Este lunes 17 de marzo de 2024 amanecíamos con la noticia de un nueva pieza de Banksy, posiblemente uno de los artistas urbanos más reconocidos del momento, el cual llevaba desde diciembre sin regalarnos una de sus intervenciones en el espacio público. Un bloque de viviendas sociales al norte de Londres ha sido en este caso el escenario de su intervención. En su característico aprovechamiento del espacio público, Banksy elige la común fachada blanca de este edificio, delante de la cual un enorme cerezo ha sido completamente podado, algo a lo que el artista puso solución con su pintura. Desde abajo el personaje manchado de verde, al estilo clásico de Banksy en stencil, observa su obra mientras aun sujeta el extintor con el que ha devuelto al árbol su follaje, con la pintura como artillería.


Muchos ven en esta intervención una protesta climática, la importancia de tener espacios verdes en las zonas urbanas o quizás una reflexión más profunda sobre cómo en la ciudad nos cortan las alas, en este caso al cerezo sus ramas, o quizás el autor simplemente vio el árbol podado y la oportunidad de aprovecharlo; escribe en su libro Banksy: Wall and Piece[1]: “Algunas personas se hacen policías porque quieren hacer del mundo un lugar mejor, otros se hacen vándalos porque quieren hacer del mundo un lugar más bonito”. Más de 20 años interviniendo el espacio público han llevado a este vándalo a apropiarse de él, a que el mundo espere con impaciencia su próxima acción como en este caso, generando expectación y en cierto modo un compromiso.

Dijo el autor en el mismo texto anteriormente citado, escrito en 2006, “la gente que gobierna nuestras ciudades no entiende el grafiti porque piensan que nada tiene derecho a existir si no genera beneficio, por eso su opinión no tiene valor”. En estos casi 20 años hemos visto cómo Banksy entraba en Sotheby’s sin abandonar el espacio público, ya que no podemos preguntarle a él sobre sus motivaciones le preguntamos a Balu (@balu_art), artista multidisciplinar que lleva años regalando su arte en la ciudad, así como vendiéndolo en galerías. Este artista coge de la calle la cartelería para reestructurarla en una superposición de capas que termina con una intensa mirada. Con la obra acabada, Balu sale a la calle con su chaleco reflectante y lo necesario, abre las marquesinas o mupis y coloca la obra en su escaparate perfecto, el que se diseñó para habitar el espacio público con la cartelería, ahora liberada de la publicidad.


Balu nos cuenta que en su caso, vio cómo otros usaban la calle como soporte para expresarse, encontrando en las marquesinas el lugar adecuado para su práctica, una forma de cerrar el ciclo devolviendo el cartel a su lugar. Sin embargo, esto lo hace sin autorización, asumiendo que durará lo que tarde alguien en quitarlo, así entiende y abraza el carácter efímero de sus acciones, todo es devenir”, dice, “obra que pongo en la calle ya no me pertenece, es de todos y de nadie a la vez” como la propia ciudad. El ciclo se cerró x2 en Madrid cuando un coleccionista no sólo fue a por la obra de Balu para quedársela, sino que le pidió el certificado de autenticidad, que el artista expidió con gusto incluyendo a quien la cogió como coautor de la pieza, pues ese acto le hace parte de la acción.


Por último preguntamos a Nean (@basketofnean) por la cuestión del anonimato, él es el autor de las escenas hechas con pequeños baldosines de colores que invaden Madrid y otras ciudades ironizando con sus calles. Este artista aunque anónimo estuvo presente en esta última edición de JustMad con su obra en La Panarteria, sin embargo no sabemos si pudimos verle. Sobre el anonimato habla principalmente de la cuestión de la legalidad, pues todo lo que hace es sin permiso pero también se debe a que “no quiero que sea mi persona la que tenga el foco de la atención, si no las obras de arte urbano como tal. No quiero que eso se divida en dos”. Como Banksy, muchos artistas urbanos se caracterizan por esa dicotomía entre ser visto pero no pillado, Nean nos habla también de como esto puede “dificultar ciertas cosas y hay que tener mucho cuidado” a la hora de entrar en el mercado del arte “pero me da un poco más igual, es la forma en que trabajo y valoro más preservar mi identidad que el resto de cosas”, añade el reconocido y desconocido artista.
Con este ejemplo entre muchos vemos como el movimiento urbano reinventa a diario los códigos del arte hasta cuestionar sus límites, poniendo por encima de todo la obra y su visibilidad. Una forma de arte beligerante que no encuentra límites, extendiéndose física y digitalmente a velocidades aceleradas, antes de que desaparezcan.
[1] Uno de los pocos libros sobre Banksy autorizado por este, publicado por Century en 2006, Copyright is for losers©
Etiquetas: Balu, banksy, Nean Last modified: 5 abril, 2024