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Bartolomé Limón

Escrito por: Artist Interviews Artistas

Entrevista a Bartolomé Limón

Aprovechamos la presencia de Bartolomé en Madrid para la instalación de la pieza “Elegy for Cruising” en la muestra STIGMATA para hablar de Hal Fischer, el Hanky Code, VIH  y cine entre muchas otras cosas.

PAC – Han pasado más de cuatro décadas desde Gay Semiotics de Hal Fisher hasta tu serie Hanky Code, ¿cómo te has enfrentado a esta pieza desde este gap generacional y qué crees que has podido aportar?

B.L. – Hal Fisher es, en realidad, mi punto de partida. Hanky Code en su totalidad tiene que ver con el trabajo de Fisher, al que siempre vuelvo. Justo en el año en el que empiezo esta obra -2016/2017- se cumplieron cuarenta años de Gay Semiotics. ¿Qué es aquello que desarrollo en mi obra a partir de Fisher? Para empezar, la explicitud, que para mí era una cuestión central: otra manera de entender la sexualidad que está directamente relacionada con el avance. Aunque considero que es bastante difícil aportar algo a Fisher, y a su trabajo centrado en la disección de esta particular semiótica. De él aprendí muchísimo y yo lo que he hecho ha sido ampliar lo que él propuso y darle color ya que su trabajo es en blanco y negro.

Hanky Code (S&M) © Bartolomé Limón

PAC – A mi modo de ver, creo que has introducido una dimensión narrativa a través de los personajes que aparecen en los pañuelos, de la que estaba exenta la pieza de Fisher, eminentemente conceptual.

B.L. – Mi punto de partida también es conceptual. Siempre me ha interesado el arte conceptual. Sigo aprendiendo muchísimo del arte conceptual y a la hora de plantear las obras muchos de los preceptos de esta rama del arte y de artistas como Lawrence Weiner, Art & Language … están presentes siempre. Como por ejemplo el hecho de abordar la obra como la lectura de un libro, como un acto de aprendizaje. Así mismo, yo provengo de otra manera de entender las imágenes, tengo mucho que ver con el comic o con otras maneras de narrar que me interesan y me inspiran de ahí la dimensión narrativa de la que hablas. El sentido del color que yo aporto es “color” en todas sus vertientes, incluyendo sentido de calidez fundamentalmente, pero también desde el medio (el bordado), que me parece bastante importante. Un desarrollo dicotómico: crear algo muy conceptual en la forma pero muy cálido en la práctica.

PAC – Mónica Calderone reflexionando acerca de la Violencia Simbólica (Bordieu) indica que: en un mundo que funciona a través de lenguajes y códigos, las nociones de dominación, violencia y lucha son parte del vocabulario perteneciente a lo constitutivo de los social en el que lo simbólico es algo inherente. El lenguaje, como generador de subjetividades y espacios de negociación es una de las claves de tu trabajo.

B.L. – Siempre me ha interesado mucho el lenguaje. Mi trabajo participa de manera directa de la idea de cómo el lenguaje se construye y se invisibiliza. Cito a Wittgenstein: “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. Siempre me ha interesado la máxima “lo que no se nombra no existe” y el carácter performativo del lenguaje. Mi intención es explicitar precisamente lo que no se nombra o lo que da miedo nombrar. Hablo de practicas muy explicitas que han sido enterradas como un tabú por la sociedad, que no se nombran. Y esto es lo que me da pie a nombrar algo que todavía alguien podría catalogar de muy explicito e incluso de hiriente, aunque para mí haya perdido casi por completo esta condición, quizás por el hecho de trabajar sobre ello. También tiene que ver que siempre busco la belleza en ellas. Al final mi formación es en Bellas Artes, en Sevilla, por lo que me han educado en buscar la estética y la belleza de las imágenes. Por eso a veces entran de
una manera más fácil. Estamos hablando de prácticas que resultan complejas, y la estética y la belleza ayudan a que se salten un poco aquella catalogación de la jerarquía sexual que planteaba Gayle Rubin donde lo primero y más aceptado sería el sexo heterosexual monógamo, y según vas pasando muros encuentras practicas consideradas como abyectas y menos aceptadas como el sexo homosexual, DBSM, Crimp, etc.

