En el arte como en la vida existen las clases. De alguna forma, podríamos decir que los pintores o los escultores son “la casta”, en cambio los contemporáneos, fotógrafos, artistas de performance o instalación somos el cambio. No entiendo el arte contemporáneo sino es crítico, social y político. La academia, como templo de la técnica, es la mediocridad latente en propietarios de egos clásicos. He estado en universidades donde viejas glorias del arte me han escupido o negado el saludo. Artistas frustrados que al final terminan en la enseñanza que ellos mismos construyen, su bendita academia, en su estudio, con su cincel y con la realidad contemporánea completamente olvidada. Estamos acostumbrados a escuchar que no nos gustaría que nuestros hijos fueran policías o militares, yo añado humildemente que no me gustaría que fueran artistas de performance. Pobre lacra. Artistas de la locura, sin sentido, sin gusto, sin estética.
Soy un artista de mierda, ya que para la mayoría el performance es eso, algo parecido a lo que asoma por mi ano casi todas las mañanas, en un estimable momento de creación. No sorprendo a nadie si digo que la pintura y la escultura actual u otras artes decorativas, cuando las veo, únicamente las veo, nunca las siento. El mundo contemporáneo actual ha inventado la decoración, el diseño gráfico y otras disciplinas para que lo que no suponga un revulsivo social, crítico o político, no sea considerado arte.
Deseo a un espectador que llore, vomite, sude o tiemble cuando vea arte contemporáneo. Creo en el arte como elemento de ruptura con la asepsia mental que nos rodea. Tenemos un presidente y un ministro de cultura coronados por la imbecilidad, por eso tenemos la obligación, los artistas de que el espectador nunca quede impasible. No quiero arte sin sentido, no quiero un discurso absurdo y no quiero desaprovechar jamás la oportunidad tan valiosa de remover internamente a un visitante de una galería o un museo.
Los artistas de performance somos catalogados de forma peyorativa como artistas radicales, cuando creo que el artista contemporáneo sino es radical no es nada. La contemporaneidad lleva implícito lo real, la ficción ya no nos sirve. Lo real lleva implícito lo personal. Y lo personal debe ser revolucionario. El arte debe ser nuestra revolución del sigo XXI.
Artistas de performance. Artistas de vanguardia, con una sociedad que ignora que es un arte de más de cien años. Un arte que alguien bautizo muy equivocadamente con un nombre que invita a la confusión, si cometemos el terrible error de traducirlo literalmente. Pero por otro lado que no es el performance sino caos corporal, interno y artístico. Escuchamos también términos como acción y representación que son ejemplos claros de acciones individuales o intervenciones. Inicialmente la acción entendida como acto, un happening vanguardista o un arte-acción, posteriormente hablamos de una realidad personal o de intervención política. “Acción” nos muestra las dimensiones estéticas y políticas de actuar, en el sentido de intervenir. Personalmente, la palabra acción no la considero correcta y la relaciono más con acciones iniciales conectadas directamente con performance del absurdo, fluxus o exploraciones corporales sin discurso. Porque el término “acción” no tiene en cuenta el entorno, la situación social o política, ni las reivindicaciones personales del individuo. No tiene en cuenta a una sociedad que presiona al ser humano para que se desenvuelvan dentro de ciertas escalas normativas, por ejemplo, la manera en que desplegamos nuestro género o pertenencia étnica. La acción aparenta ser más directa e intencional, y de esa manera menos implicada social y políticamente que “perform” que evoca tanto la prohibición como el potencial para la transgresión. El performance es esencia y madre del arte contemporáneo actual, por mucho que a algunos les pese, al ser el ejemplo en vivo de arte crítico, social y político, un arte irreverente, transgresor y de aprendizaje.
