Susana Blas Brunel (Madrid, 1969) ejerce su labor como comisaria independiente y guionista de Metrópolis (RTVE) con una sensibilidad y un gran sentido crítico del hacer.
Es una mujer comprometida con su tiempo, que ha sabido ponderar el pasado para intentar reescribir la historia desde su propia praxis; una historia común que demanda más inclusión y coherencia en el pensar y en el hacer.
Susi deja claro en sus más recientes proyectos expositivos, donde el apoyo al arte hecho por mujeres, así como su posicionamiento claro sobre la práctica del feminismo y la sororidad, desvelan un sentido de la ética que se agradece y que allana el camino de un cambio, ese en el que todos deberíamos estar trabajando.
Cabe destacar también su interés tanto por artistas de su generación como por aquellos más emergentes, con los que trabaja con mucha entrega y cierto estoicismo. Sus proyectos poderosos, íntimos, reflexivos, la han posicionado a la cabeza del circuito contemporáneo.
Diana Velásquez – ¿Qué te llevó a estudiar Historia del Arte?
Susana Blas – Crecí rodeada de libros. Dormía de niña en una litera plegable, junto con mi hermana pequeña, en la habitación que mi padre destinaba a su biblioteca y aprendí a juntar palabras leyendo los lomos de los libros desde la cama.
También los viajes de los veranos, que hacíamos con mis padres las cuatro hermanas visitando ciudades de Europa en furgoneta, influyeron en mi manera de apasionarme por la cultura. Siempre he sentido la necesidad de compartir lo que sentía con el arte… Leer, escribir y conversar, considerando que las tres acciones casi son la misma cosa y que, tal y como decía Carmen Martín Gaite, la escritura no es sino una seudo conversación.
Cuando acabé el instituto y tuve que elegir carrera, lo que más me interesaba era Filología española, pero finalmente me decidí por Historia del arte porque no me apetecía cambiar mi relación íntima con la Literatura por una más académica. Ya durante la carrera, mi curiosidad por lo nuevo, por ser partícipe de mi tiempo, me llevó hacia lo contemporáneo, pero siempre desde una visión atemporal de la experiencia artística. De hecho, las optativas que elegí dicen mucho de esto: Arte prehistórico, Arte de la India, Iconografía medieval, Arte africano… Lo único contemporáneo es la experiencia artística en un determinado momento.
El arte es atemporal y a lo largo de tu vida percibes y recibes una misma obra de maneras muy diferentes, según las emociones y las personas que te acompañan en ese momento.
Diana Velásquez – Eres investigadora y una gran conocedora de videoarte. ¿Qué fue lo que te atrajo de esta expresión artística en un primer momento?
Susana Blas – A principios de los noventa, cuando me licencié en Historia del Arte en la Universidad Complutense, poca gente se interesaba por las artes electrónicas. Me atraían las capacidades de la imagen videográfica, del haz de luz en movimiento, y la innovación lingüística que suponía respecto a los códigos del cine tradicional. El videoarte exploraba un lugar ambiguo y desconocido, que recogía la estela del cine de vanguardia… abierto, sin fronteras, sin industria… donde todo era posible.
Era un campo, además, en el que las mujeres eran muy potentes porque al no tener el peso de la tradición patriarcal de los géneros clásicos, se les abrían infinitas posibilidades para explorar la identidad. Los comienzos del video-activismo feminista es uno de mis temas preferidos de investigación. En dos décadas no ha parado de apasionarme este territorio, por eso colaboro con el archivo Ares, de la Universidad de Cuenca, dirigido brillantemente por Ana Martínez Collado, e imparto algunas sesiones en Master Lav, que tiene un nivel de reflexión alto; para seguir aprendiendo y compartiendo ideas con las investigadoras del arte audiovisual, aunque yo no me dedique propiamente al ámbito académico.
Diana Velásquez – Entre los comisariados que has realizado ¿cuáles han sido para ti fundamentales?
Susana Blas – Es difícil elegir porque si bien algunos fueron reseñables por el reconocimiento o el aprendizaje que obtuve, otros lo fueron por la experiencia emocional que obtuve durante el proceso.