Cruising (after Friedkin’s Boys in the band) © Bartolomé Limón

PAC – ¿Y que opinas de la situación actual en la que esa violencia simbólica parece estar avanzando hacia una violencia física? (España ha pasado de ocupar el segundo puesto el año pasado en el ranking de Mejores Países para el colectivo LGTBIQ+ al octavo en el informe que confecciona ILGA Europe anualmente).

B.L. – Me parece horrible. Al fin y al cabo hablamos de un problema que se arrastra desde tiempo atrás, desde un momento en el que las cosas no se han hecho bien y no se han atendido políticamente hablando a las necesidades reales del colectivo. O mejor dicho, sí que se han atendido en un sentido partidista: hay unas siglas a las que yo tengo que atender y quiero ser pionero dentro de estas siglas haciendo cosas, como una ley de matrimonio que era necesaria pero no satisface… o la controvertida Ley Trans por la que el colectivo lleva años luchando. Paco Vidarte o Shangay Lily ya lo apuntaban: ¿Por qué determinada plaza de Chueca no se llama “Plaza del Colectivo LGTBIQ+? Es una lucha colectiva. Si ya dentro de la propia comunidad existen determinadas formas de violencia, donde todavía hay realidades como la pluma que dan “mala imagen”, que a mi modo de entender están vinculadas con una concepción súper clasista, es normal que las violencias externas hayan fagocitado todo. Esto tiene que ver con mi trabajo, porque son cosas que tampoco se nombran y que a veces resultan espinosas y en esos términos es en los que me gusta moverme.

PAC – En ese sentido y general en tu trabajo se observa un armonía entre lo conceptual y lo narrativo, lo estético y lo discursivo, ¿cómo alcanzas ese equilibrio?

B.L. – Yo, que provengo de una familia de clase media de un pueblo de Huelva, en ocasiones me pregunto cómo se enfrenta la gente de fuera al arte, a mi obra. Cuando te hablaba de las capas de significado, yo ya estoy implicando en mi obra a muchas de ellas. Hay determinadas capas que personas externas, no solo del mundo del arte sino del colectivo, tiene que asimilar. Hablo de códigos, de homofobia interiorizada, de determinadas problemáticas. Qué menos que, como mínimo, la imagen tenga fuerza para que se genere una atracción y, de repente, todo esto que te voy a contar como una ley del silencio, el deseo y el BDSM, que pueden llegar a ser bastante complejas, entren de otra manera o, al menos, te hayan llamado la atención y te interesen. Para mí sería más fácil quedarme en lo conceptual y pinchar cuatro pañuelos de colores en la pared, pero tampoco estaría satisfecho conmigo mismo. Trato de establecer imágenes que capten.

Amor Fallero © Bartolomé Limón

PAC – Acabas de presentar una ponencia acerca de Manel Clot y la mítica exposición Hypetronix de 1999, en el marco de las XXVII Jornadas de Estudios de la Imagen en el CA2M de Móstoles. ¿Qué valor y qué importancia tiene para ti la del Arte?

B.L. – Para mí. muchísima. De hecho, Manel habla en el texto de Hypertronix sobre no tener influencias sino afluencias. No te ha influido “esto” sino que ha afluido en ti “aquello”. Soy una persona habituada a consumir cualquier tipo de cultura y aprendo muchísimo de todo. Hay cosas que piensas que no te van a aportar nada, como ir al Museo de Traje, cosa que me encanta, donde ves unos bordados del siglo XIX y al final estos te dan una idea. La Historia del Arte para mi es algo intrínseco del aprendizaje. Hay que estar insertado en el contexto y observar los modos en los que se opera. Como, por ejemplo, una exposición que se hizo hace veinte años. Retomas los archivos y enciendes una chispa que luego puedes canalizar mediante una conferencia o mediante una obra.

PAC – Esta exposición sería extrapolable a Transformer –Aspects of Travesty realizada por el historiador y comisario Jean-Christophe Ammann en 1974.

