Continuando con los diferentes tipo de intereses, impulsos y motivaciones que pueden llevarnos a coleccionar encontramos:
Motivación Filantrópica – Mecenazgo
Cuando adquirimos una obra de arte, de manera independiente a los beneficios personales que pueda conllevar, estamos propiciando el hecho de que un artista pueda continuar creando, estamos participando en el desarrollo de una carrera.
De algún modo y desde nuestras posibilidades podemos actuar como pequeños o grandes mecenas y ser partícipes del universo de la creación artística.
El coleccionista Antonio Lobo (Sevilla, 1967), apuesta por el arte emergente. ‘Es, sencillamente, comprar futuro’ –dice-. ‘Descubrir el trabajo de un artista y acompañarle en su camino es, además, una experiencia única, un vínculo de perpetuidad’.
Es una manera de aportar un pequeño grano de arena al desarrollo y evolución del arte y de los artistas, para aquellos que entienden y creen que un mundo sin arte sería un mundo peor.
Las siguientes dos motivaciones no están exentas de controversia pero no por ello dejan de ser menos reales, motivo por el que aunque sea de manera breve, vamos a analizarlas.
Motivación Aspiracional
Dentro de las sociedades mercantilistas modernas, basadas en un sistema tácito de clases, la posesión de obras de arte sitúa al poseedor dentro de una élite selecta, bien a nivel económico, que ira en función del mayor o menor precio de las obras de la colección, pero también, hay que decirlo, de la élite intelectual.
La posesión de obra artística funciona como un mecanismo de determinación de estatus social y herramienta de posicionamiento.
En ocasiones poseer una obra de arte o una colección de obras se equipara a conducir un Mercedes, calzar unos zapatos de Manolo Blahnik o vestir de Prada.
Estas posesiones mostradas en sociedad o en una velada actúan como un catalizador de estatus que indica a los demás cual es mi poder adquisitivo y cual es el lugar que ocupo dentro de ese sistema.
Motivación Económica
Una obra de arte, en su vertiente puramente objetual, es un bien, estipulado en materia legal como «bien mueble» que por lo tanto tiene un valor, que ademas tiene la característica de poder incrementarse en el tiempo (aunque también disminuir).
Esta condición tiene una doble lectura. Por un lado nos indica que cuando adquirimos una obra de arte original, estamos adquiriendo un objeto que detenta un valor, que puede tratarse de un valor proyectable en el tiempo, algo que ningún otro objeto de consumo, de producción industrial o incluso artesanal, tiene. Un coche en el momento que sale del concesionario comienza a perder valor.
Por otro lado, esto hace que se haya conformado todo un sistema de especulación de mercado mediante sistemas de inversión descarnada, que tanto dinero está haciendo ganar a unos pocos, pero que tanto daño está haciendo al mundo del arte y a los propios artistas que pueden ver destruida una prometedora carrera en el escaso plazo de dos años.
La problemática de la especulación en el mundo dela arte es materia de otra discusión y lo que debemos tener en cuenta ahora es que al adquirir una obra de arte, estamos adquiriendo un «bien» que con bastante seguridad mantendrá su valor a lo largo de los años pero que además es susceptible de poder experimentar una «revalorización».
Créditos Foto: https://www.photosforclass.com/download/flickr-5179871880
Etiquetas: I want to collect Last modified: 16 octubre, 2018