El performance debe reivindicar su espacio, disciplina que debe ser dignificada pero siempre manteniendo su rebeldía anti-academicista. La formación o repetición de aprendizajes de manejos de la corporalidad volverían al performance escénico y lo matarían en significado y esencia. La contemporaneidad ha logrado un desinterés general por la ficción, por lo que muchas veces lo escénico bebe de lo performativo, que no al revés, porque en ese caso dejaría de ser performance art. Como claro ejemplo de disciplina artística contemporánea el performance es en esencia conceptual antes que estética, siendo mucho más importante el discurso detrás de la creación que la técnica o el desarrollo performativo. Debería ser en el arte contemporáneo esta premisa un fundamental, que la academia teme porque moriría.
Los artistas de performance y los contemporáneos en general, tenemos el deber de dinamitar “lo bonito”, la técnica y el arte sin sentido. Somos artistas, militantes y activistas. La revolución será artística, o no será. Empleamos el cuerpo como elemento de acción, la transgresión como herramienta y la conceptualidad como esencia. Construimos con nuestra experiencia, nuestras heridas y nuestra memoria. Creemos en arte resiliente, un arte de regeneración. Creemos en una regeneración artística.
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Abel Azcona (Pamplona, 1988). Artista interdisciplinar español, vinculado especialmente al arte de performance, disciplina artística de la que es considerado un nombre clave a nivel internacional. El artista navarro pese a nutrirse de la performance, es catalogado como interdisciplinar, ya que su obra explora y presta gran atención al resultado plástico por lo que está relacionado con medios como la fotografía, el videoarte, la instalación y la escultura. Su obra ha sido presentada en España, Portugal, Francia, Italia, Dinamarca, Reino Unido, Alemania, Grecia, Rusia, Polonia, China, Filipinas, Japón, Venezuela, Ecuador, Perú, Argentina, Uruguay, México, Canadá, Estados Unidos y Colombia. A pesar de su juventud ha presentado más de cincuenta exposiciones individuales. En el 2014 el Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá dedica una exposición retrospectiva al artista con obra seleccionada de toda su carrera artística.
Etiquetas: Abel Azcona, ABSOLUT Last modified: 4 diciembre, 2014
Estas discusiones estaban muy bien en el siglo XX, con los artistas de vanguardia pegándose por demostrar quién tenía la razón, pero en pleno 2014 se me antoja cuando menos trasnochada. Lo que faltaba era traer el discurso de Podemos al arte contemporáneo y, además, de forma muy conveniente, claro. La «academia» actual no la forman escultores y pintores, no estamos en el siglo XIX, la academia la forman los artistas que han fichado por las grandes galerías que, oh sorpresa, se mueven en otros lenguajes.
Soy pintor, disfruto enormemente del arte actual (y del contemporáneo también, que no es lo mismo). Disfruto de la performance, del net-art, del videoarte, de la danza contemporánea y de todo lo que me emociona. Pero mi lenguaje es la pintura, porque creo que una técnica de por sí no niega ni afirma la validez del mensaje. La pintura no es arte, pero con ella se puede crear arte. Lo mismo pasa con la performace.
En lugar de tirar piedras sobre otros artistas quizá deberíamos poner en valor lo que hacemos por su propia importancia en la cultura, la política y la sociedad en la que vivimos, que no es poco.
Yo también he soportado a profesores que me negaban poder utilizar el lenguaje pictórico. Se autodefinían como artistas contemporáneos.
Aun gustándome el texto, no puedo estar de acuerdo con él. Me llega la reflexión pero no me provoca, todo lo contrario, me evoca toda una serie de preguntas y dudas acerca del conocimiento de todo el arte del siglo pasado y lo que llevamos de este. Lo contemporáneo siempre se ha negado a sí mismo y, hoy más que nunca, tiene poco sentido el discurso antiacademicista, ya que son estas mediante artículos, catálogos y publicaciones específicas las que más han hecho por construir la teoría de lo contemporáneo, ¿conoceríamos a Duchamp si no se abordase en la historiografía o en catálogos, más allá de fotos del urinario-fuente con un escueto pie de página?
No puedo entender que se niegue que el arte contemporáneo se nutra de la pintura y la escultura. No puedo entender como la reivindicación de la actividad propia pasa por encima de la valoración histórica sin ningún tipo de rigor. Beuys hacía performance hace 40 años, eso es innegable pero ¿tiene sentido seguir repitiendo modelos obsoletos hoy en día?.
