Andrea Casanova [Santiago, Chile, 1981]. Vive y trabaja en Valencia. Diplomada en Fotografía analógica por la Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile (2008). Licenciada en Bellas Artes y en Pedagogía en artes visuales por la Universidad Finis Terrae, Santiago, Chile (2009). Máster en producción artística por la Universidad Politécnica de Valencia [UPV] (2020). Postgrado especializado en UX/UI, marketing digital y desarrollo web front-end por la Escuela Superior de Arte y Tecnología [ESAT], Valencia (2023). Su obra se nutre constantemente de la recolección de objetos que encuentra en su camino, hallazgos que tienen especial importancia, debido a la propia memoria de los objetos, objetos que de alguna manera la llaman y la invitan a contar nuevas historias a través de ellos. Collages y ensamblajes, donde combina texturas y objetos con capas de pintura. Se mueve sin prejuicios entre lo figurativo y lo abstracto.
PAC – Te proyectas desde Valencia. ¿Te hubiera gustado cambiar de lugar y hacerlo desde allí?
Andrea Casanova – Soy chilena y siempre he sentido la necesidad de explorar el mundo. En 2019, llegué a Valencia para cursar el máster en producción artística de la UPV. La llegada de la pandemia extendió mi estancia y, de este modo, comencé a radicarme aquí. Esta decisión cambió mi vida por completo.
Pasar de una corta estadía a establecerme y comenzar de cero en todos los aspectos, no solo en lo artístico, ha sido un desafío. Reconstruir redes de apoyo, amistades y un entorno laboral no es fácil, y el circuito artístico valenciano puede ser bastante cerrado. Es cierto que hay pocas oportunidades para quienes somos de fuera.
Sin embargo, a pesar de los retos, he encontrado en Valencia un espacio vibrante y lleno de posibilidades. La comunidad artística aquí es apasionada y colaborativa, y he tenido la fortuna de conectar con artistas y profesionales que han enriquecido mi práctica y me han inspirado a seguir creando. Valencia, con su rica historia y diversidad cultural, se ha convertido en un lugar que ha ampliado mi visión y me ha impulsado a crecer tanto personal como artísticamente.
PAC – ¿Crees que tu trayectoria habría sido la misma?
Andrea Casanova – Definitivamente no. En Chile, tengo una trayectoria activa, siempre exponiendo y participando en el circuito artístico nacional. Salir de mi zona de confort y trasladarme a España me ha permitido crecer enormemente como persona, enfrentar los desafíos de insertarme en la sociedad española, con sus buenas y malas experiencias, ha sido muy enriquecedor para mi trabajo artístico.
Ahora soy más consciente de lo que quiero comunicar y de los símbolos que elijo para expresar esas experiencias en el lienzo. Este proceso me ha ayudado a transformar lo que podría haber sido un mero capricho autobiográfico en algo que resuena con otras personas.
PAC – ¿Qué te impulsa a dedicarte a la práctica artística?
Andrea Casanova – El impulso de dedicarme a la práctica artística nace desde el estómago, es como si tuviera algo en las entrañas que pide salir a gritos. Es un sentimiento difícil de identificar, pero siempre está presente. Todo comienza con una recolección inconsciente; me encuentro con objetos en mi camino que parecen pedirme ser rescatados. Así es como, sin darme cuenta, empiezo a acumular cosas: libros, texturas, papeles, y ahora incluso vajilla rota. Cada uno de estos objetos tiene una huella, una carga de vivencias que quiero reorganizar para contar nuevas historias.
El collage y los ensamblajes siempre han sido parte esencial de mi pintura y de mis montajes expositivos. Me permiten articular esas historias de una manera que trasciende lo personal y conecta con experiencias más universales.
PAC – ¿Qué ansiabas?
