Silvia Ramírez Monroy (Ibagué, 1978) es una artista visual, comisaria, editora y gestora cultural colombiana, que lleva más de 20 años en España movilizando proyectos de forma independiente.
Ha enlazado con soltura distintas facetas, desde su experiencia en la editorial Meninas Cartoneras a la que estuvo ligada varios años, a su trabajo artístico y su labor en la Parcería, donde ha desarrollado proyectos comisariales, residencias y ediciones propias, dando espacio a quehaceres diversos y migrantes además de funcionar como un puente con Latinoamérica.
Una gestora como pocas, ha materializado ideas, ha juntado saberes de aquí y allá y ha propiciado encuentros con prácticas no normativas ni institucionales, con una iniciativa y determinación plausibles. Silvia es un referente de apertura e integración.
Eres gestora, artista, editora y comisaria. ¿Cómo se han ido enlazando estas actividades?
En los más de 20 años que llevo en España he podido desarrollar mi trabajo desde diferentes vertientes, todas conectadas por dos intereses fundamentales, por un lado, el estudio y la búsqueda en torno al pasado y la historia, y por otro, mi investigación personal desde las artes visuales. Todo esto ha sido permeado por el hecho de vivir en un territorio diferente al de mi origen, ya que he tenido que hacerme preguntas sobre mi memoria, sobre mi lugar en este país, sobre el impacto de las prácticas artísticas en la configuración social de Madrid, por ejemplo.
Mis estudios y prácticas artísticas y culturales me han llevado a trabajar en estos ámbitos que mencionas, que para mí son espacios que me permiten expresar lo que voy descubriendo, de forma personal y también a nivel colectivo, son actividades que responden a las necesidades de los procesos en los que entro a trabajar e investigar. Es decir, a veces, como artista descubro en los libros las respuestas para mis indagaciones, o mis investigaciones me llevan a pensar la forma de materializarlas ya sea desde la edición o la curaduría colaborativa, eso lo va dictando el mismo proceso. Para mí lo importante es la idea de la que parto, y gracias a mi formación interdisciplinar me siento cómoda asumiendo uno u otro espacio.
Es importante señalar que, si bien en los primeros años de estar en Madrid trabajé en solitario, todo mi proceso de investigación y creación adquirió sentido al hacerlo en colectivo, por lo que agradezco la suerte que he tenido de encontrarme con las compañeras y amigas de Meninas Cartoneras Editorial y de la asociación cultural La Parcería.
Actualmente ¿también estás vinculada a la Parcería?
Sí, conocí al colectivo de La Parcería hace unos 7 años y a comienzos del año 2019 entré a formar parte para poner en marcha nuestra propia editorial. Una vez dentro, no solo he sido responsable de este proyecto, sino que he podido desarrollar temas curatoriales, darle un impulso a mi trabajo personal como artista y poner en práctica saberes antes adquiridos.
La Parcería es un colectivo de artistas, investigadorxs, gestorxs, todxs venidos de fuera, de Colombia, Brasil y Ecuador, que desde hace 14 años empezó a activar procesos culturales y artísticos. Desde hace 3 años decidimos abrir el Centro Cultural de Experimentación y Documentación Artística, que se encuentra en la zona de Embajadores de Madrid, este es un espacio para acoger cuerpos y subjetividades diversas, en su mayoría provenientes del sur global.
Ahí desarrollamos un amplio abanico de prácticas contemporáneas artísticas y culturales, a través de proyectos que responden a las necesidades específicas del contexto social en el que se emplaza. Es un lugar que puede ser habitado a través de residencias artísticas, talleres, exposiciones, edición, lectura y presentación de libros, músicas y danza, entre otras expresiones; donde la infancia tiene un lugar destacado, y en el que se borran las fronteras de edades, géneros o geografías. El CCEDA_LP busca generar encuentros y tejer distintas voces, promover la participación horizontal, la investigación activa, el cuidado de la memoria y la configuración de un archivo de esas expresiones culturales diversas
Tienes una amplia experiencia como editora de libros y libros de artista. Cuéntanos en este sentido, cuál ha sido el enfoque que has tenido, pues no es el de una editora común.
