el mundo, de tú a tú. Zapata realizó una peregrinación como ofrenda curativa, materializando la idea de unión, que resuelve en un trayecto fotográfico y unas esculturas votivas. No todos los agentes siguieron todas las pautas de trabajo, cada uno abordó el problema desde una interpretación libre o personal pero siempre justificada de la iniciativa. Si algo tienen en común las seis propuestas es su compromiso con la intensidad.
Los artistas que participan en El encargo son: Ricardo Barbeito (Funchal, 1979), Antonio Díaz Grande (Santander, 1968), Nuno Henrique (Funchal, 1982), Diego Machargo (Oviedo, 1990), Fernando Martín Godoy (Zaragoza, 1975) y Manuel Zapata (Sevilla, 1991) y Raúl Hevia (Oviedo, 1965). El proyecto se compone de una exposición de las piezas resultantes que se completa con un libro del mismo título sobre la experiencia y el proceso, una vez que todo ha concluido.
Fechas: Del 31 de octubre al 11 de diciembre de 2024
Lugar: Sala Concepción Arenal del Centro Cultural Los Arenales, Biblioteca Central de Cantabria, Santander