Quizá elegiría, de la primera época, el ciclo audiovisual: Adolescentes (2003) en el Reina Sofía, en un año en el que viví lo mejor en mi vida profesional y lo más trágico en la personal, Las formas del alma (2015- 2019), que empezó en la Sala Juana Francés de Zaragoza y se desarrolló en el Instituto Cervantes de varias sedes, por ser un proyecto muy íntimo y con un recorrido en muchos países; Ni la palabra ni el silencio (2017), la exposición de Victoria Civera (2017), por la experiencia humana inolvidable, compartida con Vicky y con Belén Pool; Mujeres fotógrafas. Una historia contada a medias (Spain NOW!, Londres, 2018 y Tabacalera Promoción del Arte Madrid 2020), porque acompañar a Antonio Molina-Vázquez en el comisariado fue un absoluto goce y un gran aprendizaje, y, por último: Acromática (2020-2021), la muestra reciente de Mabi Revuelta en Azkuna Zentroa (Bilbao), donde he sido parte de un gran equipo que remaba a la vez y con ilusión, para sacar adelante el esfuerzo colosal que ha hecho esta artista inmensa.
Diana Velásquez – ¿Cuáles son los proyectos a los que dices sí sin pensártelo?
Susana Blas – Desde que cumplí cincuenta años creo que no digo sí a ningún proyecto sin pensármelo. Ya me queda menos tiempo para leer y para estar con mi familia y si hago un proyecto es porque voy a disfrutarlo mucho. Me involucro con mucha intensidad y tiene que compensarme entregar de un modo tan loco mis energías.
Diana Velásquez – Dices que para ti el arte es transformador. ¿Por qué?
Susana Blas – El arte te ayuda a superar las peores situaciones de la vida y a disfrutar más de las buenas. Te ofrece elementos para gestionar las emociones: la pérdida… el dolor, la ansiedad, la tristeza… Un buen libro, una gran pintura, una película que te resuene… son balsámicos.
El arte también aporta maneras críticas de pensar. Muchos artistas proponen ideas desde la antropología, la historia, la política o la ciencia sin las ataduras y el rigor que imponen los gremios de cada disciplina, y eso es muy inspirador.
Y por último, el arte es también un intermediario del deseo, una forma de amor… y ahí lo dejo.
Diana Velásquez – Después de tantos años andando junto a los artistas, ¿qué te ha enseñado esta convivencia tan íntima con ellos?
Susana Blas – Pasar tiempo con artistas es efectivamente “lo que más engancha”. A veces digo que inaugurar es lo de menos. El tiempo compartido con las artistas durante el proceso es muy valioso; que te den el permiso para entrar en su dimensión, en la investigación…
A veces también se sufre, pero nunca hay indiferencia. Muchas creadoras tienen maneras de pensar tan alternativas a lo normativo que no dejas de aprender. Es conversación, con o sin palabras, en estado puro. Un proceso de retroalimentación fascinante que me traslada a mi infancia, a esos momentos mágicos en los que jugaba con mis hermanas… más allá del tiempo…
Diana Velásquez – Menciona un artista imprescindible:
– Que haga vídeo
Susana Blas – Hay muchos, pero en vídeo te nombraría a tres que están en su momento de madurez: a Txuspo Poyo, un artista puente entre dos generaciones del vídeo con un talento y una resolución fascinantes; a Estíbaliz Sádaba, la gran precursora de muchos de los temas que aborda ahora la nueva generación de creadoras feministas y a Carmen Sigler, poseedora de uno de los lenguajes audiovisuales más poéticos y depurados de nuestro país.
– Que sea outsider
Susana Blas – Entendiendo el ser artista outsider como un elogio, por la capacidad de diálogo con un magma creativo honesto y atemporal, citaría a cuatro creadoras: Mara Ona, María Bueno, Elba Martínez y Consuegra Romero. Son magnéticas. Creadoras atípicas por la manera en la que tejen su obra con la comunidad, con la historia de las que las precedieron, con su privacidad…
– Que haya roto esquemas
Susana Blas – Te voy a nombrar a tres grandes: a Paloma Navares, a Carmen Calvo y a Marina Núñez. Las tres han sido innovadoras en su manera de afrontar los materiales de su tiempo, y trabajan, aunque de modo muy diferente, uno de mis temas predilectos: las identidades no normativas, los estados intermedios de conciencia, la finitud de la existencia…
– Que sigas a ojo cerrado…
Susana Blas – A Eva Lootz. De ella me gusta todo: sus ideas, como las formaliza, su ideario, su actitud como artista. Es una maestra.
Diana Velásquez – Hablemos sobre feminismo. Por un lado, ¿consideras que dentro del sistema del arte ha habido avances en cuanto a equidad?