Mi primer contacto con el mundo editorial en España fue a través de Meninas Cartoneras, este proyecto se caracteriza por hacer libros de manera artesanal, con cartón reciclado, en los que cada ejemplar tiene una pieza de collage única e irrepetible. En 2009 entré a formar parte como artista, encargada de la realización de esas portadas originales. Esta editorial tiene tres objetivos: traer autorxs latinoamericanxs al contexto español, es decir, existe un interés por dar a conocer autorxs que a través de editoriales convencionales no llegan a este país; por otro lado, desde Meninas se abrió un espacio de publicación para autorxs noveles y se dedicó una colección específica al tema de la memoria. En mi trabajo con Meninas Cartoneras conocí el mundo de la edición independiente, fuimos a ferias en diferentes ciudades del país, pero también pudimos hacer una gira muy significativa por 12 ciudades en Asia, África, Europa y América donde el Instituto Cervantes tiene delegación, de esta forma nuestra propuesta (que deriva de Eloísa Cartonera, originaria de Argentina y se adapta al contexto español) se fue consolidando.
Estos años de experiencia me permitió lanzarme luego con La Parcería a fundar un nuevo proyecto editorial. Pusimos en marcha La Parcería Edita con la intención de ofrecer un espacio para el pensamiento crítico, para posibilitar la difusión de narrativas, proyectos y visiones de nuestros mundos, otros. Al hablar de “nuestros” me refiero a esos mundos que atraviesan nuestras vidas como personas que hemos migrado, sobre todo de esos países que han sido subalternizados a lo largo de la historia, donde han surgido epistemologías y formas de entender el mundo que han sido negadas, silenciadas.
Por eso desde LPE, queremos contribuir a que podamos expresar las contradicciones de un mundo occidentalizado que nos ha negado la posibilidad de crear otros futuros posibles y, sobre todo, queremos aportar a otras formas de entendernos, a que el proceso de auto-representación se consolide, a contarnos a nosotrxs mismxs.
Nosotrxs publicamos actualmente ensayos, mucha poesía, relatos y también libros de artista; esto nos permite indagar las diferentes posibilidades que tiene el libro y el mundo editorial no solo en la circulación de pensamiento, de ideas, sino en el libro como “artefacto” que genera encuentros que facilitan la conversación.
Dentro de tu quehacer ha habido ciertos intereses que aparecen en todos los ámbitos en los que te has desarrollado, como es el de la migración, el desplazamiento, el tránsito.
Sí, totalmente. Hace poco un amigo me regaló el libro “Todo lo que se mueve” de Valeria Mata y me he sentido muy identificada al leerlo. El movimiento como eje de la vida, como alternativa a expectativas de felicidad fijas o como opciones al “bien hacer” que se nos dicta desde un pensamiento hegemónico. Y no solo la importancia del movimiento de lugar – que muchas veces se hace por obligación, para millones de personas, a la fuerza-, sino también de pensamiento…esa reflexión ha estado en la base de mi trabajo desde que llegué a España. Primero porque al moverme de Bogotá dejé a mis amigxs, gente con la que crecí… muchxs además se fueron a otros países también. Era los principios de los 2000, mucha gente salió de Colombia. Así que tuve que idearme la manera de mantener el contacto, y lo quería hacer desde las prácticas artísticas que es desde donde sé hablar… entonces empecé proyectos de arte correo, usando el correo postal como medio de comunicación y de creación. Así, el desplazamiento se hizo tema, pero también método en mi quehacer. Finalmente, todo ese trabajo de los primeros años terminó en la investigación de mi tesis doctoral y en algunas exposiciones.
