Ceija Stojka. Esto ha pasado es la primera exposición monográfica que se le dedica en España a la artista austriaca Ceija Stojka (Kraubath, 1933 – Viena, 2013), cuya obra representa un testimonio excepcional, tanto por su rareza como por su calidad artística, sobre el porrajmos, la persecución y genocidio de la comunidad romaní en la Alemania nazi de la que fue víctima y que hasta fechas recientes no ha se ha conocido suficientemente.
Durante la Segunda Guerra Mundial, sobrevivió a tres campos de concentración (AuschwitzBirkenau, Ravensbrück y Bergen-Belsen). Stojka tenía diez años cuando fue deportada. Pero no fue hasta cuarenta años más tarde, que se embarcó en una gran obra testimonial y poética, primero a través de la escritura y luego, poco después, a través del dibujo y la pintura.
Su trabajo sirvió para desvelar la persecución racial a los gitanos en los años treinta y cuarenta, y está en el origen del reconocimiento oficial por parte del gobierno austríaco de su genocidio. Además, fue un impulso para el asociacionismo reivindicativo de ese colectivo. En Austria, el 90 % de la población romaní y sinti fue asesinada según señala Gerhard Baumgartner en el catálogo de la exposición. En el resto de Europa, debido a que las comunidades gitanas estaban menos organizadas que las judías, es más difícil evaluar el número total de asesinados, aunque los expertos creen que se sitúan entre los 220.000 y el medio millón.
Las obras de Stojka revelan su paso por los campos mencionados pero también recogen la vida feliz de su familia antes y después del nazismo. La artista realizó entre 1990 y 2012 más de mil dibujos y pinturas sin seguir un riguroso orden cronológico de sus vivencias.
Stojka pinta sobre papel, cartón o lienzo, y usa materiales acrílicos que aplica con pincel o directamente con los dedos. Usa colores vivos y un trazo intenso que dota de energía a su obra. A menudo recoge vistas generales de escenarios exteriores, en los que da cuenta de hechos completos a la manera de una narración oral, como la llegada de soldados a un bosque y la detención de una familia para ser trasladada a prisión. Otras imágenes concentran momentos críticos de su vida y de la historia, repitiendo el uso de motivos simbólicos como los pájaros o las alambradas. Con frecuencia, las imágenes van acompañadas de sucintos textos explicativos, o menciones a los hechos dibujados.
Su obra se encuentra en colecciones privadas y museos, y ha sido expuesta en diversos países europeos y en Estados Unidos y en Argentina. Es la autora de cuatro libros traducidos a diversas lenguas, y de entrevistas y otros documentos visuales, entre los que destacan los de Karin Berger. Convertida en portavoz de las reivindicaciones a favor del reconocimiento de la existencia del genocidio gitano, y de los derechos de su pueblo, ha recibido diversas condecoraciones en su país natal.
La exposición, que reúne alrededor de 140 obras y material documental (fotos, videos y publicaciones), comienza con los trabajos en los que Stojka retrata su vida de niña antes de que comenzara el terror. Descendiente de una larga estirpe de comerciantes de caballos romaníes originarios de Hungría, los Lovara, pero que vivían en Austria desde hacía siglos, su familia se vio obligada a hacerse sedentaria por las leyes nazis que llegaron después de la anexión de Austria a Alemania (Anschluss) (1938-1939). La caravana tirada por caballos en la que vivían se convirtió en una cabaña de madera.
En las pinturas de este primer espacio se observa parte de la cultura romaní y una vida idílica en armonía con la naturaleza, como ocurre en Landleben (Vida campestre, 1993). Ceija celebra esta existencia nómada, basada en el clan. Aquí, su toque rápido y ligero crea un estilo que podría describirse como ingenuo; a veces la artista ha espesado la pintura con arena, enfatizando su materialidad expresionista. Las composiciones se repiten de un cuadro a otro, creando una dinámica característica de su obra. Pero la amenaza ya se vislumbra: Viaje en verano por los girasoles (1996) impone una sensación de distancia, de ocultación, incluso.
Tras el arresto de su padre, Stojka, junto a su madre y hermanos, se ocultó durante muchos meses en Viena y, finalmente, el 3 de marzo de 1943, fueron encerrados en la prisión Rossauer Lände. Las obras referidas a esta época retratan no sólo esta detención, sino todas las detenciones sufridas por la población romaní, que Ceija imagina, por ejemplo, en Wo sind unsere Rom? Laaerberg 1938 (¿Dónde están nuestros gitanos? Laaerberg 1938, 1995).
Stojka fue deportada a Auschwitz, donde fue registrada el 31 de marzo de 1943 y retenida en la sección B-II-e, conocida como el «campo familiar gitano». En una parte de la muestra dedicada a los campos de exterminio, vemos ejemplos de la tremenda fuerza evocativa de la artista: Auschwitz 1944 (2009) habla de una niña parada de puntillas, sólo para descubrir las chimeneas a través de las ventanas colocadas deliberadamente demasiado alto.
Ceija, su madre Sidi y su hermana Kathi fueron deportadas en mayo o junio de 1944 al campo de concentración de mujeres de Ravensbrück poco antes de la terrible liquidación del «campo gitano» de Auschwitz (2 de agosto).
Como en otras partes de la obra de Ceija, las tiras y los rectángulos estructuran la composición: algo marcial, algo muy inflexible ha dejado su huella, incluso en los paisajes. Sobre ellos reinan figuras siniestras. La pequeña Ceija estaba asombrada por este ambiente de crueldad y perversidad. Junto a esas figuras, los cuerpos de los deportados son pinceladas sin rasgos distintivos.
En enero de 1945, Ceija y su madre fueron llevadas en camión y luego a pie al campo de concentración de Bergen-Belsen. En cuanto a sus hermanas, Kathi fue deportada al campo de trabajos forzados de Rechlin-Retzow y Mitzi a Büchenwald. Ceija subsistió en condiciones infrahumanas. Pero aun así, en la obra BergenBelsen 1945 (1996) incluso en medio de una escena verdaderamente apocalíptica, Ceija pinta un árbol lleno de vida. En este campo, Stojka sobrevivió entre cadáveres comiendo la savia de las ramas y plantas que encontraba. La rama se convirtió desde entonces en símbolo de esperanza para la artista, que elige este motivo para firmar todas sus obras.
Tras la liberación de los campos, Ceija y su madre tardaron más de tres meses en llegar a Viena. En la última parte de la exposición, su agotamiento y su lucha contra los elementos emergen en algunos de los paisajes. La composición y el movimiento de los árboles en varias pinturas recuerdan a Viena y Auschwitz. Cielos rosados, naranjas y violetas recuerdan los paisajes de antes de la guerra, enfatizando hasta qué punto el pasado, el presente y el futuro se mezclan.
Fechas: Hasta el 23 de marzo de 2020
Lugar: Museo Reina Sofía, Madrid