Resaca post-ferias. Cansancio y satisfacción a partes iguales, en la semana en la que Madrid se viste de largo para convertirse en el epicentro del arte contemporáneo. Durante estos días, el arte ha sido el idioma universal que ha conectado a creadores, críticos y público, dejando una oleada de inspiración en la capital. Ahora, con la mente llena de imágenes y reflexiones, es hora de sumergirse en un repaso de lo más destacado que esta intensa semana nos ha dejado, y valorar el impacto que seguirá teniendo en los meses venideros.

Otra edición de ARCO Madrid 2025, que como siempre, es el auténtico hervidero de creatividad, transacciones y, cómo no, polémica. En su 44a edición, celebrada en los pabellones 7 y 9 de IFEMA, es el espacio imprescindible para la semana del arte, reuniendo a 214 galerías de 36 países. Este año, para mí gusto, las propuestas, han sido buenas pero demasiada planas y sin mucho cambio respecto a otros años; aún así, han oscilado entre lo profundamente crítico y lo provocador, generando así un debate necesario sobre los límites del arte.
ARCO ha experimentado una metamorfosis radical. De ser principalmente un espacio público para el arte contemporáneo, ha evolucionado hacia un potente centro de transacciones comerciales. El cambio resulta evidente: lo que antes funcionaba como punto de encuentro cultural para visitantes casuales, ahora opera como una sofisticada plataforma de negocios artísticos. Sin abandonar completamente su vocación divulgativa, la feria ha reestructurado sus prioridades bajo una estrategia bifurcada que define claramente sus objetivos (qué ofrece) y sus métodos (cómo lo implementa). Este giro estratégico refleja una apuesta contundente por atender las necesidades específicas del mercado institucional y del coleccionismo privado, los verdaderos motores económicos del evento.

Muchísimas propuestas de muchísimos países, y entre las obras más comentadas, destacamos «White Washing» de Eugenio Merino, expuesta en la Galería ADN. Esta instalación, un lavavajillas cargado de platos con los rostros de figuras políticas como Donald Trump, Elon Musk y Giorgia Meloni, ha sido interpretada como una mordaz crítica al blanqueamiento ideológico en Occidente. Por otro lado, Ramón Mateos impactó con su obra «7.291», una cortina metálica con este número grabado, en referencia a los ancianos fallecidos en residencias de Madrid durante la pandemia. La pieza, cargada de simbolismo, ha sido un recordatorio incómodo de las consecuencias de las políticas públicas.
Por su parte, Laia Abril, en la Galería Set Espai d’Art, presentó una serie fotográfica que explora casos de histeria colectiva en fábricas textiles de Camboya y colegios de niñas indígenas en México. Su trabajo, parte del «Proyecto Historia de la Misoginia», ha generado tanto admiración como incomodidad por su capacidad de confrontar al espectador con realidades difíciles de procesar.
Dentro de los programas comisariados, este año el main theme fue «Wametisé: ideas para un amazofuturismo», liderado por Denilson Baniwa y María Wills, que sin duda, ha sido un punto fuerte de esta edición. Con un enfoque en el Amazonas y las existencias híbridas, las obras presentadas han desafiado las nociones tradicionales de identidad y sostenibilidad, destacando por su frescura conceptual.

También uno de los momentos más significativos de esta edición fue el apagón simbólico que se realizó como protesta contra el 21% del IVA cultural. Durante varios minutos, las luces de los pabellones se redujeron drásticamente mientras galeristas, artistas y visitantes se unieron en un acto de resistencia colectiva. Esta acción, organizada por asociaciones del sector, buscó visibilizar cómo el alto impuesto asfixia al mercado del arte español y dificulta su competitividad internacional.
El ambiente de ARCO ha sido, como siempre, un reflejo de su tiempo: un espacio donde el arte no solo se contempla, se compra y se vende sino que se vive, se debate y establece las tendencias. Sin embargo, no todo brilló con la misma intensidad. La sobrecarga sensorial en ciertas áreas, donde la disposición caótica de las obras dificultaba una experiencia más fluida, contrastaba con zonas donde algunas galerías optaron por propuestas excesivamente seguras, evidenciando que en ocasiones se prioriza el aspecto comercial sobre la innovación artística. A esto se sumaron los precios elevados de acceso y servicios dentro del recinto, que resultaron prohibitivos para un público más joven o menos especializado, limitando así el alcance inclusivo que la feria aspira a tener.
A pesar de estos aspectos mejorables, esta edición ha reafirmado el papel de ARCO como un termómetro cultural, capaz de incomodar, inspirar y, sobre todo, hacer pensar. Sin duda, un evento que deja huella en el panorama artístico contemporáneo y que, año tras año, nos invita a reflexionar no solo sobre el arte, sino también sobre cómo lo consumimos y experimentamos.

