La obra reciente de Cristina Megía dirige la mirada, desde el artificio del museo y la obra de arte, hacia el cuerpo y la naturaleza. Lo hace por medio de la pintura en un ejercicio que demuestra su vitalidad todavía hoy, la necesidad antropológica que seguimos teniendo de ella; una pintura que, no obstante, se afirma consciente ya de los caminos trazados por el arte contemporáneo. La artista, desde un pensamiento plenamente actual, no renuncia a la representación figurativa de la realidad: de su realidad, caracterizada, entre otras cosas, por las múltiples referencias a la historia del arte, por su cualidad narrativa y contemplativa, y por el personal registro de poéticas con las que sintoniza: Hopper, Morandi, Balthus.
En esta muestra se presentan grandes formatos paisajísticos, lugares solitarios o habitados, escenarios de historias posibles, personajes detenidos en la quietud del momento captado. Esas escenas, herederas de la gran pintura de historia, ya no narran grandes relatos: susurran gestos observados, fábulas mínimas cuyo sentido último se nos escapa. Se acompañan de bocetos que forman parte de su mundo más íntimo y que dejan atisbar cómo los espacios y los personajes han llegado a habitar sus complejas y serenas composiciones.
Cristina Megía plasma también su profunda mirada en óleos medianos y pequeños; tanto en sus interiores como en sus exteriores parecen producirse acontecimientos (acaso no solo los de la experiencia estética) que quedan fuera del alcance de nuestra mirada. Sus retratos adquieren calidad de icono: el niño, la muchacha, el joven, la mujer. Por contraposición, en la serie Canon, desmaterializa las representaciones icónicas del cuerpo humano desnudo según diferentes épocas y culturas al igualarlas en técnica y formato, aunando la visión desmitificadora a la compasión (la aceptación radical de lo humano) y el humor.
“El trabajo minucioso, la lentitud, no es aquello que caracteriza a nuestra época que es más bien una época de velocidad, de simultaneidad, de no fijarse en nada, de atención desmesurada o desatención desmesurada… y en este contexto, el trabajo de Cristina muestra que, en este tiempo nuestro de velocidad y de virtualidad casi absoluta, la pintura sigue teniendo sentido y sigue diciendo muchísimas cosas con enorme belleza”.
Manuel Fontán del Junco
Acompaña a la exposición la edición del libro De carne y piedra, que recoge textos de Francisco Baena (Director del Centro de Arte Contemporáneo José Guerrero), de Manuel Fontán del Junco (Director de Museos y Exposiciones de la Fundación Juan March) y de la propia autora. Cristina Megía reúne su trabajo reciente y otras imágenes de su universo más íntimo y, en palabras de Francisco Baena, la artista enriquece su discurso plástico con un verbo inflamado de poesía y pensamiento.
«De carne y piedra»
Comisariado: Manuel Fontán del Junco y Paco Baena
Fechas: Hasta el 21 de enero de 2024
Lugar: Palacio de Condes de Gabia, Granada