Susana Blas – El sistema del arte es una circunferencia más del entorno global y si bien se hacen periódicamente avances hacia la igualdad, también llegan retrocesos. La Historia ha evidenciado estos vaivenes. Hay mucho por hacer: por una parte, es clave restituir el trabajo de las mujeres y de otros colectivos silenciados en nuestros museos y programas académicos, uniendo a la perspectiva de género las de clase y raza.
Por otra parte, ser feminista no implica solo abordar determinadas temáticas sino cambiar las actitudes injustas. Esta parte es en la que estamos más verdes. No sirve de nada que se programen exposiciones feministas en un museo si esa institución no cuida ni respeta a sus trabajadoras o mantiene actitudes paternalistas hacia ellas.
En la crítica y teoría del arte se ve muy bien: algunos críticos y comisarios se declaran feministas y programan ahora exposiciones con temáticas feministas sin cambiar sus actitudes cotidianas de monopolización constante del espacio, del conocimiento y de la conversación en el sector. Callarse y echarse a un lado es lo mejor que podrían hacer porque del silencio nacen nuevas voces y su espacio debe ser ocupado. Se necesitan voces que no sean tan impositivas, tan firmes, tan rápidas, incluso… Voces que maduran en otros terrenos, con ritmos más meditados… otras sensibilidades.
Donna Haraway incitaba hace poco a que dejemos de citar a los mismos teóricos pesados de siempre: “No creo que tengamos que seguir citando a los mismos varones aburridos” –decía en una reciente entrevista. ¡Y qué razón tiene!
Diana Velásquez – ¿Qué tópicos respecto al trabajo de las mujeres artistas tenemos que desactivar?
Susana Blas – Señalaría dos cuestiones básicas que hay que seguir repitiendo: las trabajadoras del arte (artistas, comisarias, gestoras, coordinadoras, estudiantes, técnicas etc.) llevan siglos discriminadas y esa discriminación sistémica persiste. Asociaciones como MAV (Mujeres en las Artes Visuales) han hecho un gran trabajo en España para revertir la situación en un contexto que sigue siendo muy hostil para las mujeres, y más aún si se suman factores de raza y clase.
La otra idea importante es que lo universal puede ser femenino también. Se puede hablar de lo universal, de lo que concierne a la humanidad, desde las experiencias femeninas. En esta línea queda mucho por hacer. Por ejemplo, parir es un acto universal. Todos hemos sido paridos y sin embargo, se considera una “temática femenina”. Hay que abrir mucho la mente en este sentido… y hacer espacio…
Diana Velásquez – ¿Cómo comisaria alguna vez te has visto en desventaja por ser mujer?
Susana Blas – Muchas veces. Ya desde mi época de estudiante sufrí discriminación como todas mis compañeras… aunque entonces no fuéramos muy conscientes. No habría espacio suficiente para narrar tantas anécdotas de minusvaloraciones y de abusos sufridos durante nuestras carreras.
Diana Velásquez – ¿Cómo ves el sector español? ¿Qué le hace falta?
Susana Blas – No sé si yo puedo contestar a una pregunta tan compleja pero obviamente, como en todos los países, la dependencia de la cultura de la elite económica impide avanzar, tal y como ocurre en política. Se pierde tanta energía negociando con ese “gobierno paralelo” que ejerce en la sombra el poder económico… Qué lástima que la mayor parte de nuestra fuerza se gaste en mendigar medios a esas fuerzas de poder, cuando deberíamos estar usándolas para hacer y disfrutar cultura de forma abierta y libre.
También considero que los responsables de programar en instituciones públicas deberían dejar de lado su gusto y demostrar un poco más de honestidad y conocimiento. No logro entender por qué se da tanto esta actitud en nuestro país. Me recuerda a esos profesores de la carrera que nunca daban el programa de la asignatura, aludiendo a que preferían compartir la materia en la que eran especialistas. Ciertamente era una opción interesante durante un tiempo pero que a la larga resultaba tediosa pues no se establecía ningún diálogo con otras opciones. Al final denotaba no tanto la especialización en su campo sino la falta de conocimiento del resto de la materia.
El sector del arte es muy variado. Abarca lo local y lo internacional, lo amateur y lo profesional, lo comercial y lo alternativo y todo ello es factible de programarse si se hace con consenso y se explica el criterio.
Diana Velásquez – En todos estos años, ¿cuál es tu conclusión sobre los factores que favorecen que una artista posicione su trabajo?
