La Sala de Arte El Brocense acoge la exposición FAIL del artista Jorge Gil. El proyecto expositivo es el resultado de un proyecto de investigación artística que gira en torno al análisis de la gestión social del fracaso y su reflejo digital en redes, tanto en la comunidad artística en particular como en la sociedad en general.
El comisario de la muestra, Julio C. Vázquez, explica en su texto del catálogo que FAIL surge de la renuncia a una convocatoria pública ganada y destinada a la ejecución de este proyecto, abre por si sola esta senda alternativa hacia el fracaso, desde el éxito, en dirección contraria a la construcción social que supone el concepto de triunfo. Un producto empaquetado por lo que podríamos denominar como el síndrome de Einstein, todo un Premio Nobel que suspendía matemáticas en el colegio, o de un Steve Jobs que no terminó la universidad, e incluso de un Rafa Nadal, que se levanta aguerrido tras cada lesión. Todos ejemplos recurrentes de un éxito mitificado, tan excepcional como residual pero cuya fácil empatía nos permite eludir rápidamente la responsabilidad ante nuestro propio fracaso y convertirlo en un obligado paso hacia delante. Así, los procesos mentales de reacción al fallo suelen aparecer asociados, en primer lugar, al pensamiento mágico, en un intento de externalizar la causa del mismo para, seguidamente, experimentar un duelo que nos conduce a ese aprendizaje forzado que mitigue la vergüenza pero que, en realidad, aumenta la presión sobre la necesidad de alcanzar este modelo de éxito irreal, impuesto. Es por ello que el origen de este proyecto marca pautas inéditas que recorren el camino en sentido opuesto, en un ejercicio de responsabilidad más cercano a la asunción de los actos como propios, que al nihilismo latente en él, obviando, en todo caso, la coacción imperante por rentabilizar el error.
A lo largo de la trayectoria de Jorge Gil, estos temas han sido transversales a su obra, al centrarse en las consecuencias psicológicas de todo esto. No obstante, lejos de ahondar en el espíritu psicoanalítico que pudiera gobernar sus proyectos anteriores, esta exposición busca explorar aspectos más antropológicos, cambiando el análisis del individuo por el estudio de la condición humana. Ambos elementos son recurrentes en el cuerpo de obra de Gil, pero ahora, la balanza parece desequilibrarse hacia este último. Es aquí donde toma relevancia el carácter antropométrico de las piezas, de tal manera que manos, cabezas e incluso piel, provienen directamente de la reproducción del cuerpo del artista, lo cual aprovecha para revisar esta presencia en su trayectoria. Aquella mística recurrente desde el gusto por alterar el exvoto con un fondo conscientemente heterogéneo, muda ahora en la empatía como propuesta, a través de la cual, en este caso, demandar la responsabilidad del fracaso sin consecuencias, desde la literalidad de su cuerpo.
De esta manera, si bajamos el discurso a la sala de exposiciones, encontramos como causa y a la vez efecto, conceptual y formal, el pensamiento intrusivo, magistralmente simbolizado por aquel Péndulo -de Newton- disfuncional, donde las bolas de acero son sustituidas por cabezas, mudando energía por idea, sometidas ambas a la misma ley del choque elástico 2 que impide su salida. Pieza que proviene de un proyecto justo anterior y que marca el punto de partida para la nueva producción, en ese trasvase analítico del individuo a su condición compartida. Una instalación que empieza a reconocerse como obra puntal del artista al igual que, en su momento, lo hizo el duelo de Crisálidas, los automatismos de Los otros o el pensamiento mágico destapado en absurdo de No, jamás, nunca, nada, que nos traen hasta este justo momento.
Fechas: Hasta el 23 de noviembre de 2024
Lugar: Sala de Arte El Brocense, Cáceres