«El performance es esencia y madre del arte contemporáneo actual, por mucho que a algunos les pese, al ser el ejemplo en vivo de arte crítico, social y político, un arte irreverente, transgresor y de aprendizaje», el performance tiene, y tendrá, su hueco dentro de la Historia del Arte porque personas como Abramovic la situaron y elevaron, no sin mucho trabajo, a la primera linea de fuego. Ahora bien no son, por decir los primeros ejemplos que se me vienen a la cabeza, las tiras de El Roto, los videos de María Cañas o los murales de Os Gemeos ejemplos vivos de arte, crítico y social.
«Los artistas de performance somos catalogados de forma peyorativa como artistas radicales, cuando creo que el artista contemporáneo sino es radical no es nada», ¿se puede llamar radical a alguien que ha expuesto en 22 países distintos y que, a sus 28 años, ha tenido este año una retrospectiva?, ¿es la radicalidad una etiqueta que demanda el mercado y que los artistas añaden a su obra porque sí?.
Por otra parte, creo que la regeneración es latente, se está continuamente produciendo. No en las grandes ferias ni museos de primera sino en las periferias, en centros de debate, en críticos que intentan no hacer reseñas sino valoraciones argumentadas sin ver quien firma las obras. Incluso muchos artistas consagrados son más radicales que algunos jóvenes porque siguen evolucionando a edades que sorprenderían en lugar de apoltronarse y repetir modelos.
Son algunas reflexiones que me han surgido tras la lectura de este artículo, el debate está servido.
Saludos
Este es el texto que podría esperarse de este autor, conociendo vagamente su trayectoria: Intenta ser polémico pero su reflexión es epidérmica, cortoplacista, decepcionante y falsamente victimista. El texto dice ser un ensayo, pero está escrito con el talento de un mal narrador de sucesos locales. O de octavillas con olor a humedad y naftalina.
Resulta increíble que alguien crea que por mostrarse intolerante e incapaz de intelectualizar el arte contemporáneo y actual va a crear toda una polémica en torno a su figura en pleno 2014, ya que es el egocentrismo disfrazado de compromiso de toda la vida. Además, hace un siglo que el discurso de que el arte debe ser únicamente social, crítico o político se construyó, así que hace unas cuantas décadas que precisamente esa rebeldía impostada y supuestamente anti-academicista es una academia más. Aceptada, validada y sobradamente mostrada en escuelas, premios y centros de arte.
En la próxima ocasión debería dedicarle más tiempo a la reflexión silenciosa y menos a intentar apoderarse del turno para hablar.
Directo y claro. Enhorabuena, el mejor de los ensayos que habéis publicado hasta ahora.
Lo que son las cosas, y los creadores que estamos de alguna manera, más pegados al academicismo, pensamos lo mismo de los otros: que los críticos y curadores prefieren a los contemporáneos y emergentes; que ellos siempre son los favoritos para los premios y espacios de exposición, que allá donde un juez (usualmente del Sistema Nacional de Creadores) note un vislumbre de técnica y oficio en una obra la despreciará porque siente que no está suficientemente empapada de Foucault o Auge. Aguante vara mi estimado contemporáneo, qué los academicistas también sentimos lo mismo…
Azcona lo tuyo es puro teatro. Cada vez son mas evidentes las causas por las que te retratas.NO TE CREO
Me parece un artista valiente, texto muy bien escrito. Y desde luego un ejemplo claro de lo que un artista debe ser en el siglo XXI. Un artista regenerador con un historia personal increíble. Admirable.
En vez de escribir esta mierda de texto, haberte embadurnado en pintura y haber permanecido cuatro o cinco días en posición fetal, así hubiéramos sudado, temblado y vomitado mucho mejor esta reflexión sobre la exclusión de la pintura y la escultura como medios validos en la actualidad.