Andrea Casanova – Cuando organizo el material y empiezo a componer, surgen muchas ideas y sensaciones, y siento una gran ansiedad por ver los resultados, y llegar al punto donde puedo dejar de mirar la obra como algo propio, distanciarme y observarla como si fuera de otro. A veces, la miro a través de un espejo o en fotografías, y es ahí cuando empiezo a encontrar cosas que antes no veía.
Me encanta este proceso porque, en él, puedo revelar elementos que no estaban planeados, cosas que emergen desde el inconsciente y que pueden derivar en nuevas investigaciones. Es un momento de conexión profunda con mi obra.
PAC – ¿Lo encontraste?
Andrea Casanova – Estoy en constante búsqueda. No puedo decir que he encontrado algo definitivo, porque la práctica artística es un proceso que siempre está en mutación. Hay épocas en las que no pinto, porque estoy lidiando con procesos mentales menos complejos (sarcasmo), como sobrevivir a la crisis de la vivienda, convertir una pequeña habitación en mi estudio o tener trabajos alternativos para mantenerme.
Afortunadamente, todas estas adversidades se convierten en material directo para alimentar esa búsqueda continua que desarrollo a través del arte. A veces siento que mi espacio de trabajo refleja ese caos inevitable de la vida, donde las ideas, bocetos y proyectos se acumulan en un desorden creativo. La verdad es que, si algún día un artista encontrara su propósito final, quizá dejaría de hacer arte, porque la esencia de lo que hacemos está en esa exploración constante.
PAC – ¿Qué crees que puede mejorarse en el Sistema del arte?
Andrea Casanova – Todo es mejorable en el sistema del arte, empezando por las políticas públicas y privadas, que tienen un impacto directo en lo más esencial: la educación. El trabajo de un artista visual no se reduce a pintar cuadros y venderlos, ya que eso convertiría al arte en simples objetos de consumo. Hoy en día, parece que el éxito de un artista depende casi exclusivamente de su capacidad para comercializar su obra, pero el arte es mucho más que eso.
Si tanto las políticas públicas como las privadas incluyeran el arte en proyectos urbanos y comunitarios de manera más activa, se podrían contratar artistas para realizar intervenciones que inviten a la reflexión, y no solo para decorar espacios. Así, el arte podría tener un impacto más profundo en la sociedad, creando diálogos y reflexión, en lugar de ser meramente ornamental.
También es necesario abrir el circuito artístico para dar más oportunidades a artistas emergentes y extranjeros. Actualmente, el acceso a este circuito está muy condicionado por los contactos y las relaciones adecuadas, lo que limita que muchos talentos puedan dar a conocer su trabajo.
En mi caso, siempre he diversificado mi práctica artística combinando la venta de obras con la enseñanza en colegios y talleres particulares. Sin embargo, cuando llegué a España y traté de homologar mis títulos como profesora, me encontré con una barrera que me impidió continuar enseñando en colegios. Formar a niños durante más de diez años ha sido una de mis mayores satisfacciones, y hace poco recibí una carta muy emotiva de una exalumna agradeciéndome por introducirla al mundo del arte y motivarla a seguir en ese camino. Otro alumno me comentó: «Si no hubiéramos tenido la formación artística que nos brindaron, no habríamos descubierto el mundo del arte«.
En Chile, enseñé arte en un colegio en riesgo social, lo que fue un desafío al inicio, ya que era mi primer trabajo. Sin embargo, junto con profesores de otras áreas como lenguaje, música e historia, formamos un equipo para planificar actividades en conjunto. Los estudiantes de ese colegio, muchos de ellos viviendo en entornos violentos, se beneficiaron de iniciativas como el taller de serigrafía y cómics que organicé. Aunque empezaron muchos, finalmente fueron doce los que continuaron, y con ellos iniciamos un camino de práctica y apreciación artística. Muchos de esos estudiantes eligieron carreras relacionadas con el arte o lo incorporaron en otros aspectos de sus vidas. Sin esa formación artística, estoy segura de que su realidad sería diferente.