También he ido dándole forma al tema de la memoria, el cual es también desplazamiento. Al llegar a Madrid a estudiar Historia, mi trabajo empieza a centrarse en la revisión del pasado. Entonces reviso mi historia personal, pero también la de Colombia y de Latinoamérica. Empecé a configurar archivos a partir de recortes de periódico, durante años recopilé noticias sobre ese país que se iba convirtiendo en algo abstracto, a veces en una idea, y esta era una manera de dotarlo de nuevo de materialidad en mi vida. Asimismo, trabajé con los mapas, y quise recuperar archivos familiares, sobre todo de las cosas de mi padre, sus objetos cotidianos, sus anotaciones. Esas huellas me han permitido avanzar en las reflexiones sobre el paso del tiempo y en cómo lo representamos.
Y también pienso que tu labor siempre ha sido profundamente independiente ¿no es así?
Sí, tengo una forma de ver la vida y el mundo que me lo han ido exigiendo. Quisiera que tantas cosas cambiaran… y trabajar por eso requiere independencia. Durante unos años estuve vinculada a una institución pública de carácter internacional, aprendí mucho, la verdad, pero mi vocación, mis principios y mis intereses me llevan cada día a reafirmarme en la labor desde ámbitos independientes y autogestionados. El quehacer desde lo colectivo desde lugares que pueden poner en la agenda pública temas fundamentales para la sociedad – que muchas veces son ignorados o malinterpretados desde las instituciones-, desde una perspectiva crítica es parte de mi motivación, y hacerlo a través de las prácticas artísticas y culturales una apuesta.
¿Qué temáticas aborda tu obra artística?
Actualmente, estudio, desde una perspectiva interdisciplinar, la relación entre el arte, la historia y la memoria, desde una perspectiva migrante; y analizo la dimensión política de las prácticas artísticas. Me interesan concretamente los relatos históricos y biográficos asociados con lo desaparecido y lo ausente. La propuesta que estoy desarrollando parte de una reflexión sobre la escritura y la palabra, y planteo una re-escritura del pasado a partir de un lenguaje personal y experimental. Esta búsqueda me ha llevado, como decía antes, al trabajo con archivos personales sobre la historia del país de donde vengo, sobre mi historia personal, pero también he conectado con la ciudad que habito. De esta forma en los últimos dos años he sacado adelante cuatro proyectos que aterrizan mis investigaciones. Por un lado, está “Ausencia” Esta obra de (no) escritura fue realizada como un proceso de reflexión a partir del duelo. La desaparición de un cuerpo, ser testigo de su última respiración, enfrentarse al fin de una vida me llevó a la búsqueda del archivo familiar para comprender esa parte del pasado que ahora, tras la muerte, quedaba impresa en mi historia. Las noches de duelo se convirtieron en rituales de escritura, gestos sobre el papel que ofrecen maneras de guardar la memoria más allá de la narración. Esta pieza recupera la etimología de la palabra «texto» y nos remite nuevamente al tejer, se convierte en una ofrenda textil, en el que el acto de escribir acompañado del de coser, del collage y del vacío se hacen contenedores del tiempo. Este trabajo fue expuesto en el Centro Cultural de España en Tegucigalpa Honduras, bajo la curaduría de Abdiel Segarra y Ariel Sosa.
Otro proyecto significativo es “Silencio”, el resultado de mi trabajo sobre el archivo de prensa. Imprimo en las piezas transcripción de los titulares y sus sinopsis. Se han reescrito a mano las páginas del informe sobre el exilio colombiano realizado desde el Centro de Memoria Histórica, evidenciando los silencios sobre una forma de violencia que no había sido reconocida como consecuencia del conflicto armado en el país; este fue expuesto el año pasado en NNNN.
Y, finalmente, proyectos que derivan de la revisión del espacio público y la escritura de la calle. La pieza “Lea la calle” es el resultado de un proceso de investigación realizado en el barrio de San Diego (Vallecas), sobre los textos que tienen un carácter político, instalados en las paredes en formato grafiti, cartel o sticker. Mi interés fue buscar en la gráfica urbana de Madrid algunas respuestas a la realidad que se vive en la actualidad, realidad que no nos deja indiferentes y ante la cual existen diversas formas de reaccionar, una de esas es la toma del espacio público para propiciar debates; porque estos textos interpelan a la persona que recorre las calles con atención.