Creo que sólo un incapaz de usar códigos plásticos (es decir, pintar) puede tener esa falta de miras de no ver en el futuro una nueva necesidad del encuentro hombre-verdad-pintura. Buena suerte, la necesitarás compañero de lo contemporáneo.
A mí me parece bien,pero sin generalizar,ya que mi trabajo requiere una técnica depurada que no me enseñó nadie y no por ser técnico soy menos artista que un perform ya que mi obra es altamente crítica en algunos casos.Y eso de medir al artista por el número de exposiciones no me dice nada,porque conozco mucho mediocre que se prodiga en el baboseo social,además también tengo que decir que muchos performes me parecen unos idiotas circenses que no dan para más.En definitiva y resumiendo:Ut no es más artista que yo.
No dudo de las capacidades de Azcona pero el texto linda con ese academicismo que tanto señala. De hecho parece un manifiesto futurista.
Al final quien sigue insistiendo hoy día en la separación disciplinar del arte contemporáneo esta irrevocablemente obsoleto.
¿Por qué no puedo pintar? Es más, ¿Por qué no puedo hacer figuración? No veo esa realidad que criticas con tanto fervor. Un fervor propio de un chico joven y decidido.
Pero ¡cuidado! Sin duda toda prohibición se convierte en cómplice silencioso de todo aquello que queremos remover, asaltar y desgarrar.
Saludos a todos! 🙂
Antonio Gómez Delgado
Humildemente pienso que no hay que confundir el medio y el mensaje, l definamos ARTE, y mas tarde CONTEMPORÁNEO, asi de simple o complejo?
«…cuando creo que el artista contemporáneo sino es radical no es nada.»
Esta frase refleja casi por entero el método con que has pensado y redactado el texto. Respecto a la ortografía, has usado comas y puntos confusos, y en esta frase en especial has escrito mal «sino», siendo «si no».
Y ahora a lo importante.
Dicha frase, junto con unas cuantas más (otro buen ejemplo siendo «lo personal debe ser revolucionario»), transmiten una enorme desconfianza al lector. Que el mercado y la sabiduría popular de hoy nos vendan la idea de que nuestras opiniones y gustos son lo suficientemente relevantes como para identificarnos con ellos, en vez de expresiones de nuestro propio lenguaje hormonal al conjugarse con los razonamientos cotidianos, suele dar lugar a discursos como el tuyo: construcciones sesgadas por el ego adolescente contra el que te posicionas cuando proviene de la que llamas «casta» académica. Me identifico con los anteriores comentarios: deberías revisar tus afirmaciones (algunas de ellas generalizaciones innecesarias en contradicción con la fundamentación contemporánea del arte que supuestamente defiendes), porque rozas constantemente la vacuidad con ellos. A la hora de plantear un debate sobre los límites del arte sería mejor hacerlo mediante el rigor histórico, como lo hizo otrora el referente que fue Arthur Danto, y no con ese sentimentalismo que deshonra tu esfuerzo. Y lo digo como defensor de la naturaleza abierta del arte y a favor de su inclinación por el compromiso social. Alabo tus intenciones, pero no tu metodología.
Saludos.
Lo de Azcona es más viejo que el cagar, en efecto; lo decíamos hace un año:
http://castracastro.blogspot.com.es/2013/11/seguid-asi-muchachos.html
Puto genio.
[…] Artistas de mierda – 4 diciembre, 2014 – Abel Azcona […]
Creo que el arte en sí es un canal mediante el cual el artista debe llegar a un público necesitado de un símbolo al que seguir. La Academia es la madre del arte. En todos los sentidos. Podremos innovar pero siempre desde el dominio de la técnica. Sólo así se puede dirigir el arte hacia un sentido logico. En el siglo XX la necesidad de romper con la realidad social llevó a los artistas de la época hasta el nacimiento de lo que hoy en día hemos heredado. Pero para entender el arte es necesario entender primero la sociedad hacia la que va destinado. Demasiado se ha convertido ya en un circo mediático y económico. Creo que es necesario reconducirlo hacia una lógica capaz de transmitir todo eso que dices sin la necesidad de estridencias. No es necesaria la provocación por la provocación.