En el otro lado de la ciudad se celebra UVNT 2025, en el emblemático Matadero Madrid. Ha vuelto a demostrar por qué es una de las citas más frescas y emocionantes de la Semana del Arte madrileña; y ya en su novena edición, la feria ha consolidado su posición como un espacio imprescindible para el nuevo arte contemporáneo, reuniendo a más de 40 galerías nacionales e internacionales que han sabido captar las tendencias más actuales y arriesgadas. Entre las propuestas más destacadas, Stain Projects brilló con la obra de Alejandro Javaloyas, quien presentó una serie que explora los límites de la abstracción, pintura y escultura / instalación. Su trabajo, cargado conceptualmente y lleno matices, invita al espectador a perderse en un juego de percepciones y reinterpretaciones. Por su parte, Herrero de Tejada sorprendió con las piezas de Sergio Gómez/ Sr Ger, cuya estética inconfundible y narrativa visual conectaron de manera directa con el público, aportando una energía única a la feria. También merece mención la participación de Delimbo Gallery, que apostó por sus artistas y trajeron propuestas frescas, reafirmando su compromiso con la innovación sin salirse de su línea.

Además, el enfoque general de UVNT 2025 destacó por su capacidad de integrar distintas disciplinas y lenguajes artísticos. Desde instalaciones inmersivas hasta arte digital, la feria ofreció una variedad de formatos que facilitaron un diálogo innovador entre los creadores y los visitantes. Me pareció curioso que algunas galerías no solo mostraron obra terminada, sino también proyectos en desarrollo, permitiendo una visión más cercana del proceso creativo y dejándonos con ganas de más. El programa paralelo de UVNT 2025 también incluyó actividades como las UVNT Mahou Talks, que reunieron a artistas, comisarios y expertos en debates sobre temas clave del arte contemporáneo, y las intervenciones urbanas en espacios públicos, que expandieron el alcance de la feria más allá del Matadero. Este dinamismo contribuyó a consolidar a UVNT como un espacio de exploración constante y con una frescura que sigue atrayendo tanto a profesionales del arte como a público general. Aunque UVNT 2025 ha sido un evento destacado, hubo ciertos aspectos que dejaron espacio para la mejora. La disposición de algunas galerías en el espacio del Matadero resultó algo desorganizada, creando puntos donde las obras no lucían en todo su potencial, debido a la afluencia de público en algunos picos. Entiendo el punto de querer innovar pero no sé hasta que punto, el cambio de recorrido les ha venido bien. Además, en términos de comunicación, algunos visitantes mencionaron dificultades para obtener detalles claros sobre actividades concretas, lo que limitó su experiencia. Por último, si bien la diversidad de las propuestas es una fortaleza indiscutible de UVNT, en esta edición he notado la heterogeneidad de los espacios más que nunca. Estos son detalles menores, pero abordar estos puntos podría llevar a la feria a un nivel aún más elevado.

