Fátima Mortada es una artista que algunos pueden llamar subversiva. Trabajando principalmente con mitología, política de la sexualidad, género e identidad, ella ha estado experimentando una amplia gama de técnicas y materiales desde el dibujo, el grabado y la pintura hasta la escultura, la instalación, la película, el tejido y la costura.
Fátima crea imágenes de calidez, ternura y amor. Entre el instinto de supervivencia y el de marcar revoluciones. Entre el trabajo meticuloso y asiduo y el deseo de alterar, entre hábitos y costumbres y preguntas y retos, celebra la alianza de imágenes eróticas y arte. Los trabajos tejidos de Fátima representan la feminidad pero también la rebelión y el caos. La artista a menudo deja trozos de hilos que cuelgan, se enredan, se desbordan, se rasgan, se afilan. El hilo no es insignificante porque atestigua un proceso ancestral: de fibra a hilo, de tejido a tejido, herramientas, conocimientos, formas, arquitecturas, culturas, redes…
Fátima Mortada describe sus obras, a veces, como reservadas para un público informado, con mujeres carnales, ofrecidas en poses privadas. Estas imágenes de porno-suave, erotismo, se mezclan con las de la muerte, un resultado orgánico pero también terriblemente orgiástico. Su trabajo trata sobre la formación de conceptos sexuales, roles de género y estatus socio-psicológico entre los dos sexos porque la hipocresía es universal. Da una mirada crítica al material, el medio y la representación desafiando jerarquías de todo tipo, ya sea medio o género.
El hilo vuelve a los temas totalmente contemporáneos. El espacio de realización es meditativo, el tiempo se convierte en un elemento creativo. Los gestos de tejer ya no son del orden de los conocimientos ancestrales, sino que se ritualizan para dar nacimiento a obras contemplativas, de acuerdo con una metáfora de la unión: unirse es fortalecerse.
