Algunos elementos que conforman las células de nuestro cuerpo provienen de un flujo ininterrumpido de vida que se extiende a lo largo de milenios. Fruto de ciclos biogeoquímicos, nuestra materia orgánica ha formado parte de diversos organismos a lo largo del tiempo, por lo que hay elementos de nuestra materialidad cuyo nacimiento precede al de nuestra especie. Son realidades que han vivido de cuerpo en cuerpo hasta llegar al nuestro y que morirán por primera vez con nuestra muerte.
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Clara Montoya no representa la realidad, la parte en dos. Crea una grieta de luz en la que nos permite situarnos y observarnos dentro y fuera de ella. En su personal cosmogonía, somos una reacción química efímera y maravillosa. Una visión que materializa en obras de arte que desde la investigación científica se convierten en experiencias. La fragmentación y la simetría son una constante en las piezas de esta exposición, en la que aborda de manera profunda y reflexiva temas como la empatía, los cuidados y la memoria de los afectos.
Resuelta I y Resuelta II son dos esculturas independientes compuestas por prismas de base triangular que giran lentamente en direcciones opuestas. Surgen como respuesta a Ignota I e Ignota II, obras producidas por la artista durante una residencia en el CNIO (Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas) en las que daba forma al misterio opaco que todavía se encuentra en el interior de las células cancerígenas. En este caso, la transparencia permite ver el funcionamiento de la escultura mientras nos regala nuestro reflejo en un entorno que se reorganiza y desaparece. Un giro lento pero imparable que produce un eco comunicativo entre ambas obras a la vez que emite destellos impredecibles.
Los estudios realizados por Li-Huei Tsai, catedrático del MIT (Massachusetts Institute of Technology), han demostrado mejoras en pacientes con Alzheimer mediante la exposición a ondas de 40 Hz. Inspirada en estas investigaciones y en una experiencia personal profundamente significativa —la pérdida de un ser querido a causa de esta enfermedad—, Clara Montoya desarrolla 40 Hz. Esta obra, que puede ser considerada como posible terapia experimental, invita al público a colocarse sobre unos tatamis de paja de arroz para experimentar las vibraciones emitidas a esta frecuencia por unos altavoces de infrabajos.
En Memento, Clara Montoya realiza retrato doble del artista Abdel Fellah. Un ejercicio a partir del recuerdo de su amigo fallecido sobre el mecanismo de un puzle deslizable. Esta obra evoca una posible reconfiguración de la imagen y una potencialidad a la distorsión o el olvido con la que describe el caprichoso funcionamiento de la memoria. Para la mejor apreciación de los retratos, necesitamos tomar cierta distancia con la imagen. Los píxeles analógicos que componen la obra dan forma así a una figura difuminada, pero más precisa.
Las aguas que bañan la orilla de Nazaré, en el norte de Portugal, producen las olas más grandes del mundo. En ese encuentro de dos corrientes atlánticas enfrentadas emergen las formas del vídeo 69, donde imágenes privadas de escala surgen como tejidos aterciopelados que revelan una psicodelia erógena. Estas imágenes, tomadas durante varios días de grabación para ser expuestas verticalmente, solamente han sido alteradas para crear su eje de simetría. Su disposición silenciosa y dinamismo producen sensaciones que van desde la abstracción inquietante hasta la sensualidad evocadora de uno o más cuerpos que confluyen.
A través de una personal metodología, Clara Montoya extrae la poesía de la realidad respetando la integridad de los materiales. En sus diversas manifestaciones, sus obras nos devuelven la mirada, nos acogen, nos reflejan y atraviesan nuestro cuerpo. Su proceso creativo, intrínsecamente vinculado a la investigación, culmina solo con el montaje de la exposición, momento en el cual cierra su pensamiento en diálogo con el espacio. El título de la muestra —de cuerpo en cuerpo— es un extracto del poema Nunca he muerto, escrito por la artista. Este segmento de uno de sus versos es a la vez deseo y recuerdo, una afirmación inacabada que reconstruye una conexión e invita a reflejarse en ella, en su realidad fragmentada y luminosa.
Roberto Majano
Fechas: Del 1 de febrero al 22 de marzo de 2025
Lugar: F2 Galería, Madrid