Chechu Álava (Piedras Blancas, Asturias, 1973) vive en París hace algunos años pero tiene una larga trayectoria en España. Hace parte de los pintores más remarcables del panorama nacional actual, aupándola en un selecto grupo de artistas en el que abundan los hombres.
Su pincelada es rápidamente identificable, prestando especial atención a las finas capas de color que conciben atmósferas potentes y que inyectan significado a sus retratos. Pero ciertamente lo que más me interesa de su producción actual es su interés por la mujer.
En su exposición Rebeldes, actualmente en el Museo Thyssen Bornemisza, Álava presenta algunas mujeres desde una bella mirada. Conecta y refleja con gran destreza, las debilidades que hay en cada una de estas mujeres.
Pero a la vez, nos muestra cómo esas mismas mujeres que conforman la exposición, tal como el mito del héroe junguiano, han sabido asumir su propia vida, con sus luces y sus sombras y hacer frente a las limitaciones que las constreñían llegando a ser remarcables en distintos ámbitos.
Chechu nos recuerda que son muchas las mujeres que han allanado el camino para que otras puedan pisar con más firmeza y confianza. Estas rebeldes evocan pues nuestra herencia espiritual. Ahora es Chechu quien recoge el testigo.

D. V. – ¿Qué te dejaron tus estudios de BBAA?
Chechu Álava – Bellas Artes fue la puerta que se abrió. Me permitió salir de mi pueblo, conocer a otras personas apasionadas por el arte. Tenía un gran anhelo de aprender, de crear, de vivir intensamente.
Sin embargo, la facultad de Bellas Artes no es una escuela de pintura, porque de técnica no aprendí mucho… eso lo tuve que buscar luego, pero sí me sentí muy libre a la hora de crear. La relación con mis compañeras y compañeros fue esencial.
D. V. – A lo largo de tu carrera ¿quienes han sido sustanciales para ti?
Chechu Álava – Mi primer novio, que pintaba mucho entonces. Mi hermano pequeño Juan Fernández Álava, también pintor, y una chica que conocí en París y era vigilante en el Louvre aunque le he perdido la pista, además de toda la buena pintura de los museos.

D. V. – ¿Por qué elegiste la pintura?
Chechu Álava – Creo que la pintura no se elige, que más bien te elige ella.
A finales del siglo XX no paraba de escuchar el erróneo mensaje de que la pintura había muerto, pero mi naturaleza es pictórica desde que nací. Aunque experimenté con la performance, la escultura y pasé por todas las asignaturas, la pintura era donde yo me sentía más cómoda. Es algo que realizo con mucho placer.
D. V. – ¿Cómo es tu proceso creativo?
Chechu Álava – Es una pregunta difícil de contestar pues no tengo una metodología muy precisa. Convivo con la pintura, y la pintura nace.
Pero para simplificar, podría decir que suelo tener un banco de imágenes que voy recopilando a través de diversas fuentes (internet, publicaciones, mis propias fotos…).
A veces una fotografía me pide directamente ser pintada. Otras veces hago composiciones (lo que yo denomino frankensteins, con trozos de aquí y de allá). Los últimos años muchas veces dibujo primero en papel, para saber si lo que veo se puede convertir en un cuadro, si me gusta o no… Y a partir de ahí, ataco el lienzo.

D. V. – ¿Qué obra o evento supuso la reafirmación de por dónde querías llevar tu trabajo?
Chechu Álava – Si tiro del hilo hay muchos pequeños momentos, muchas etapas y todas necesarias. Pero por ejemplo, recuerdo un profesor de Bellas Artes que me vio pintando en el suelo (en esa época de estudiante yo hacía una especie de expresionismo abstracto) y me dijo “Tú eres pintora”. Luego se fue. Me sorprendió, porque no me solía decir nunca nada, pero me respondí a mí misma “Sí, soy pintora” y ya no dudé.
A veces creo que hay personas que al hablarte, sin darse cuenta, te están pasando un mensaje importante, que viene de otro lugar.
Pero sobre todo siempre he seguido mi instinto, y mi instinto me decía que lo que realmente tenía que hacer era pintar.
D. V. – La mujer es un tema recurrente es tu trabajo.
Chechu Álava – Pinto desde lo que me resulta cercano. En una mujer, hay muchas mujeres. Al observar a las demás, aprendo sobre mí misma. La mujer es uno de los temas fundamentales del siglo XXI, sin duda. Ahora toca conocernos a nosotras.

D. V. – Asimismo has pintado ciertos personajes femeninos como escritoras, artistas…
Chechu Álava – Las llamo “mis hermanas mayores” porque me sirven de ejemplo, de inspiración, me dan fuerza.
Cuando estaba en la Facultad de Bellas Artes tuve la necesidad de empezar a buscar referentes femeninos porque no los había en los libros de Historia del Arte. En la época pre-internet era difícil encontrarlas. Los profesores de la Facultad eran muy machos, sus referentes eran distintos, no me llenaban por completo. Y cuando empecé a descubrirlas, me fascinaron.
Son pequeños homenajes que les hago, sin lo que mis predecesoras lograron, yo no hubiera podido vivir mi vida.
D. V. – ¿Y la niñez?
Chechu Álava – La niñez no se acaba nunca… Y ahí también encuentro belleza, pureza, elementos que me inspiran mucho, con sus luces y sombras.

