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La pasada semana se presentaba «Deshacer una montaña, hacer otra», la nueva propuesta de Chema Rodríguez, que cuenta con la colaboración y apoyo de Jordi Pallarès, en Untagged Art Domo Sevilla. La exposición articula un diálogo fascinante entre la acumulación y la pérdida, el ascenso y el descenso, lo construido y lo destruido, estableciendo un marco conceptual donde la montaña emerge como metáfora central de nuestros ciclos vitales y creativos, y que de alguna manera nos induce a una reflexión profunda sobre la obsesión como metodología creativa.

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«Deshacer Una Montaña, Hacer Otra» Chema Rodríguez en Untagged Art Domo Sevilla

Esta semana se presentaba «Deshacer una montaña, hacer otra», la nueva propuesta de Chema Rodríguez, que cuenta con la colaboración y apoyo de Jordi Pallarès, en Untagged Art Domo Sevilla. La exposición articula un diálogo fascinante entre la acumulación y la pérdida, el ascenso y el descenso, lo construido y lo destruido, estableciendo un marco conceptual donde la montaña emerge como metáfora central de nuestros ciclos vitales y creativos, y que de alguna manera nos induce a una reflexión profunda sobre la obsesión como metodología creativa.

Rodríguez y Pallarès construyen un discurso curatorial de notable densidad intelectual que parte de referencias aparentemente dispares pero hábilmente entrelazadas. Desde la música de Bjork hasta el teatro de Samuel Beckett, pasando por el cine de Spielberg, cada una de las referencias va sumando capas de significado a una narrativa que va un paso más allá de la contemplación artística. El proyecto de Rodríguez juega magistralmente con la idea del espacio expositivo como escenografía viva, donde el espectador abandona su papel pasivo para convertirse en protagonista de ese «poema trágico para ser silbado», como lo define el propio comisario, a raíz de la obra «El Público» de Federico Gª Lorca. Las obras van «mutando» transformadas por la experiencia del público, de esta manera se consigue que el siguiente espectador no vea la mismo que el anterior.

Un aspecto que destaca es la propia capacidad para transformar el hecho expositivo en un ejercicio de dramaturgia espacial. El público no solo observa, sino que participa en una acción coral de construcción, destrucción, transformación y cambio casi simultáneas, creando una dualidad que se convierte en el eje vertebrador de toda la muestra. Esta participación activa del espectador no es un mero recurso expositivo, sino que forma parte integral del discurso sobre la obsesión como necesidad metodológica que Chema Rodríguez viene desarrollando desde hace tiempo en su trabajo. Especialmente notable es el tratamiento del sonido y la escucha como elementos vertebradores del discurso expositivo, introduciendo una reflexión profunda sobre la pérdida auditiva, haciéndonos tirar de empatía y añadiendo también una capa adicional de significado a la experiencia. El espacio se convierte en un lugar donde «escuchamos con los ojos» y donde las palabras «se acumulan en montículos», creando una dimensión sensorial que va más allá de lo visual. La materialización de estas ideas se plasma de manera especialmente potente en las piezas que Rodríguez despliega por el espacio expositivo. Los cilindros de cerezo funcionan como dispositivos de comunicación en constante transformación, donde los mensajes inscritos en ellos van mutando a lo largo del tiempo expositivo, estableciendo un diálogo dinámico y cambiante con cada visitante. Particular interés despierta la instalación sonora donde una rampa se convierte en escenario del descenso de cantos rodados, cuyo tránsito queda registrado sobre papel, transformando el sonido en huella gráfica. Este ejercicio de traducción sensorial, donde el movimiento y el sonido se materializan en marca visible, conecta directamente con las reflexiones sobre la escucha que atraviesan toda la propuesta.La narrativa curatorial juega constantemente con la idea de los ciclos y las repeticiones, muy en la línea de lo que nos tiene acostumbrados Untagged Art Domo.

Como los personajes de «Encuentros en la tercera fase» que modelan compulsivamente una montaña que desconocen, la exposición nos invita a reflexionar sobre nuestras propias obsesiones y la manera en que estas moldean nuestra relación con el mundo. El texto curatorial mismo se convierte en un ejercicio de acumulación y descenso, de construcción y destrucción, fundiéndose de manera mimética con el concepto general de la muestra. La incorporación de elementos aparentemente anecdóticos, como el sampietrino (adoquín romano) extraído y posteriormente confiscado, sirve como metáfora perfecta de cómo los objetos y las historias que los acompañan forman parte de narrativas más amplias que nos pertenecen a todos.

Esta idea de la propiedad compartida de las historias y las experiencias se refleja en toda la exposición, donde cada elemento parece formar parte de una narrativa mayor que trasciende el espacio y el tiempo de la muestra. El proyecto de Rodríguez, artista que ha hecho de la experimentación material y conceptual su seña de identidad, bajo la mirada de Pallarès, consigue algo extraordinariamente difícil: convertir la obsesión en método sin perder la poesía en el proceso, que nos obliga a saltar, a soltarnos y deslizarnos pendiente abajo, entregándonos al impulso natural de la gravedad, como quien se libera de ataduras. Este soltar el control, curiosamente, nos permite entender mejor cómo funcionan nuestra creatividad y nuestra vida. Desmontar es tan valioso como construir. Y en este vaivén entre crear y desarmar quizás encontramos la auténtica naturaleza del proceso creativo.


Fechas: Del 15 de febrero al 19 de abril de 2025
Lugar: Untagged Art Domo, Sevilla

Etiquetas: , , Last modified: 20 febrero, 2025