María Lightowler (Buenos Aires, 1979), aterrizó hace unos años en Madrid, trayendo consigo una amplia trayectoria como comisaria y museógrafa en la Argentina. Conocedora de los vericuetos del arte contemporáneo y del mercado del arte, vislumbra unos cambios necesarios en la manera como el circuito del arte se alimenta y sobrevive, y apuesta por el intersticio como el lugar que mejor legitima a la obra y al artista.
Hoy es la comisaria en jefe de la sección JustLatam, de la feria JustMad, cuya primera edición en 2023 fue un éxito. Esta nueva apuesta por dar cabida al arte pensado desde ‘lo latinoamericano’, no resulta extraña teniendo en cuenta que España es un puente de culturas y un nicho de artistas de la región sur.
La apertura que María quiere dar a su gestión no sólo en la feria sino desde su labor en Skiascope, su agencia de representación de artistas, -en su mayoría mujeres-, busca problematizar el llamado ‘arte comercial’, insuflándole ese carácter conceptual y a veces visceral de la producción latinoamericana, además de visibilizar, darle contexto y potenciar a nombres que no hacen parte de circuitos endogámicos.
María es una comisaria fresca que estamos encantados de tener en el radar.
¿Cómo ha sido este aterrizaje en Madrid y concretamente qué panorama del arte te has encontrado?
Construir un panorama lleva tiempo. Al principio, noté un gran contraste, pero con el tiempo descubrí similitudes y coincidencias.
Un aspecto clave de este contraste es la formación artística. En España, y especialmente en Madrid, la educación artística está muy institucionalizada. En cambio, en Sudamérica, y particularmente en Argentina, la educación no formal tiene un papel más relevante en el circuito artístico, debido a la decadencia y falta de actualización de la educación formal. Las Clínicas de Obra, los espacios de análisis y los talleres independientes tienen un gran peso, y, al final, en un currículum artístico, son más valorados que la formación académica tradicional.
Desde mi perspectiva, también observé que en España lo técnico y lo material, así como lo compositivo, tienen más preponderancia que lo conceptual. En contraste, en los países latinoamericanos, la idea suele predominar, especialmente ante la inaccesibilidad de recursos.
Aquí, sin embargo, la situación es casi opuesta. Aunque esto tiene ventajas, como una mayor disponibilidad de recursos y una profesionalización visible, el trabajo periférico en el contexto de un empobrecimiento institucional en Latinoamérica ofrece oportunidades para la experimentación y la innovación. Esta creatividad no está limitada por una currícula universitaria, lo que permite explorar nuevas ideas y enfoques.
Por otro lado, el mercado en España es más amplio y robusto, lo que da cabida a una variedad de expresiones artísticas y genera un circuito en el que múltiples discursos y soportes pueden encontrar compradores. Esto lo menciono siempre desde la perspectiva comparativa con Sudamérica, ya que, en el contexto europeo, la comparación con otros países deja a España en una posición más desfavorecida.
¿Qué es ser una comisaria a día de hoy?
Diría que mi labor curatorial se asemeja a ser una cómplice, o al menos así es como me gusta enfocarla. Hay un aspecto de «cuidadora», en este trabajo: potenciar a la artista, acompañarla en su crecimiento y ayudarla a desarrollar lo valioso que tiene para contar, comunicar y compartir. Lo que más me interesa del ámbito curatorial es el trabajo cercano con las artistas. Sin embargo, también implica generar nuevas teorías y proponer hipótesis de abordaje en respuesta a las problemáticas actuales y a la necesidad de reflexión que exige el momento. Investigar sobre figuras excluidas o mal catalogadas es otro de los roles que considero más necesarios en la actualidad.
María, a partir de tu formación y trayectoria de más de 15 años, planteas repensar la museología fuera del museo, explícanos esto.
Mi propuesta de repensar la museología fuera del museo se basa en la idea de no encerrar los conocimientos. Esto implica aplicar criterios y estándares museológicos—como la conservación preventiva, la manipulación adecuada, la comunicación de contenidos a diversos públicos y una gestión eficiente—en todos los ámbitos que trabajan con obras de arte.
Soy Licenciada en Museología, y en cierto momento de mi carrera, sentí que mi única opción profesional debía ser dentro de un museo. Esta percepción unidireccional me llevó a una gran crisis y desde entonces, he buscado trasladar estos estándares de calidad y operativa profesional a cualquier proyecto, ya sea en el contexto de un museo o fuera de él.
Creo que esta es una manera de actualizar la museología y mejorar el trabajo de todos los actores culturales involucrados en proyectos autogestionados, que, por otro lado, son el motor más importante de la cultura en todos los países, sin importar el continente en el que se encuentren.
Tienes también una consultora, a la que dedicas tu tiempo: Skiascope. Cuéntanos, ¿de qué se trata?
Skiascope es una agencia de representación de artistas visuales que surge de la fusión de varios proyectos en los que he trabajado en el pasado, como galerías de arte, oficinas de gestión cultural y curaduría. Desde Skiascope, me dedico a la gestión, circulación, difusión y comercialización de la producción y carrera de cada artista que forma parte del equipo.
Mi objetivo es tener un grupo reducido de artistas a las que pueda acompañar de manera cercana su desarrollo profesional. He estado trabajando con algunas de ellas durante casi diez años, lo que me ha permitido alcanzar un nivel profundo de conocimiento e intimidad con sus obras. Esta complicidad es fundamental para el proceso de acompañamiento.