La educación es clave para cambiar el enfoque mercantilista que se le da al arte hoy en día.
Finalmente, el sistema de autónomos también es un obstáculo importante. Las cuotas fijas y los altos impuestos que deben pagarse, vendas o no tus obras, desmotivan a muchos creadores. Vender arte no es como vender productos de consumo rápido, y debería haber un modelo más flexible que apoye a los artistas según sus ventas reales. Un sistema más justo sería crucial para fomentar la creación artística y permitir que los artistas puedan vivir realmente de su trabajo.
PAC – ¿Qué deberíamos aportar y eliminar al Sistema?
Andrea Casanova – Definitivamente, lo primero que se debería eliminar en el sistema del arte es el IVA aplicado a las obras y las cuotas fijas de autónomos para los artistas. Muchos de nosotros tenemos que recurrir a trabajos alternativos para financiar nuestra práctica artística, la venta de arte suele tener una retribución lenta, lo que hace que esas cargas fiscales fijas sean una barrera adicional para el desarrollo artístico.
En cuanto a lo que se debería aportar, creo que se deberían facilitar más herramientas para la autogestión. Un buen ejemplo sería la organización de ferias de arte específicamente diseñadas para artistas, donde el coste de participación sea accesible, similar a los mercados que se realizan en Valencia, pero enfocados en artistas emergentes valencianos y también en la comunidad extranjera que vive y contribuye a la cultura local. Esta es una idea que constantemente me ronda la cabeza, pero soy consciente de que emprender un proyecto así requiere tiempo, recursos y colaboración.
Este enfoque no solo promovería la visibilidad de los artistas emergentes, sino que también fomentaría un espacio inclusivo y de apoyo mutuo para quienes encuentran obstáculos en el sistema actual.
PAC – Asociacionismo profesional ¿qué opinas?
Andrea Casanova – Estoy completamente de acuerdo con el asociacionismo profesional, ya que fomenta la colaboración entre artistas, compartiendo habilidades y recursos para potenciar el trabajo colectivo. Me gusta citar a la filósofa Marina Garcés, cuando dice que la dimensión común de la existencia humana no se reduce a una identidad individual o aislada, sino a la potencia de compartir lo que nos separa, haciendo énfasis en la colaboración y en la vida compartida. (Un mundo común)
Hay múltiples maneras de asociacionismo, compartir estudios, crear cooperativas, organizar exposiciones colectivas y comisariados múltiples. Un ejemplo cercano de esto es mi participación en la Asociación Casa Sur, una iniciativa de laboratorio artístico en Madrid. En este espacio, sus directores gestionan proyectos y concursan para obtener subvenciones que representan a cada uno de los miembros del colectivo, convocando a exposiciones colectivas financiadas por el sector público y privado. Esta red de apoyo no solo facilita la autogestión, sino que nos permite a los artistas enfocarnos en nuestra práctica creativa, sabiendo que contamos con un respaldo estructural y organizativo.
Trabajar en un entorno así refleja cómo el trabajo en equipo es crucial en el mundo del arte, ya que amplía las oportunidades, fortalece el sentido de comunidad y permite acceder a recursos que, de forma individual, serían mucho más difíciles de conseguir.
PAC – Háblanos un poco de tu trayectoria.
Andrea Casanova – Desde que comencé mis estudios de Bellas Artes en Chile en 2006, nunca he dejado de pintar, Mi recorrido artístico ha estado marcado por la colaboración en colectivos, en los cuales trabajé principalmente con compañeros de taller. A lo largo de mi vida, he pasado por distintos talleres, y esta estrategia de trabajo en conjunto me permitió descentralizarme del individualismo inherente al arte, enriqueciendo mi práctica a través del intercambio de diferencias y similitudes con otros artistas.
