Comenzamos la segunda temporada de Detector de Artistas acercándonos al trabajo de la artista Bea Millón (Sagunto, 1992). Hablamos sobre su trayectoria, su manera de entender el arte y su práctica artística comprometida con los conflictos socio-ambientales y nuestras relaciones con el territorio.
«Me gusta pensar que en el arte traducimos, atestiguamos, otras enunciamos, pero la mayoría de las veces con el arte sólo compartimos preguntas.»
Bea Millón
¿Cómo fueron tus inicios como artista? Háblanos sobre tu trayectoria.
Mis inicios estuvieron marcados por vivir en el Clot, un bloque de edificios en el barrio del Cabanyal (València, España). En el barrio se respiraba exclusión, desamparo y muchísimo racismo hacia la comunidad gitana. Vivíamos entre constantes desalojos y voluntades de demolición del edificio. Habitábamos de forma comunitaria y decidimos crear un proyecto autónomo, colaborativo y multiformato que mostrara la vida y la memoria del pueblo gitano. Me encaminé en la co-creación y el aprendizaje mutuo, compartiendo lo que aprendía en la Universidad con mi vecines, activando un proceso de autorrepresentación como medio de sensibilización y visibilización romaní que acabó tomando forma de una publicación híbrida. Fueron años en los que la creación y el activismo se solapaban, en los que tuve mis primeros acercamientos a la autogestión. El proyecto continuó aún cuando me fui a estudiar a México, donde pude aprender de otras experiencias autogestivas de arte público. Los caminos me llevaron a quedarme acá y a profundizar en cómo el arte podía acompañar procesos de defensa territoriales.
Desde que migré hace 10 años a México, colaboro con defensores ambientales y organizaciones que trabajan por el cuidado de los bienes naturales. En mi trayectoria no hay una línea divisoria entre mi profesión o mi vida. A lo largo de varios años tuve una beca doctoral que me permitió hacer arte fuera de los circuitos institucionales del arte, hibridar investigación y creación y sostener procesos comunitarios artísticos a lo largo de años.
Me interesa ser indisciplinada, poder aprender los medios necesarios que convocan los procesos y las ideas… Trabajar la materialidad a través de la escultura, editar libros, hacer vídeos que se proyecten en salas expositivas, pero también sirvan para la defensa jurídica ante la expropiación de tierras…
¿Qué temáticas están presentes en tu trabajo?
En mis proyectos abordo y reformulo las relaciones con el territorio; a través del análisis y la colaboración entre diversos agentes acciono proyectos de largo aliento en regiones atravesadas por la extracción y el colonialismo. Estas regiones me interpelan como española, por lo que he tratado de transitar entre una práctica artística comprometida con conflictos socio-ambientales y trazar vínculos suaves con lo no-humano.
¿De tu trabajo qué pieza destacarías?
Uf, me cuesta esta pregunta porque para cada proyecto se establecen caminos diferentes, metodológicos, matéricos… Creo que destacaré la pieza de Constelación Salaverna (2024).
Es una instalación que parte de la materialidad de la ruina y el escombro para poner en relación experiencias de algunos habitantes de Salaverna afectad*s por la mina Tayahua, operada por la empresa Minera Frisco de Carlos Slim. En 2010, doce años después de haber adquirido esta mina, el Estado le otorgó a Frisco el cambio de uso de suelo para explotar a cielo abierto un yacimiento de cobre ubicado debajo de las casas de los habitantes de Salaverna. Esto le ha permitido a la empresa extraer 42 toneladas de cobre diariamente. Esta concesión trajo consigo el desplazamiento forzado de los habitantes de la comunidad y una dislocación profunda de su vida social.
Llevo acompañando la lucha por Salaverna desde hace 6 años. Esta pieza parte de preguntarnos, ¿cómo se acompaña un duelo? ¿Cómo acompañar cuando el territorio ya no tiene fisicidad, pero si lucha y memoria? ¿Cómo dejar un testigo de la violencia pero también de el goce que fue Salaverna? ¿Cómo hablar con la propia materialidad de lo que dejó el despojo?
Para realizar esta instalación fui junto a activistas ambientales en abril de 2024 y recolectamos 120 kilos de los escombros del pueblo. Para ello tuvimos enfrentamientos con la seguridad de la mina, mismos que forman parte del cártel que opera en la región. Llevamos los escombros de las casas a quienes un día les pertenecieron, como un ejercicio de memoria, a modo de duelo colectivo, cinco familias de Salaverna y activistas inscribieron sobre estos restos experiencias y recuerdos antes de verse forzad*s a desalojar sus viviendas. Esta pieza invita a convivir con el retumbe y el derrumbe, el hundimiento inminente, el desahucio, pero también con la tierra, las flores, las chivas… lo no-humano que acompañó la vida de estas personas. Es un canto al despojo y a la vida de un pueblo minero en el norte mexicano.
¿Qué es el arte para ti?
Para mi el arte es la voz y el eco de nuestras vivencias. Es la forma en la que me relaciono con el entorno, otrxs cuerpos y objetos a partir de la observación, la deriva y el aprendizaje. Implica curiosidad, comunicación y una búsqueda incierta. Me gusta pensar que en el arte traducimos, atestiguamos, otras enunciamos, pero la mayoría de las veces con el arte sólo compartimos preguntas.
defensa del territorio y defensores ambientales
¿Puedes adelantarnos algo de tus próximos proyectos?
En estos momentos ando reflexionando sobre el territorio lejano pero propio del que vengo. Sobre la materialidad del Mar Mediterráneo desde una perspectiva sensible y migrante. Estoy tramando propuestas que pretender acercar ese horizonte que parece infinito, la fugacidad y la inmensidad de sus aguas; pero también a las políticas migratorias que han convertido este mar en una fosa común.
