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Luciano Denver

Written by: Artistas

DENVER, EL HACEDOR DE PAISAJES

Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con  imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos (…). Poco  antes de morir descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara.

Jorge Luis Borges: El hacedor

I

Miro paisajes que recrean terrenos arenosos, cordilleras, desembocaduras… Todos ficticios, imaginarios, pertenecientes a Geologías del yo, la más reciente serie del artista visual argentino Luciano Denver (Junín, 1975). Son invitaciones a no restringir la idea del paisaje a lo visible.

En el idioma inglés hay un vocablo que resume mi impresión al ver estas composiciones: Inland.

Esta palabra, traducida al español, quiere decir “tierra adentro”, y su significado está asociado con adentrarse en el territorio, penetrarlo, descubrirlo, algo que Denver hace con esta propuesta, solo que su inland no busca horizontes, sino profundidad.

No se trata de elaborar una cartografía –el trabajo de Denver es lo opuesto a la frialdad de la exactitud–; se trata de caminar buscando sentir.

‘Luciano Denver en su estudio. Foto: Cortesía del artista. 

II

Con Geologías del yo, Luciano Denver demuestra su talento como hacedor de paisajes. Solo que ya no son lugares reconocibles, detectables. Han desaparecido los carteles de Bogotá Rewind, las cabañas y la vegetación tropical de República del Caribe, la brutalidad de la arquitectura como pilar en República de los Andes, el contraste estremecedor de las construcciones insertadas en la selva de República del Amazonas y las casas icónicas rodantes de su serie anterior Vámonos. Ahora Denver nos conduce por paisajes que ilustran, además, el interior de la tierra, compuestos por quien intenta descubrirnos qué hay dentro de sí mismo.

“Hay varias razones por las que decidí ir hacia adentro, y es porque necesitaba hablar de mí. En toda mi obra anterior uno podía ver las capas superficiales del mundo, ciudades, el Caribe… Con estas piezas quiero detallar un mundo propio, una invención…”. 1

Pero, ¿dónde está el yo en estos paisajes en los que predominan colores tenues y un craquelado que nos hace recordar las pinturas renacentistas…? Está en la intención del artista de desprenderse de los elementos visuales distintivos de su poética anterior. En dejarnos ver la magnitud de su cambio: Denver ha sustituido los carteles de neón por la aridez, los colores estridentes por los pasteles, las casas por entradas a cuevas, las luces de ciudad por el filo zigzagueante de los Andes, símbolo perenne en su obra: “Los Andes me hacen sentir el universo, lo pequeño que es el ser humano. Esas montañas andinas me dan todo: los colores, la calma, la ausencia de arquitectura… La arquitectura pasa a ser la montaña”.

Aquí el Yo se encuentra en la idea de un paisaje construido a partir de uno mismo.

‘Teatro de los pigmentos’ (Geologías del yo, Luciano Denver, 2024).

El trabajo de Denver es autoficcional, pues cada uno de los elementos que componen sus obras fue visto y fotografiado por él en sus viajes e investigaciones. Las piezas son registros de sus estancias, de su camino, como quien hace un collage a partir de aquello que ha habitado. Y así, como otrora los navegantes y viajeros llevaban vegetación y fauna a otras partes del mundo como testimonio de sus hallazgos, Denver –una especie de Marco Polo contemporáneo– se guarda en los bolsillos las montañas y rocas que va viendo, las lunas, las casas, las plantas y animales, como un filatélico que desea atesorar las más bellas estampas para construir un álbum de merveilles.

Luciano Denver excava en su terreno personal con su más reciente serie, conformando una muestra que podemos entender como un conjunto de autorretratos. Autorretratos como esa técnica norteamericana del patchwork en la que se superponen fragmentos de tela para hacer una manta con determinados diseños y geometrías, solo que aquí se trabaja con retazos del mundo recorrido por el artista. Denver manipula la realidad y la recompone, la imagina, legándonos espacios artificiales, paradisiacos en ocasiones, donde experimentar sensaciones de felicidad, miedo, soledad o vacío. Fragmentos de sitios reales que, deconstruidos y luego resignificados, nos trasladan a regiones imaginarias donde podemos habitar metafóricamente.

Las piezas de Geologías del yo han sido conformadas con la misma técnica de sus obras anteriores, a través de la práctica del collage, tan desarrollada que roza la perfección; solo que ahora, en vez de papel fotográfico, se imprimen sobre tela y gesso.

Dice Denver: “Los cielos están hechos con fotos a una pared”.

Y uno se lo imagina, fotografiando con su cámara Fuji X-Pro2 la pared despintada donde predomina el celeste o el azul maya. La pared que será luego recortada, colocada, imaginada por él –y por nosotros– como un cielo.

¿Qué hay dentro de la isla que somos?

‘El alambique’, (Geologías del yo, Luciano Denver, 2024).