B.L. – Sí, precisamente en Hypertronix está Joan Morey cuyo trabajo es para mí una gran influencia, por su manera más estética de plantear el discurso. Yo llegué a Manel Clot por Joan Morey. Los textos de esta exposición son brutales y marcadamente actuales. O incluso avanzados al día de hoy. No han perdido un ápice de contemporaneidad.

Susana y los viejos (Gentileschi) © Bartolomé Limón

PAC –A lo largo de tu carrera has abordado diferentes técnicas y prácticas artísticas pero a día de hoy parece que has encontrado un lugar de reflexión en el trabajo textil y de bordado, practica que ha permanecido doblemente vinculada por un lado a la “baja cultura” y por otro a la mujer. ¿Cuéntanos cómo llegas a ello y el por qué de esta elección?

B.L. – Al estudiar en Sevilla, yo iba muy enfocado a la pintura. Es lo típico allí en Bellas Artes, pero lo pasé un poco mal durante un tiempo. En el sentido de que, de repente, donde tú crees que tienes una voz, hay alguien con más autoridad que te la está quitando, que te dice que tu voz no es válida. Si hubiera sabido entonces todo lo que se sobre arte queer o el arte queer del fracaso, me hubiese dado igual, pero en ese momento y ante ese desencanto dije: la pintura no es mi medio, me voy a otro lado. Es verdad que ya había comenzado a investigar otras vías, pero cayó en mis manos un libro de Louise Bourgeois muy reivindicativo. Puede decirse que todo encajo o yo hice que todo encajara en mi cabeza.

PAC – David Wojnarowicz manifestó tras conocer su estado seropositivo: “Tan pronto me dijeron que había contraído el virus, me di cuenta que también había contraído una enfermedad social”. ¿Cómo son hoy en día los procesos de estigmatización?

B.L. – Los procesos de estigmatización no han cambiado mucho, hemos podido verlo con el COVID y ahora con la viruela del mono. Que se generen risas dentro del colectivo por una redada en una sauna… Tan solo se han cubierto, se han escondido debajo de la alfombra, pero siempre han estado ahí. De hecho, la estigmatización por el VIH continua estando presente. Si hay una mayoría rasa que está haciendo memes sobre eso, hay que ver de qué modo se ha interiorizado, lo hemos interiorizado, asumido de una manera muy fácil y no nos hemos librado de ello. Seguimos manteniendo la hegemonía de un sistema impuesto.

Elegy of Cruising © Bartolomé Limón

PAC – Háblanos de ese tapiz “Elegy for Cruising”. En el alternas el formato cuadrado con el rectangular generando ese ritmo similar al creado por los pentámetros y exámetros. ¿Por qué lo abordas desde el lamento?

B.L. – Es una de las piezas de las que más orgulloso estoy hasta el momento. También viene de estos modos de producción cultural, de estas herencias. Yo llego a Cruising por el documental The celluloid closet, en el que aparece como un film muy estigmatizado.

Siempre me han interesado los modos de producción en los márgenes. De hecho, a día de hoy, me parece una película súper queer, aunque en su momento fuera calificada como homófoba. Plantea esa noción de un deseo tan “estirado” que tiene que ver con la muerte, con otras maneras de poseer. Al margen de sus Razzies, me pareció una película fascinante, con toda la historia del boicot a Friedkin por parte del colectivo, la eliminación de escenas. Y con los años el film se convierte en una obra culto. Friedkin no daría una entrevista larga sobre la película hasta 2007. En esa entrevista el director cuenta, entre otras muchas cosas, que fue de verdad a los clubes y que las personas que aparecen son clientes reales de los ambientes leather de finales de los setenta. Una de las preguntas que le hacen es qué pasó con los extras del film, y la respuesta de Friedkin es “yo creo que el noventa por ciento murió”. Me hizo pensar que toda esa gente desapareció. Me impactó. De ahí el término elegía. Como lo define la RAE. Pensé que a toda esa gente habría que rendirle una especie de homenaje. He diseccionado el film fotograma a fotograma. He intentado bordar no solo a los extras, sino también a personajes difusos… citando a Judith Butler he tratado de darle importancia a esos cuerpos que importan, Bodies that matter, cuerpos que son materia -en su juego de palabras en inglés- y poder darles ese duelo. Parece que hay personas que merecen un duelo y otras que no. Los trabajos de memoria son trabajos lentos, cada puntada debe coincidir perfectamente, por lo que debes conocer los rasgos de cada persona. Opté por el cuero negro como soporte porque es lo que está presente en todo el metraje. Miguel Caballero, en el texto que realizó para este proyecto, establece un símil precioso, al identificar la pieza con las siluetas que quedan después de un crimen: queda la silueta pero no el cuerpo de la persona. Es una pieza muy sentimental, es de esas historias perdidas que merece la pena recuperar.

