En esta ocasión, Detector de Artistas se acerca al trabajo del fotógrafo David Salcedo. Hablamos sobre su manera de entender el arte, sus complicados comienzos y la importancia de la fotografía en su vida.

¿Cómo fueron tus inicios como artista?
Fueron duros, realmente duros, no solo porque cualquier inicio artístico lo sea, si no también por la situación personal en la que me encontraba y que en aquel momento no sabía ponerle nombre. Con el tiempo te vas dando cuenta que toda la ansiedad, lagrimas y comportamientos que a veces rozan lo irracional es depresión. La segunda vez que me cogieron en unos visionados de proyectos me pase todas las noches llorando en la pensión donde dormía en Madrid. Lo peor es que no sabría decirte cuanto tiempo llevaría así, cuando empecé a encontrarme mejor ni me reconocía de lo bien que estaba. Quien me conociera en aquella época debía de pensar que era un bicho realmente raro, asustadizo y muy nervioso, tenían razón. Hubo un momento en el que me tuve que plantear irme a casa de mis padres en la sierra de Caravaca de la Cruz hacer una cura de caminar por la montaña hasta agotarme, salí lesionado del talón. En mi familia lo pasaron realmente mal no solo por lo que intentaba ganarme la vida con algo difícil, si no porque me veían como estaba y yo era incapaz de explicarles que me pasaba. No se como pero todo lo que llevaba dentro explotó entre el invierno y el verano del 2019. Para gran sorpresa mía lo que mas amaba en la vida seguía ahí intacto y muchas cosas que sobraban ya no estaban. Y todo esto en el momento más delicado de una carrera. A todo esto no quiero que esto suene a queja, si tuviera que volver a vivir todo lo que he vivido no cambiaría nada.

Háblanos sobre tu trayectoria.
Empecé a estudiar fotografía con un ciclo formativo de grado medio en instituto Mara de Deu de La Merce de Barcelona. Cuando pude entré a estudiar al instituto de estudios fotográficos de Cataluña donde estudie los 3 años básicos, más uno de especialización y un proyecto de final de carrera. En el último año de estudios tuve la suerte de poder exponer en la antigua galería Kowasa de Barcelona, después lo pude hacer dos veces más. Cuando acabe en el 2009 la crisis me embistió de lleno y no pude aventurarme fotográficamente, por lo cual estuve mucho tiempo trabajando en hostelería en la Costa Brava a un ritmo tan alto que el brazo izquierdo literalmente me revienta.
En el 2012 tengo la suerte de entrar en el colectivo Calle 35 de fotografía callejera y eso me permite ir retomando poco a poco la fotografía. Con lo cual cuando en el 2014 dejo la hostelería, por el brazo, no me encuentro tan solo. A partir de ahí hasta hoy ha sido un continuo fotografiar, equivocarme y crecer. Sobre todo como persona, puede que me llame igual que cuando empecé pero no soy el mismo. Quizás todo fue a un ritmo muy lento, las cosas pasan cuando pasan. No hay nada más, aparte de exposiciones, premios, becas y muchas personas. Vaya y parece que fue solo un instante.

¿Qué temáticas están presentes en tu trabajo?
Necesito trabajar con cosas cercanas, que conozca bien y pueda reconocer sus códigos y formas, que pueda sentir como mías. Cuando hablo de cercano me refiero por un lado al espacio físico de mi casa como en “3”, territorio “Rendición” o con “Ocho puntas”, por otro a aspectos culturales de los mismos “Fuchina” o de mi generación, como por ejemplo “Es solo algo lúdico” o historias que tiene que ver con círculos de amigos como «En el hermoso vuelo de la moneda” e incluso historias generacionales que han marcado a un país como en “Iberia salvaje”. No puedo trabajar con cosas que no conozco me resultan extrañas y ajenas, no me producen tanta curiosidad.

¿De tu trabajo qué pieza destacarías?
No puedo destacar ninguna especialmente. Quizás lo que me hace estar más contento, incluso orgulloso, es de haber realizado una carrera tan ecléctica en cuanto a temas, estilos o planteamiento y que en ningún momento se pueda afirmar que esas piezas no sean mías. Creo que he logrado no quedarme encasillado en un solo truco y no aburrir ni a quien las mira ni a mí. Aunque si puedo decir que a los proyectos cuando más cariño les tengo es cuando los estoy trabajando. En cuanto a carrera parece extraño pero han sido los trabajos que no han tenido tanto tirón en premios o exposiciones los que me han permitido crecer más como autor.

¿Qué es el arte para ti?
En primer lugar para mi lo más importante es cuando tomo fotos del trabajo que me he propuesto y consigo conectarme con algo que parece guiarme y darme indicaciones, algo parecido me pasa cuando me siento en la mesa de edición y me pongo hacer la narrativa visual. Si te soy sincero casi, casi me dedico a la fotografía para estar lo máximo posible en ese estado. Me guio mucho por esa intuición pues es con ella cuando consigo que el trabajo se transforme en otra cosa. Sería muy parecido a lo que decía Garry Winogrand “La fotografía no se trata de lo fotografiado. Se trata de cómo se ve esa cosa fotografiada” solo que en este aspecto a mi me gusta añadirle la narrativa. Por otro lado estoy muy convencido de que el arte es comunicación y que todos tenemos capacidad para zambullirnos en él, en esta dirección le pongo un especial empeño.

¿Puedes adelantarnos algo de tus próximos proyectos?
Hace menos de un mes empecé a autopublicarme bajo el sello de SENCILLA EDITORIAL. La intención es poder hacer publicaciones pequeñas de trabajos que parecen simples pero de surco bastante profundo. Los libros publicados solo se pueden adquirir en mi web y no serán presentados en concurso o premios, las historias que trato no creo que tengan cabida en esos lugares. De momento no tengo intención de publicar a nadie, pero vete a saber lo que pasa.
Por otro lado no dejo de fotografiar y tengo un par de trabajos que considero de vida, uno sobre mi relación con el Sur, entendiendo Sur como todo lo que hay más abajo del Tajo y alejándome mucho de todos los tópicos y premisas. Un trabajo de bares de barrio, que es para mi un legado familiar. Creo que tengo demasiadas cosas empezadas.