Paralelamente, Art Madrid 2025 ha sido una experiencia vibrante y llena de sorpresas. Celebrando su 20º aniversario en la icónica Galería de Cristal del Palacio de Cibeles, la feria ha demostrado por qué sigue siendo un referente en el panorama del arte contemporáneo. Desde el momento en que cruzas las puertas, te envuelve una atmósfera de creatividad y diálogo, con propuestas que van desde lo más experimental hasta lo más accesible. Entre las galerías participantes, destacaron nombres como la Galería BAT Alberto Cornejo, que presentó una selección de obras que juegan con la percepción y el espacio; la emergente Canal Gallery, con piezas frescas y arriesgadas; y la Inéditad Gallery, que llamó la atención con Lossless, un trabajo conceptual de Gastón Lisak que invita a reflexionar sobre nuestra relación con los objetos cotidianos. Las propuestas de las galerías mantuvieron un equilibrio admirable entre innovación y accesibilidad, dejando una impresión duradera. La galería Shiras de Valencia también tuvo un papel destacado en Art Madrid 2025, presentando la obra de Cristina Gamón. Su propuesta, conocida por su manejo del color y la abstracción emocional, aportó una sensibilidad cautivadora que dejó una impresión muy positiva entre el público, consolidándola como una artista a seguir en el panorama contemporáneo. Mención especial merecen los recorridos comisariados por Eugenia Tenembaum y Claramore, que lograron equilibrar profundidad y accesibilidad. Con enfoques distintos pero complementarios, ambos ofrecieron perspectivas frescas y bien planteadas, conectando con públicos diversos y enriqueciendo la experiencia global de la feria. El programa paralelo también merece ser destacado. Desde performances urbanas hasta intervenciones en estaciones de metro, Art Madrid logró extender su impacto más allá del recinto ferial, transformando la ciudad en un lienzo vivo. Personalmente, me encantó la instalación de realidad aumentada de Susi Vetter, que convirtió la calle Montalbán en un espacio de reflexión poética. Aunque Art Madrid 2025 ha sido una edición notable, hay ciertos aspectos que podrían mejorarse. En esta ocasión, algunos visitantes señalaron que la señalización dentro del recinto no siempre fue clara, lo que dificultó orientarse entre las diferentes áreas y galerías, especialmente en horas de mayor afluencia. También hubo cierta crítica hacia el equilibrio entre las galerías consagradas y las emergentes, ya que algunos consideraron que el peso de las primeras fue excesivo, dejando menos visibilidad a proyectos más jóvenes o alternativos. Además, las áreas de descanso resultaron insuficientes en relación con el volumen de asistentes, algo que impactó en la comodidad de la experiencia. Son detalles que, con ajustes, podrían contribuir a una feria aún más completa.

Finalmente, JUSTMAD 2025, celebrada en el histórico Palacio de Neptuno, ha reafirmado su posición como una de las ferias más dinámicas y comprometidas con el arte emergente en la Semana del Arte de Madrid. En su decimosexta edición, la feria ha reunido a 40 galerías de 11 países, consolidándose como un espacio de descubrimiento y experimentación que impulsa nuevos proyectos y talentos. Entre las propuestas más destacadas, Garage Bonilla presentó una serie de obras que exploran la relación entre la memoria y el espacio, con un enfoque conceptual que no dejó indiferente a los asistentes. Por su parte, la Galería Modus Operandi sorprendió con piezas que combinan tradición y tecnología, abordando temas como la transformación del paisaje agrícola. También merece mención la participación de Talent Gallery, que apostó por artistas emergentes con un enfoque fresco y provocador, reafirmando su compromiso con la innovación. El programa paralelo de Just Mad 2025 incluyó actividades como residencias artísticas en entornos rurales, donde cuatro artistas emergentes desarrollaron proyectos site-specific en la provincia de Segovia. Estas iniciativas no solo enriquecieron la feria, sino que también destacaron la importancia de conectar el arte contemporáneo con el paisaje y la memoria. Además, la configuración arquitectónica del Palacio de Neptuno se aprovechó al máximo, con montajes que dialogaban con la elegancia clásica del espacio y aportaban una dimensión contemporánea que rompía con lo convencional. Este contraste entre historia y vanguardia creó una experiencia única para los visitantes, situando a JUSTMAD como un punto de encuentro clave entre tradición y modernidad. JUSTMAD 2025, aunque una feria emocionante y con propuestas interesantes, no estuvo exenta de ciertos puntos menos logrados. En esta edición, se percibió una falta de cohesión entre algunas galerías, lo que hizo que el recorrido por el Palacio de Neptuno se sintiera algo desconectado en momentos. Además, algunos espacios padecieron problemas de iluminación, con áreas donde las luces eran demasiado tenues o, por el contrario, excesivamente brillantes, lo que dificultó la correcta apreciación de las obras expuestas. También, algunas áreas parecían saturadas por el número de piezas exhibidas, dificultando la apreciación detallada de las obras. Estos detalles no opacan la esencia de la feria, pero reflejan oportunidades para seguir perfeccionándola en futuras ediciones.