Susana Blas – Es difícil definir qué significa ser un artista que ha posicionado su trabajo. ¿Nos referimos a que vive de su obra?, ¿que ha obtenido el reconocimiento académico?, ¿el de las instituciones?, ¿el del público?… ¿hablamos de “posicionarse” en el contexto internacional, en el local? ¿en vida? ¿ya fallecido? Quiero decir que la Historia del arte nos ha enseñado que “la posición” se vive de formas múltiples.
Quizá la única “posición” del artista es “hacer cada día su trabajo”, el que quiera o necesite hacer. Lo demás es circunstancial y variable. Al final, la artista solo tiene “su trabajo”, “su hacer” y ese diálogo que establece con quien designe como interlocutor: otros artistas, el público, su familia, los estudiantes, una comisaria, la Historia… Y “este hacer” es lo único determinante porque ese proceso se recibirá por parte de los públicos de distintas épocas y en distintas situaciones, de infinidad de maneras.
Ahora bien, si me preguntas lo que más me ha llamado la atención de artistas que han alcanzado algunos de sus objetivos, los que sean… te diré que nunca fue el talento, que ya lo presuponía, sino la cantidad de horas y esfuerzos que dedican a su obra. Es algo inaudito lo mucho que trabajan, y en condiciones muy precarias. Es casi una heroicidad.
Diana Velásquez – ¿Qué artistas de distintas generaciones destacarías?
Susana Blas – Citar nombres es tan complicado… pero así en caliente, te citaré algunas de las creadoras españolas que vengan a mi cabeza en este momento en que escribo: Eva Lootz, Paloma Navares, Carmen Calvo, Eugenia Balcells, Victoria Civera, Carmen Sigler, Estíbaliz Sádaba, Yolanda Tabanera, Marta Beltrán, Paula Noya, Marina Vargas, Vicky Méndiz, Mapi Rivera, Raquel Pérez Ibáñez, Rosana Antolí, Raisa Maudit, Art Al Quadrat, Fernando Renes, Juan Zamora, Laramascoto, Chechu Alava, Ignacio García Sánchez, Consuegra Romero… Qué difícil. Me temo que me resulta imposible nombrar a todas… El nivel del arte español es muy alto.
Diana Velásquez – ¿Cuál ha sido tu experiencia durante esta pandemia?
Susana Blas – He vivido la pandemia desde el recogimiento. Enmudecí pronto porque me coincidió la pandemia durante el proceso del tratamiento oncológico de mi madre y de mi amiga. Sigo confinada todo lo que puedo y vivo esta época muy unida a mi familia, siendo muy consciente de lo complejo que es frecuentar hospitales en esta época Covid y del gran valor que tienen nuestros sanitarios.
Por otra parte, yo tuve la suerte de poder teletrabajar y de permitirme reflexionar sobre el momento que vivíamos. Soy una privilegiada. Por ejemplo, siendo mi campo de estudio el audiovisual, he observado los cambios de tendencias y de lenguajes que se pueden producir en el arte por el uso cotidiano de la virtualidad y cómo afectará al arte de los entornos electrónicos. Es evidente que para los que trabajamos esta área de análisis, llega un momento interesante para las artes.
Diana Velásquez – ¿Qué viene para ti, a partir de 2021?
Susana Blas – Soy consciente de que llegan tiempos inciertos pero este año me gustaría seguir en la línea del último año: seguir haciendo con ilusión mi trabajo cotidiano como guionista de Metrópolis, y solo involucrarme en los proyectos que me nutren y enseñan cosas.
Debo de estar cerrando un ciclo personal porque me han pedido comisariados varias artistas de mi generación con las que empecé mi carrera hace dos décadas y que aprecio mucho. Lo percibo como un cierre de etapa. Es el caso de las exposiciones monográficas de Mabi Revuelta (Azkuna Zentroa-Tabacalera Madrid), Carmen Sigler (CAB-Burgos), Marina Núñez (Kubo-Kutxa Donostia) o Bene Bergado (Sala Alcalá 31, Madrid). Es un honor que me hayan elegido para vivir con ellas proyectos de tanta responsabilidad, y poder trabarlos a largo plazo.
También en 2021 me gustaría investigar algunas ideas que me surgieron durante el confinamiento sobre feminismo y audiovisual… seguir conversando con mis amigas, con mi familia… disfrutar de mis hijes y de mis hermanas…
Etiquetas: susana blas Last modified: 19 septiembre, 2023