Algunos de los proyectos que más cariño les tengo fueron: “La melancolía y lo oculto de las cosas”, exposición colaborativa con mis colegas del colectivo Taller 72, donde exploramos aspectos más íntimos de la existencia. Y otro fue la exposición “Herencia”, una muestra dual que realicé con la colección de arte de mi padre, Salustiano Casanova, un destacado coleccionista chileno. En ese proyecto, pude conectar con la esencia de lo que me llevo a estudiar arte, que fue vivir en mi propia galería de arte, rodeadas de más de trescientas obras de distintos artistas y todos del mismo formato.
A menudo participo en concursos de pintura y he sido premiada en algunos de ellos. Ahora, en España, estoy retomando esta actividad, habiendo sido seleccionada en algunos certámenes en Extremadura, Asturias y Cataluña.
PAC – Defínete mediante hashtags o etiquetas.
Andrea Casanova – #ArteContemporáneo #CollageEnsamblaje #RecolecciónDeObjetos #CondiciónHumana #RuinasUrbanas #VentanasCirculares #MaterialidadSimbólica #MicroAltares #TexturasYMemoria #CreaciónIntrospectiva #CódigosVisuales #TransformaciónDelObjeto #ArteYMelancolía #HistoriasDeResiliencia #SimbologíaDelCuervo #NarrativasVisuales #ObjetosCotidianos #ArteYSimbolismo #ViolenciaInvisible #ViolenciaSutil #ViolenciaDomestica #ArteConsciente #NuevosRelatosVisuales
PAC – ¿Cuáles son los temas de tu trabajo artístico?
Andrea Casanova – A lo largo del tiempo, los temas de mi trabajo artístico han mutado, pero siempre se han centrado en la condición humana y sus complejidades. Desde mis inicios, me interesó la representación de la ruina, donde los muros desgastados develaban vestigios de la existencia humana y su inevitable impermanencia. Este enfoque se fue transformando en las «ventanas circulares«, que representan un escape de este plano tan vertiginoso hacia una dimensión más contemplativa, casi zen, ofreciendo una pausa necesaria para la reflexión y la quietud. Constantemente vuelvo a esas series, el año pasado hice una inspirada en Valencia y sus paisajes, destacando la azulejaría y las picarasas que son aves de la familia de los córvidos.
Me gusta pasearme entre lo figurativo y lo abstracto sin prejuicios, porque los problemas de pintura son de la pintura y se resuelven independientemente del discurso.
Hoy en día, mi trabajo sigue evolucionando, y me estoy enfocando en procesos más íntimos, revelándolos mediante materiales no convencionales. La técnica que utilizo siempre ha estado marcada por el collage y el ensamblaje, donde combino texturas y objetos con capas de pintura. En este sentido, mi trabajo tiene una conexión con el Nuevo Realismo, una corriente artística de vanguardia que utilizaba objetos reales en sus obras para hablar de lo cotidiano y lo simbólico. Mis piezas se nutren constantemente de la recolección de objetos que encuentro en mi camino, objetos que de alguna manera me llaman y me invitan a contar nuevas historias a través de ellos.
Mis obras están llenas de símbolos y códigos propios, entre los cuales el cuervo es uno de los principales. Aunque el cuervo suele estar asociado a la muerte o lo oscuro, yo lo utilizo con un significado completamente diferente, pero eso es un tema para otra conversación.
El proyecto más reciente en el que estoy trabajando aborda la violencia en sus múltiples formas y cómo esta permea todos los aspectos de la vida cotidiana, a menudo de manera tan sutil que terminamos aceptándola, ejerciéndola y normalizándola.
Actualmente, estoy desarrollando una serie de muchos módulos de 40 x 40 cm, en los que hago composiciones con objetos domésticos y cotidianos rotos, como vajillas, cerámicas, frases truncadas y pensamientos recurrentes. Estos módulos funcionan como páginas de un diario de vida que narran la violencia de género, la violencia vicaria, la violencia migratoria, entre otras formas de violencia. Cada módulo tiene su propia carga emocional, pero cuando se agrupan en conjuntos de cuatro, nueve o dieciséis, revelan estados emocionales y experiencias compartidas, creando un relato más profundo sobre
la violencia y su presencia en nuestras vidas.