La obra cuenta con dos piezas. Una publicación con fotografías de las paredes escritas, carteles, etc., y una pantalla led donde se pueden leer titulares de prensa del último año, que han sido seleccionados por la conexión existente con los textos encontrados en las calles. Se contrapone así el dispositivo de los letreros luminosos, usado comúnmente en el barrio como reclamo comercial, con la “información de actualidad”. La lectura de ambas piezas permite configurar un diálogo entre el discurso que proviene del poder mediático y el discurso que surge de la gente, que contribuye a generar una opinión pública plural, una memoria necesaria y diferentes formas de entender el mundo injusto, que habitamos. Este trabajo fue expuesto en el Centro Cultural Paco Rabal y en el CCEDA – La Parcería bajo el título “Mapeográfica. Bitácora ciudad” bajo la curaduría colaborativa que hicimos con Fabio Manosalva y David Santamaría.
Has trabajado con colectivos latinoamericanos en diversos proyectos relacionados con el arte.
Los proyectos más significativos en los que he trabajado, tienen que ver, claro con el mundo editorial y las artes visuales. A través de los proyectos editoriales he podido conocer muchxs escritorxs y personas que se expresan a través de la palabra y la imagen, utilizando diferentes posibilidades del formato libro. Ahora mismo, y en los últimos 15 años, se ha visto, por ejemplo, cómo va creciendo un movimiento significativo de poetas provenientes de diferentes países latinoamericanos y de otros orígenes, como Marruecos, China, Filipinas; y también editoriales que desde el lugar de la migración abren espacios de publicación, como hacemos en La Parcería aportando, por un lado, a construir esa memoria desplazada, para posicionar a lxs creadorxs en un lugar visible desde donde se puede aportar a la transformación de las expresiones literarias en este país.
Por otro lado, en los últimos tres años he trabajado desde La Parcería, y en sus inicios con la colaboración de Espacio Afro, en un proyecto que se llamó “Intersticios”. En 2022 se realizó un análisis de las prácticas artísticas desarrolladas por personas migrantes y racializadas, quienes han sido excluidas históricamente de los espacios de representación cultural y de creación en la ciudad de Madrid. A partir de una metodología participativa con lxs artistas que respondieron a la convocatoria abierta se aportó al conocimiento sobre nuestras narrativas y sobre aquellos circuitos artísticos y culturales que trascienden el alcance de las instituciones y que permean la acción y las relaciones en la ciudad de Madrid. Esta investigación fue beneficiaria de las Residencias NOTAR, de la plataforma MAR, en la edición 2022. (MNCARS, Hablar en Arte y Fundación Daniel y Nina Carasso).
Con las Ayudas a la Creación Contemporánea del Ayuntamiento de Madrid, el año pasado este proyecto tomó la forma de un ciclo de cuatro exposiciones, además de conversatorios, un encuentro de performance (participaron más de 40 artistas), se realizaron dos publicaciones y se generó un circuito en el que quedó demostrado, una vez más, el poderoso trabajo que estamos haciendo y el aporte tan significativo que desde nuestras investigaciones como artistas que hemos migrado, hacemos a la escena artística de la ciudad.
¿Qué proyectos tienes a futuro?
Ahora mismo estoy trabajando en dos proyectos. Uno como creadora, en colaboración con la artista chilena Blu (Dani Lillo) y la antropóloga Ruth Vargas, en este he vuelto a la calle para trabajar piezas en torno al barrio de Vallecas desde una perspectiva feminista, esperamos en diciembre anunciar la inauguración de exposición.
Por otro lado, tengo un proyecto como curadora en colaboración con Abdiel Segarra y un grupo de cinco artistas más de diferentes países, que esperamos se concrete pronto y que se llevaría a cabo en 2025. Planes editoriales… muchos. Estoy trabajando en diferentes publicaciones nuevas, trabajando con compañeras temas de memoria, alguna publicación para las infancias, ensayos. Y desde luego, seguir desde La Parcería activando y acompañando proyectos propios como colectivo, pero también como facilitadores de procesos.