D. V. – En tu obra hay un sello personal muy claro, la forma en que pintas, recrea escenas de una ficción contadas con una gran sutileza.
Chechu Álava – Hay cosas que se me escapan, la percepción de los demás… es algo muy curioso. Pero seguramente mi manera de ver la realidad es muy particular. Probablemente lo que parece ser la realidad sea un sueño.
D. V. – Partes de cuestiones reales pero luego en el tratamiento pictórico, quiero decir mediante la técnica, parece que ahondas en su fondo, en su significado. Como todo lo que nos transmite un retrato, o los ambientes en los que están inscritos los personajes.
Chechu Álava – Parto de la apariencia pero lo que verdaderamente me importa es la esencia. Una de las cosas que más me gusta de la pintura es que una pincelada, un tono, según se aplique, transmite una sensación u otra.
La pintura tiene su propia gramática. Por eso hasta una buena pintura abstracta emociona… es algo parecido a la música. El tema puede ser una excusa para hablar de otra cosa, me interesa todo lo que se nos escapa, lo inefable.

D. V. – Existe una intención de dulcificar y de embellecer la realidad, el recuerdo, el pasado?
Chechu Álava – No tengo en absoluto esa intención, otra cosa es que consiga pintar como me gustaría, pero igual no lo consigo…
Sin embargo sí es importante para mí la noción de belleza. La belleza es un gran misterio, a pesar de que en el siglo XX haya cogido mala fama. La belleza, la verdad, la bondad, son cuestiones superiores, importantísimas y muy profundas. Y también es cierto que procuro no añadir más fealdad o vulgaridad al mundo, pues ya hay bastante.
D. V. – Vives en Paris, ¿qué influencia ha tenido esta ciudad y su circuito artístico en tu obra?
Chechu Álava – A París me fui de una manera muy poco premeditada, tiré unas monedas al aire y fue mi destino. No vine por el Arte.
París sirvió para escapar de Madrid y estar sola en medio de la multitud, para pintar a contra corriente (es una ciudad donde apenas hay pintura contemporánea, el circuito artístico durante las últimas décadas ha sido mucho más conceptual y utilizan otros lenguajes). Pero es una ciudad bellísima y hay un gran respeto por la cultura.
Desde que llegué en 2001 me dediqué sobre todo a disfrutar del arte de otras épocas, pintura más antigua. Esto tal vez hizo que yo quisiese desarrollar mi propia técnica para pintar como los artistas de los museos. Mirar tanto al pasado sí tuvo una influencia en mi pintura.

D. V. – ¿Qué echas de menos del mundo del arte en España?
Chechu Álava – Echo de menos a todos los buenos pintores amigos que conozco, sobre todo de Asturias. En Francia no es tan potente la pintura como en España.
Lo que menos me gusta de la escena artística española es la precariedad. Y que no nos demos cuenta de todo lo que valemos. Cuando estás fuera ves cómo muchas veces tienen más medios, pero no más talento.
D. V. – ¿Qué pintores de tu generación sigues?
Chechu Álava – Especialmente a mi hermano Juan Fernández Álava y otros asturianos, como Alberto Amez, Jorge Nava… Y no sólo pintores, tengo una estrecha relación con mis amigas artistas Sandra Paula Fernández, o la uruguaya Rita Fischer (de hecho hay un vídeo en la exposición que realizamos juntas, cuando ella vivía en París), la japonesa Ayako David-Kawauchi…
También descubro pintores de diferentes lugares del mundo en internet, como el australiano Justin Williams.

D. V. – Acabas de inaugurar una exposición en el Thyssen. Cuéntanos de donde surge la idea, ¿con qué nos vamos a encontrar allí?
Chechu Álava – En marzo pasado me contactó por e-mail Rocío de la Villa, la comisaria, para proponerme hacer esta exposición. Está dentro del programa Kora, que tiene el objetivo de hacer exposiciones con perspectiva de género en el Museo, de manera anual.
Rocío hizo una selección de obras que encajaban, centrándose en los retratos de mujeres artistas, poetas, etc. que he ido realizando durante los últimos diez años. Están acompañadas de Eva, de Venus y de una escena de diván con el Dr. Freud.

D. V. – ¿Qué proyectos vienen para ti?
Chechu Álava – Justo ahora, a mediados de febrero, expongo en la feria de arte contemporáneo de Cape Town, Sudáfrica, con Smac Gallery.
Lo que me espera después, no lo sé aún…
Etiquetas: Chechu Álava Last modified: 6 septiembre, 2023
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