El término «Skiascope» hace referencia a un dispositivo inventado por Benjamin Gilman (1852-1933) a principios del siglo XX. Gilman fue una figura clave en los debates sobre la mejor forma de exponer las obras de arte en los museos. Creó un visor que permitía a los visitantes apreciar el arte sin distracciones. Aunque no se conservan ejemplares originales de su invención, afortunadamente, dejó por escrito las instrucciones para construir uno propio en su libro «Museum Ideals of Purpose and Method» (Cambridge, 1918).
El nombre de la agencia rinde homenaje a Gilman y a la idea del encuentro íntimo entre los espectadores y las obras de arte.
¿Qué propones como comisaria de JustLatam, -sección latinoamericana para JUSTMAD-, y qué tendrá la próxima edición de novedoso?
El programa Just Latam en la XVI edición de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo JUSTMAD está compuesto por galerías y artistas vinculados a la región de Latinoamérica. Esto incluye a artistas de América Latina que forman parte del equipo de galerías que operan en la región, así como, en algunos casos particulares, a aquellos que son parte de proyectos internacionales con sede en otras latitudes.
En esta edición, conceptos como territorio, expansión de los medios y técnicas históricas del arte, la incorporación de la realidad aumentada, y problemáticas relacionadas con la geografía, la política y el cambio climático, vuelven a cobrar protagonismo. Como novedad, se amplía la colaboración con Casa de América, incorporando como acciones performáticas, un ciclo más abarcador de mesas de debate y una exposición comisariada allí mismo, junto a Óscar García García, director y curador general de JUSTMAD.
La propuesta central es repensar la idea y el concepto de «lo latinoamericano» en el contexto pluricultural y transnacional actual, donde el significado de región se vuelve difuso y desafiante ante los cambios vertiginosos. Esto nos invita a hipotetizar sobre una nueva caracterización del arte latinoamericano.
En este contexto global, surgen nuevas formas de identidad, lo que convierte a la feria en una excelente oportunidad para reexaminar la región y sus características en el siglo XXI.
Extractivismo, ecologismo, feminismo, descolonialismo son temáticas muy a la orden del día. ¿Cómo se abordan estos temas a día de hoy?
Sin duda, hay regiones donde estas temáticas son más relevantes y requieren una denuncia más contundente. Esto es alentador, ya que significa que el arte mantiene su capacidad para visibilizar nuestras preocupaciones y poner sobre la mesa de debate los temas que no podemos ignorar.
Afortunadamente, en cuanto al enfoque, prácticamente no hay limitaciones, más allá del acceso a recursos económicos, materiales y tecnológicos que varían según cada contexto. Las artistas ya no están restringidas a un único medio o soporte, y la circulación de sus obras se ha multiplicado y democratizado.
Destacar las producciones de artistas mujeres y señalar las conductas hegemónicas de abuso y machismo que han marcado la historia del arte hasta ahora es la tarea más desafiante en la que debemos seguir trabajando, tanto desde la perspectiva de los y los artistas como en el ámbito curatorial.
¿Qué paradigmas están cambiando en los circuitos artísticos y cuya transformación ves necesaria?
La crisis de las galerías de arte, que han mantenido formatos prácticamente sin cambios desde finales del siglo XIX, se hizo evidente durante la pandemia. Solo unas pocas lograron reconocer la necesidad de actualizar sus métodos de comunicación y venta, y muchas continúan replicando las mismas prácticas en un siglo XXI que experimenta cambios radicales cada dos años, como mínimo.
La figura de las artistas y su forma de producir y difundir también han cambiado. Hoy en día, muchas artistas ya no encuentran en las galerías de arte un espacio adecuado y contenedor como lo eran en el pasado. Se ha perdido, en términos generales, la retroalimentación que ofrecía la asociación productor-vendedor, entonces muchas ven en la auto-representación, el camino posible como solución a esta falencia y también como contestación a un circuito que es cerrado y excluyente, en muchas ocasiones. Actualmente, las plataformas de venta de obras de arte alcanzan un público más amplio que cualquier otra instancia. Son internacionales y democráticas, y muestran los precios de las obras, lo que ha contribuido a que la adquisición de piezas artísticas deje de ser un tabú.
Las ferias de arte también están en transformación, convirtiéndose en nodos de encuentro donde no solo el objetivo comercial ocupa el centro de atención, sino que también se generan espacios para el debate y la reflexión sobre el arte contemporáneo.
¿Qué proyectos vienen para ti próximamente?
Tengo la intención de publicar en 2025 el libro “Textos para artistas”, un proyecto que he ido aplazando por diversas razones durante los últimos años. Este libro es el resultado de más de quince años de trabajo junto a artistas visuales de diferentes partes del mundo.
La escritura sobre arte, o art writing, cobró sentido para mí hace apenas unos años. En este libro, no busco hacer historia ni proponer un enfoque académico o crítico; más bien, me propongo explorar los intersticios de esos campos, integrando elementos de la poesía y de la narrativa.
Concretar esta publicación representa, en primer lugar, un acto de lealtad hacia mí misma y un reconocimiento a una labor que se ha fortalecido a ciegas, ya que no existía ni existe un manual de instrucciones o un camino claramente señalado. Y sobre todo, significa materializar la confianza que muchos artistas han depositado en lo que tengo para compartir sobre sus producciones.
Y además, por supuesto, la inminente XVI edición de la feria JUSTMAD, que incluirá por segundo año consecutivo la sección dedicada al arte contemporáneo, JustLatam.