PAC – ¿Y qué opinas del mediometraje Interior Leather Bar realizado por Travis Mathews, interesantísimo director, junto al Icono mediático James Franco?

B.L. – Me interesa no como memorial, sino como un modo de hacer en el que se anuncia que van a reproducir parte del metraje destruido de la película (por su explicitud), pero en realidad no se hace (al menos en parte). Y se usa como cliffhanger para hablar sobre la masculinidad y sus aristas. Abordar la película desde ese precepto me interesa bastante. Por eso James Franco es un director tan versátil y curioso que lo mismo puede están en un festival de cine que en la sala de un museo.

PAC – Pero precisamente Travis Mathews es un realizador que ha trabajado de manera continuada con imágenes explícitamente sexuales.

B.L. – Ya, pero en Interiors creo que Mathews entiende la visión de James Franco y por eso no llega más allá, o sea, por lo que contaba Friedkin las imágenes que él eliminó de la película eran bastante más explicitas que las cuatro felaciones que vemos en Interiors. Ahí es donde creo que Mathews sabe que la explicitud de Cruising está en el ambiente. Es el ambiente lo que hace que la película sea explícita y se dedica a recrearlo y creo que eso muy interesante también. En cada escena de los cuartos oscuros de Cruising hay mucha carga sexual que está ahí y eso es algo que también me resulta interesante de la película.

© Bartolomé Limón

PAC – ¿Entonces no crees en la Utopía Queer de Muñoz o Halberstam ?

B.L. – Yo soy más de Lee Edelman, el No Futuro… o más bien como una mezcla, ya que considero que pueden convivir ambos planteamientos sin conflictos. La distancia entre ambas es muy pequeña. Puede haber un diálogo. En ese No Futuro creo que existe algo muy punk que al final remite a una utopía futura.

PAC – Bruce La Bruce, en su Manifiesto de la Armada Púrpura califica a las nuevas generaciones de Revolucionarios Reaccionarios y con su habitual humor corrosivo advierte: Nunca Confíes en nadie menor de treinta.

B.L. – Bruce La Bruce es muy punk. Estos comentarios hay que leerlos con sorna y como algo muy corrosivo. Está poniendo como un escalón más, para que tú llegues a un escalón menos. Y, por supuesto, confía en la juventud. La juventud hay que plantearla no por lo que se es sino por lo que se hace en ella. Es algo que no está envarado. También es verdad que dice “no te fíes”, no que “no aprendas”, que es distinto.

PAC – Eres un magnifico pecador.

B.L. – Por supuesto. Y lo seguiré siendo. Y quiero serlo. La gente santa es muy aburrida. La beatificación para los otros, aunque sí que soy muy fan de los mártires.

PAC – Para finalizar háblanos de tus próximos proyectos

B.L. – Estoy con un proyecto que parte de Elegy for cruising y aborda las posiciones actuales frente a VIH/SIDA, en estas etapas de la Prep, no tratando de ser polémico. Estoy eligiendo cuidadosamente las referencias, aunque si contendrá un poquito de humor. Paralelamente, también estoy trabajando sobre una idea que enlaza las prácticas BDSM con el martirologio, más específicamente centrado en la figura de San Bartolomé. Aun así sigo trabajando en la serie de los pañuelos que para mí sigue siendo una línea de base.

Etiquetas: Última modificación: 8 julio, 2024