Carlos Enfedaque presenta Bystander, una colección en la que el retrato del cuerpo humano sirve para proyectar el paisaje del yo oculto.
“Partiendo del género clásico del retrato, me gusta dejarme guiar por la luz y el color en el proceso, dando lugar a una deconstrucción personal e intuitiva del sujeto”. Esta definición de su obra del propio artista aragonés afincado en Berlín, sirve de resumen a la colección Bystander, que se inaugurará el próximo 29 de junio en el Espacio Cultural Abierto (Calle Doctor Velasco 6) y que permanecerá abierta hasta el 20 de julio, dentro de Muestra.T, el festival cultural de Madrid Orgullo 2023.
Ricardo Recuero escribe con motivo de la exposición:
En la oscuridad de un club de Berlín las partículas aéreas adquieren corporeidad y se redensifican al mezclarse con las frecuencias sonoras del techno que las empuja y las desplaza, como una masa sólida pero fluida, cadente, rítmica. El resplandor preciso del estrobo da continuidad al tiempo y el espacio quebrantado, da acceso a la visión. Aquellos retratos de 2016 (Blind Series) de paleta taciturna han abierto los ojos y ahora vibran.
A través de un juego ambivalente de ausencias y presencias el trabajo de Carlos Enfedaque (Zaragoza – 1994) parte de una aproximación fragmentada y fragmentaria de la intimidad de la que nos hace participes y testigos mediante el gesto enérgico de su pintura. Bystander constituye un acto de presencia. Asistimos a la convergencia de los cuerpos que en ocasiones nos muestran las diferentes formas de heridas y los diversos modos de desangrarse. Nos obliga a pararnos y a reflexionar acerca de cómo nos drena lo social.
Existe toda una tradición pictórica o mejor dicho ilustrativo/funcional denominada Courtroom Sketches (pinturas de juicios). Su origen se remonta al siglo XVII, momento previo a la aparición de la fotografía en el que a modo de grabado, se registraba el acontecer de los procesos judiciales para satisfacer a una población ávida de información ante la imposibilidad de asistencia a los mismos.
Estas primeras manifestaciones están vinculadas a los Juicios de Salem (1692), paradigma del imaginario puritano que fantaseaba con orgías demoniacas, sexualidad desviada, íncubos y súcubos. Es significativo que otro de los procesos que mayor numero de imágenes de esta índole promovió, a la hora de acompañar las noticias en los periódicos de la época, fue el de Oscar Wilde en el tribunal de Old Bailey en 1895 acusado de flagrante indecencia y sodomía. Con posterioridad, en el transcurso de la evolución de los medios de registro de la imagen, la presencia de cámaras en los tribunales ha sido prohibida por cuestiones jurídicas tales como la posibilidad de captar un gesto anecdótico, no significativo que pueda ser amplificado y determinante en la deliberación de jueces y jurados, en la opinión pública y también en el propio derecho de imagen. Singularmente de manera habitual en los clubes nocturnos en los que se practica explícita y públicamente sexo, las fiestas fetish queda prohibido el ingreso de dispositivos móviles o al menos se procede a la cancelación de la cámara de los mismos. Lo que allí ocurre, allí se queda, este es el lema del famoso Berghain berlinés entre otros. Mediante esta práctica se procura el libre ejercicio de las propias sexualidades, se asegura el derecho a la individualidad, el compromiso con prácticas sexuales divergentes, se promueve el respeto basado en el consentimiento como parte fundamental de la colectividad.
El artista ilustrador presencia y adquiere verdadero conocimiento, va a ser testigo y canal de realidades ante las que habitualmente la sociedad de la norma aparta la mirada. Hay en el trabajo de Carlos Enfedaque un proceso de retentiva fluida, de observación y memoria para tejer una red de correspondencias sutiles, en ocasiones eruditas con la historia de arte, inundadas por lo emocional. La intimidad de la estancia ha dejado paso a lo público, lo personal se manifiesta ahora como político. Como escribiera Derek Jarman: Llené el foso de flores, como ya no tenía dónde cultivarlas, las pinté1.
El coreógrafo David Parsons planteaba con su pieza Caught (1982) la posibilidad de caminar, suspendido en el aire, sobre un espacio otro, controlaba mediante la luz estroboscópica un movimiento predictivo dirigido hacia un destino más libre, aquel en el que cada individuo toma consciencia de si mismo, sin ataduras, sin la necesidad de juzgar, sin el lastre de ser juzgado.
Históricamente, si algo caracteriza desde un punto de vista social al colectivo LGTBIQ+ ha sido su permanente enjuiciamiento, desde la moral a la política pasando por la biología, basculando siempre entre la invisibilidad y la punición.
El término testigo admite también la acepción de ser la señal que marca el comienzo de un movimiento, una señal luminosa de aviso e incluso la de un objeto que se intercambia para dar fe que la sustitución, el cambio, ha sido correctamente ejecutado. La luz que procura el intercambio en espacios heterotópicos, desde una fenomenología de la luz estroboscópica, nos orienta.
Recuperando la tesis de Sara Ahmed los objetos queer mantienen la proximidad entre quienes se supone que viven entre líneas paralelas, como puntos que no deberían juntarse. Por tanto un objeto queer hace posible el contacto2 […] estos objetos: harían referencia a todas esas formas en que las personas queer encuentran apoyo para sus acciones, incluyendo nuestros propios cuerpos, y los cuerpos de otras personas queer.
Desde una melancolía saturnal, existe en la pintura de Carlos Enfedaque celebración y éxtasis, pone en valor la excepcionalidad de nuestra fisicidad y de nuestras afectividades, cuerpos capturados en ámbar, metálicos, excesivos e incandescentes que se expanden y crean una línea visible y determinada hacia el futuro.
1 JARMAN, Derek – Naturaleza Moderna – Caja Negra Editora – Buenos Aires – 2019.
2 AHMED, Sara – Fenomenología Queer: orientaciones, objetos otros – Ediciones Bellaterra –
Barcelona – 2019.
Fechas: Del 29 junio al 20 de Julio de 2023
Lugar: Galería Espacio Cultural Abierto, C/Doctor Velasco 6 – Madrid
