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Written by: Nueva York Performance Quito

«Trust Me: el papel de la confianza en un mundo quebrado»

Gema Álava

El 20 de enero de 2017, el mismo día en el que en Estados Unidos un nuevo presidente tomaba posesión de la presidencia, la artista madrileña Gema Álava con residencia en Nueva York desde el 2000 realizaba el performance Trust Me (Confía en Mi) en Quito, Ecuador. Las coincidencias y las interpretaciones de las obras en arte es también parte de la investigación de Álava. La escritora neoyorquina Lisa Markovits Kohn con residencia en Quito, interpreta su participación en Trust Me tras las elecciones presidenciales en Ecuador el 2 de abril de 2017.

Gema Álava

El proyecto artístico Trust Me está inspirado en el trabajo que Álava mantuvo durante una década como guía oficial de museo para personas ciegas y consiste en descripciones individuales de obras que no pueden ser vistas.

Trust Me: El papel de la confianza en un mundo quebrado. Por Lisa Markovits Kohn

“Pero ¿qué es esto?” me preguntó sorprendida la artista española Gema Álava mientras me guiaba –cegada pero relajada– por un museo de Quito, Ecuador, en el contexto de su obra performance Trust Me (Confía en Mí). “Tú debes confiar mucho en la gente.” Y es que no son todos los días que las personas videntes nos convertimos por un tiempo en no videntes, obligándonos no solo a despertar sentidos olvidados o poco utilizados sino también a confiar en que una persona totalmente desconocida hasta el momento nos pueda llevar por el mundo de forma segura y hasta pueda –dentro de la ceguera– “abrir nuestros ojos” a otro tipo de visión, más inclusiva, más amplia. “Pues, sí,” le dije yo. “No tengo por qué desconfiar”. Y es que vine a este proyecto artístico y experimento con apertura, sin prejuicios, con confianza.

El peso de la historia

Ojalá el mundo fuese así de sencillo. Ojalá todos pudiéramos llegar a los experimentos que llamamos nuestras vidas de esa misma manera: libre de odios, dispuestos a escuchar al otro. Así debería ser. Grandes pensadores mundiales como Nelson Mandela nos recuerdan que: “nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, su origen o su religión.” Pero qué difícil escaparnos de la historia, sea personal o mundial. Todos cargamos con el peso de nuestros antepasados, sea dentro de la genética física, energética, espiritual, o a través de una culturización, de valores transmitidos de abuelos a padres, de madres a hijos.

Al mes de haber participado, creo que entiendo bastante bien las lecciones que salen de esta obra de arte en vivo, en la que la artista nos lleva por el espacio del museo y nos hace conocer su contenido, pintando los colores y formas que no podemos ver con las palabras. Creo que entiendo también en algún nivel a su autora, quien –al igual que yo– vive entre varios mundos. Ella, española, residente en Nueva York; yo, neoyorquina, residente en Quito. Ambas artistas. Ambas escritoras. Observadoras de la humanidad con la comprensión del que vive una cultura desde adentro pero siempre con un pie afuera. Ambas preocupadas por los acontecimientos políticos que están viviendo nuestros países originarios y adoptivos, plagados de movimientos que han sacado a la luz el hecho de que los odios heredados y culturizados pueden esconderse bajo un velo de gentileza pero no se erradican sin un trabajo profundo de concientización y sobretodo, de un compartir real de la vida del uno con el “otro”.

Gema Álava

Nos conocemos en Quito en un momento sumamente delicado, justo previo a las elecciones presidenciables aquí y justo después de las elecciones presidenciales en EEUU. Ambas han sido (y siguen siendo) elecciones peleadas. Los insultos, las acusaciones de corrupción, de falta de ética, han volado por las redes sociales, convirtiendo a cada persona con una cuenta de Facebook o Twitter en el experto del momento. Todos, desde nuestro punto de vista, juzgamos al otro. Las instituciones “legítimas” buscan mantener su vigencia en un mundo que idolatra lo inmediato, lo resumido, lo enganchador, lo fácil.

La ruptura cíclica de la confianza

Y en estos momentos se destapan los antiguos prejuicios. Crece la intolerancia y su expresión violenta. Abundan las acusaciones y culpamos, siempre al “otro”. Y en los países cuyos líderes han encontrado en estos odios una base de poder, se expanden cada vez más los límites de lo permitido, los espacios de diálogo desparecen y se reemplazan con actos vandálicos, con insultos abiertos, con ataques violentos sean en lo verbal o en lo físico. Y la confianza se vuelve a quebrar.

El ciego que lleva a otro ciego

Muchas veces no logramos ver estos cambios en nuestra sociedad porque vivimos dentro de la misma burbuja que ciega a todos. El arte tiene un poder único de permitirnos abstraernos un poco de esa realidad y encontrar un espacio alterno. Fueron solo veinte minutos de mi vida en los que pude ver a través de los ojos de Gema. La verdad, al igual que la belleza, es según el cristal con que se mira. Pero yo sigo, de forma ingenua quizá, buscando el cristal que sea no solo transparente sino traspasable, uno que nos permita extender la mano, tocar al otro, y darnos cuenta que en el fondo, comparte los mismos deseos que nosotros.

Imágenes:
1- © Leslye Guayasamín
2- © Danee Ramón

Etiquetas: , Last modified: 17 abril, 2017