Guerrilla Girls. 1985-2013. Alhóndiga Bilbao. Del 3 de octubre de 2013 al 6 de enero de 2014.
En mayo de 1984 el Museum of Modern Art de Nueva York presentaba la exposición An International Survey of Recent Painting and Sculpture. La exposición incluía el trabajo más reciente de 169 artistas de primera línea, la mayoría europeos y norteamericanos, de los que solo 13 eran mujeres, menos del 10%. Durante los años 70 el movimiento feminista se había posicionado intelectualmente, sin embargo el número de mujeres representadas en las instituciones culturales y en el mercado artístico seguía siendo insignificante a mediados de los 80. En 1971 la historiadora del arte norteamericana Linda Nochlin se preguntaba en un artículo publicado en Art News: “¿Por qué no ha habido grandes mujeres artistas?”.
En este artículo no sólo analizaba las reacciones de la teoría feminista en el ámbito artístico, que estaba proponiendo líneas de investigación que rescataban a artistas del pasado enriqueciendo así nuestros conocimientos sobre las mujeres y sobre la historia del arte, sino que proponía estrategias para responder a la pregunta inicial. Razonaba que son los factores sociales –“la buena suerte de nacer blancos, preferentemente de clase media, y sobre todo, hombres”– e institucionales –academias, museos y sistemas de mecenazgo- los que han impedido a la mujer desarrollarse libremente viéndose además, sistemáticamente silenciadas por la historiografía dominante.
Desde entonces se empiezan a cuestionar mitologías decimonónicas –todavía vigentes en la actualidad- que tienen que ver con los conceptos de artista, genio y obra maestra, que sirven de barómetro para clasificar y diferenciar la producción artística realizada por los varones, a quienes se les ha atribuido tradicionalmente la idea de genialidad, en contraposición con las artes menores, las realizadas por mujeres casi siempre en el ámbito doméstico.
A partir de esta nueva forma de analizar la historia se promovió dentro del movimiento feminista los estudios de género entendido este como una construcción que se genera a través de la (re)presentación de estereotipos. En este contexto de los años 80 comienzan a desarrollar su carrera artistas más o menos marginadas como Barbara Kruger. Formada dentro del diseño gráfico Barbara Kruger (Newark, New Jersey, 1945) basa su obra en la imagen fotográfica, muchas veces apropiada del mundo de la publicidad. Su trabajo aborda las estructuras ideológicas del sexismo y de la cultura de consumo introduciendo textos que de forma irónica y crítica exponen la alienación a la que los medios de comunicación y las estructuras de poder nos someten a través de los estereotipos.
La década de los 80 fue el momento en el que el posicionamiento teórico comenzó a pasar a la práctica artística. En este escenario artístico surge en Nueva York Guerrilla Girls, colectivo de artistas feministas cercanas al activismo, en su mayoría provenientes del mundo del arte y la comunicación. Al igual que Barbara Kruger utilizan el lenguaje de los medios de comunicación de masas, la publicidad y los espacios públicos para cuestionar la mercantilización del arte, la integración de las minorías y la corrupción de las instituciones culturales. Con sus acciones reivindican la presencia de aquellas voces que en el mundo del arte vienen quedando marginadas por cuestiones que, como analizaba Linda Nochlin, tienen que ver con el sexo, la raza o la etnia. Ponen en evidencia a aquellas instituciones públicas o privadas -museos, galerías, revistas especializadas- que sistemáticamente vienen excluyendo en sus colecciones, exposiciones, actividades y estudios la presencia de artistas mujeres. Acostumbran a llenar las calles de Nueva York con carteles, postales, flyers, pegatinas y también con mensajes en vallas publicitarias, cabinas, autobuses.
En 1989 se dieron a conocer con uno de sus carteles más célebres, “¿Tienen que estar desnudas las mujeres para entrar en el Museo Metropolitano? Menos del 5% de los artistas expuestos en las secciones de Arte Moderno son mujeres, pero el 85% de los desnudos son femeninos”. Lo colocaron frente al Metropolitan Museum de Nueva York y por las calles y autobuses de la ciudad como si de una campaña publicitaria se tratara. En la imagen –revisada en varias versiones de 2005 y 2012- se reconoce la Odalisca de Ingres con una máscara de gorila, su seña de identidad desde entonces. Guardan anonimato bajo esta máscara porque guerrilla y gorilla tienen una pronunciación parecida en inglés y porque así protegen su identidad, bajo falsos nombres que hacen alusión a mujeres mundialmente conocidas como Rosalba Carriera, Eva Hesse, Zora Neale Hurston, Frida Khalo, Käthe Kollwitz, Anaïs Nin o Gertrude Stein. De esta manera refuerzan la presencia en la historia de mujeres artistas y escritoras como si estas estuvieran hablando desde sus tumbas.
Retoman las reivindicaciones de décadas pasadas y las repiten, porque, afirman, aún queda mucho por hacer. Envían cartas a los responsables de instituciones culturales y colecciones, crean premios ficticios para denunciar los mecanismos ocultos del mercado y organizan acciones de protesta generando debate sobre las prácticas de desigualdad en el mundo del arte, la industria del cine, la cultura popular y la política. Han llamado la atención del mundo de la cultura y actualmente participan activamente en instituciones museísticas y medios de comunicación. Empezaron con protestas callejeras que al final se han convertido en espectáculos casi teatrales cargados de provocación convirtiendo la investigación en acción política y la acción en creación artística.
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Etiquetas: Alhóndiga Bilbao, arte feminista, Barbara Kruger, Exposiciones, Feminismo, Guerrilla Girls, Linda Nochlin Last modified: 16 octubre, 2013
[…] Versión ampliada del artículo publicado en PAC el 16 de octubre, 2013. Compartir Etiquetas: Alhóndiga Bilbao, Arte feminista, Arte político, […]