III

Si algo distingue estas Geologías… es la capacidad de utilizar fotografías de lo común (paredes, rocas, suelos, cordilleras), de lo que puede parecernos carente de belleza, para generar desconcierto, nostalgia, melancolía… Paisajes que sí poseen la belleza y el misterio de los desiertos antes del anochecer y el azul de los manantiales ocultos, ese rojo definitivo del sol cuando abandona una parte del mundo.

Estos denvers contienen el misticismo de las regiones imposibles, inalcanzables, borradas del mapa, y que hoy solo conocemos por la literatura. Pienso en Los jardines colgantes de Babilonia. Pienso en la Atlántida. En los reinos de Arabia engullidos por las arenas, convertidos en yardangs y polvo quemado. Pienso en Babel, en todos esos lugares que hoy forman parte del imaginario popular, pero que solo podemos intuir, forzando nuestra imaginación a través del deseo de hacerlos realidad. Estos espacios imaginarios de Denver también nos hacen desear que existan, nos hacen preguntarnos: ¿cuándo es más real un lugar, cuando existe o cuando deseamos su existencia?

‘Cuando rozas dos rocas amarillas hasta hacer polvo’, (Geologías del yo, Luciano Denver, 2024). 

IV

En Geologías… vemos búnkeres, espacios soterrados o entradas que el artista define como “portales de ingreso”. En estos lugares hay elementos de los sistemas industriales (tuberías, mecanismos de drenaje y desagües) que la tierra filtra y digiere, con su apetencia oscura de materia y vida. Son metáforas de la destilación, de los procesos en los que el artista absorbe del mundo para metabolizar y hacer(se).

Arriba, en la superficie, se desarrollan hechos y procesos que solo podemos comprender y solucionar en nuestro interior. Cada quien es un terreno, una geología, un complejo de capas que se formaron a través del tiempo. Capas de olvido, de culpas, de perdón, de amor, de intentos… Un terreno que recibe y soporta, que absorbe. Estamos llenos de materia externa que consumimos voluntaria o involuntariamente. Y eso nos hace. Nos define.

En esta serie, el protagonismo lo tienen pequeños montículos de polvos de colores: azules, verdes, amarillos y rojizos. La tierra es también una maquinaria, proponen estas Geologías… Debajo de nosotros se están formando colores que veremos en décadas. Denver parece querer decirnos: se están formando silenciosos diamantes rosados y silenciosas esmeraldas… Todo sucede tan lento que es imperceptible, por debajo del bullicio del mundo.

Y uno entiende que su trabajo está yendo en una dirección más espiritual y mística. El color de cada flor que vemos, lo conformó un bulbo bajo tierra. Y Denver nos invita con Geologías del yo a pensar en esa belleza de los procesos internos, en el dolor que puede acompañarlos y en el tiempo que nos toma aceptarnos a nosotros mismos.

“Pienso en situaciones que se van armando con pedazos de fotos, es mi forma de armar mi trabajo. En este caso, para poder llevarlo a un lugar más manual. Sobre tela untada con gesso imprimo, en una máquina. A esa impresión le unto barnices mates y brillantes. Luego las obras tienen una erosión, un desgaste, que dialoga también con el desgaste personal de la vida del artista”.

Geologías del yo será para algunos un laberinto de esos lugares en los que quisieron estar alguna vez y no pudieron. Para otros, quizá, sean la oportunidad de plantar bandera en lo más alto de las montañas, para gritarle a la pared –el cielo–, lo que llevan dentro.

‘Una piedra que me hace pensar en un azul que no existe…’,  (Geologías del yo, Luciano Denver, 2024). 

V

Yo, Luciano Denver, los colmillos azules de los Andes mordiendo las nubes a cuatro mil metros de altura.

Yo caminando los suelos ocres de Junín.

Yo viendo el Mediterráneo, con el sol que broncea los peñascos de Teriasca, donde nacieron mis bisabuelos hace más de ciento cincuenta años…

Yo bajo las montañas rojas y negras y grises de Jujuy y Garganta del Diablo, en Salta. Y yo, también, bajo las sombras de esas montañas.

Yo viendo por primera vez los colores de Roma y Florencia, a mis 26 años.

Yo fotografiando las piedras de Purmamarca, las piedras de Cusi Cusi, los atardeceres de Iruya.

Yo viendo el cielo en el azul desmigajado de esa pared de la casa de Agustina, en Junín, donde creció mi madre.

Yo por los caminos de Rinconada y Susques.

Yo fotografiando los pucarás de Tilcara, las nieves derretidas de Cachi, las lunas blancas…

Yo dibujando una casita, como quien quiere construir una parte del mundo, de sí mismo, cuando el arte era solo un sueño…

Yo también, como Baudelaire, habitando paraísos artificiales…

Yo en el asiento de atrás, escuchando a Yupanqui que me canta: “Es demasiado aburrido seguir y seguir la huella”.


 

Etiquetas: , Last modified: 20 diciembre, 2024