La idea detrás de estos módulos es reflejar cómo cada fragmento de violencia, aunque aparentemente aislado, forma parte de un sistema mayor que afecta a nuestra cotidianidad y relaciones. Es mi manera de desvelar lo que muchas veces permanece oculto y silenciado.
PAC – ¿Algún proyecto, pendiente, que te gustaría realizar?:
Andrea Casanova – Actualmente, estoy inmersa en el proyecto que mencioné antes: la serie de módulos de 40×40 cm, en la que exploro la violencia en sus múltiples formas y manifestaciones cotidianas. Mi objetivo es seguir explorando nuevas formas y objetos para desarrollar un lenguaje plástico en torno a este tema. Creo que la violencia es algo intrínseco en todos nosotros; todos somos, en algún momento, tanto víctimas como verdugos.
Con esta serie, estoy participando en certámenes a nivel nacional con la esperanza de ser seleccionada y dar a conocer mi trabajo a un público más amplio. Además, estos certámenes son una excelente plataforma para atraer la atención de algún comisario o curador que se identifique con mi propuesta artística y que pueda invitarme a participar en proyectos colectivos o individuales.
En cuanto a proyectos pendientes, uno de mis principales objetivos es rehacer mi página web. En 2022, comencé a estudiar diseño de páginas web con el propósito de crear mi propio portafolio, y mi actual página es el resultado de ese aprendizaje. Con el tiempo, me interesé aún más en este campo, lo que me llevó a estudiar un posgrado en desarrollo web front-end y diseño UX/UI, un mundo que me ha fascinado. Creo que también existen posibilidades de expresión artística dentro de este ámbito, y no descarto utilizar estas herramientas en el futuro con fines artísticos.
PAC – Un deseo
Andrea Casanova – Mis deseos abarcan tanto lo personal como lo global, y aunque no siempre son alcanzables, me impulsan a trabajar hacia ellos. Un deseo que tengo a nivel personal es estar más cerca de mi familia, no en lo físico, sino en lo espiritual. Quiero mejorar la comunicación y el entendimiento mutuo, sentirnos más conectados pese a la distancia. Esa desconexión, que a veces parece inevitable, me duele, y creo que forma parte de una violencia sutil que afecta nuestras relaciones más cercanas.
Vivimos en un mundo lleno de fracturas y desigualdades que, aunque parecen cotidianas, son brutalmente violentas. Deseo que se frenen los éxodos masivos de personas que abandonan sus hogares, buscando lo que sus países no pueden ofrecerles: necesidades básicas, oportunidades, una vida digna.
Deseo que acabe la guerra en Gaza, y con ella, todas las guerras. Esa violencia que destruye vidas y comunidades, mientras que desde lejos se toman decisiones políticas que afectan a los más vulnerables.
Deseo que la gente pueda vivir en condiciones dignas, porque es irónico que, mientras el banco no permite que más del 30% del salario se destine a una hipoteca, estamos destinando el 60% en alquileres. ¿El problema está en la especulación, el mercado o los salarios bajos? Sea cual sea la causa, es profundamente violento.
Deseo que la gente sea más autocrítica, que nos cuestionemos si somos responsables del sufrimiento de otros. Que eduquemos en valores fundamentales, para que dejemos de enfrentarnos por radicalismos o ideologías que repetimos sin pensar. Porque cada vez que nos aferramos a ellas sin reflexionar, estamos perpetuando un ciclo de violencia.
Todo esto es violento. Mi deseo más profundo es que la violencia, tanto la evidente como la invisible, deje de ser el motor que mueve al mundo. Que podamos construir un lugar donde la dignidad sea un derecho, no un privilegio, y que el arte, incluido el mío, pueda contribuir a este diálogo de transformación.