Pintar imaginarios, un proyecto comisariado por Juan Francisco Rueda con los artistas Arancha Goyeneche y Fernando Renes.
Si los Encuentros de arte de Genalguacil (Málaga) vienen consolidándose como uno de los programas de convivencia artística más interesantes de nuestro país, las jornadas culturales Arte Vivo, celebradas en los años alternos a los encuentros, muestran en cada edición un nivel más elevado debido a los interesantes proyectos expositivos que se adueñan tanto del museo como del pueblo. La presente edición de Arte Vivo ha venido cargada, además, de numerosos eventos de tipo lúdico, deportivo y cultural, como talleres de teatro, serigrafía o cocina en los que han participado activamente vecinos de todas las edades. Dentro de esta programación cultural destaca Pintar Imaginarios, la propuesta expositiva del crítico y comisario malagueño Juan Francisco Rueda (1977), que en esta ocasión ha contado con los trabajos de los artistas Arancha Goyeneche (Santander, 1967) y Fernando Renes (Covarrubias, Burgos, 1970), planteando un inteligente discurso que desde una perspectiva contemporánea habla sobre las imágenes que configuran el subconsciente colectivo del pueblo español, y en concreto el andaluz, a través de elementos tradicionales como la cerámica, y que traspasa los límites del museo invitando a los artistas a llevar a cabo intervenciones en las calles de Genalguacil.
El diálogo entre Goyeneche y Renes es fructífero porque existen puntos de encuentro, pero también lugares no comunes que hablan de su individualidad y se complementan. Ambos indagan en elementos tradicionales como el azulejo ornamental o la cerámica popular, y practican la llamada pintura expandida, esto es, llevan a cabo una experimentación pictórica con soportes visuales propiamente no pictóricos, pero lo hacen desde sensibilidades dispares, backgrounds muy distintos, en el caso de Goyeneche más enraizado a un lenguaje abstracto que nos remite a sus experiencias emocionales con el paisaje, y en el de Renes a una figuración desenfadada en la que se entrelaza lo histórico, lo popular y la memoria íntima.
Arancha Goyeneche no trabaja con materiales de origen tradicional, al contrario, para llevar a cabo sus composiciones geométricas utiliza vinilos industriales autoadhesivos de distintos colores, sin embargo, la artista plantea una sugestiva reflexión que conecta el espíritu decorativo andaluz con otras experiencias abstractas internacionales. Su interés por el tema nace a raíz de una visita a la Casa de Pilatos (Sevilla), en la que descubre los magníficos patios alicatados con azulejos de inspiración mudéjar, y es entonces cuando comienza a trabajar creando pequeñas composiciones geométricas que generan unos paneles decorativos similares a los del célebre palacio (Stickedpainting, 2014). Pero la propuesta de Goyeneche trasciende lo local, remitiéndonos también a otras experiencias decorativas abstracto geométricas de la Historia del arte, como por ejemplo, la que desarrollaría Otti Berger en la escuela de la Bauhaus dentro del ámbito textil, quien trabajó con ahínco revisando, experimentando y renovando la tradición decorativa. Aunque el lenguaje de Arancha provenga de la corriente europea que a principos del siglo XX indagaba en las posibilidades artísticas de lo geométrico, en su obra siempre subyacen referencias emocionales al paisaje vivido, como en la serie “Paisajes Fragmentados”, compuesta por dos piezas lumínicas, “Amanecer en Llamas” y “La siega” (2015), que oscilan entre lo pictórico, lo escultórico y lo instalativo, y dos fotografías de las anteriores intervenidas con vinilos adhesivos, “Atardecer violeta” y “Después de la tormenta” (2015). En este caso, los títulos son el único elemento que descubren esa conexión afectiva con el paisaje, un vínculo emocional que muy probablemente entiendan los vecinos de Genalguacil, ya que su cotidianidad está fuertemente marcada por la situación geográfica de su pueblo, enclavado en pleno Valle del Genal.
El paisaje como parte imprescindible del imaginario popular y personal es también uno de los temas favoritos de Fernando Renes, quien plasma en uno de sus lebrillos su primer viaje a Andalucía, concretamente a Torremolinos, donde conoció por primera vez el mar. Renes trabaja con soportes de raigambre tradicional como la cántara moruna, el azulejo o los citados lebrillos, y también desarrolla técnicas de la tradición alfarera como la loza o cerámica de fajalauza, originariamente elaborada en el barrio granadino del Albaicín. Pero los temas que inundan estas piezas no provienen de la tradición decorativa andaluza, sino que ilustran y describen cuestiones políticas, sociales, culturales, personales… del pasado y el presente. Podríamos decir que en el ejercicio artístico de Renes confluyen la historia y la intrahistoria, los relatos oficiales y los microrelatos, siempre desde una perspectiva fundamentalmente crítica e irónica, aspecto éste último intensificado por su lenguaje artístico, una figuración bastante descarada y aparentemente despreocupada en la que se entremezclan frases y personajes de la “alta” y la “baja” cultura, productos todos ellos del consumo de masas, y que arremete duramente contra asuntos como la corrupción política, los instrumentos del poder o los mitos históricos. Esta vertiente más crítica convive con otra más personal y emotiva, en la que el artista habla de sí mismo, de sus memorias familiares y de los hitos folclóricos o históricos que han marcado su propio bagaje y configurado su patrimonio íntimo. Fernando se incorpora de esta manera a esa corriente de renovación cerámica que ha logrado desvincular al material de su funcionalismo tradicional, mostrándose más bien como un medio de expresión de diversos planteamientos, ya sean conceptuales, estéticos o teóricos, y entre los que encontramos las aportaciones de figuras tan importantes como Picasso o Joan Miró. Dentro de la producción de Renes, cabría destacar la serie de dibujos “Estatuas Parlantes” (2014) en los que el artista reproduce pictóricamente una serie de esculturas romanas públicas que servían como propaganda política y que eran quebrantadas por las frases de protesta del pueblo romano. El poder nuevamente se topa con la insurreción ciudadana. Aunque el dibujo que mejor ilustra la propuesta curatorial, y que por lo tanto ha sido transferido a azulejería y situado en una de las fachadas del museo, es el que reza “Los artistas generalmente trabajamos para los poderosos”, haciendo un guiño al poder del vecindario de Genalguacil, destinatario primordial y protagonista de todas las iniciativas culturales que se vienen realizando en el pueblo desde 1994, año del nacimiento de los primeros encuentros de arte.
Y es que una de las partes más interesantes de Pintar imaginarios han sido las intervenciones que han llevado a cabo Goyeneche y Renes en las calles del pueblo, para las cuales el comisario ha seleccionado unas localizaciones específicas, interpelando a la población a través de las metáforas que los artistas han construído jugando con el paisaje natural y urbano. Con esta propuesta de tipo relacional, Juan Francisco Rueda pone de manifiesto la necesidad de superar los límites del museo, aproximando la creación contemporánea a la gente, pero partiendo siempre desde el respeto absoluto hacia ésta y hacia los espacios que diariamente transitan.
Uno de los ejemplos que ilustran el meditado trabajo curatorial de esta exposición es la constante tensión que existe entre lo pictórico y lo escultórico. Goyeneche elabora sus piezas pictóricas usando la técnica escultórica del assemblage, mientras que Fernando pinta esculturas y recrea imágenes pictóricas sobre objetos artesanales, nimbándolos con el halo escultórico. Pintar Imaginarios es una propuesta expositiva perfectamente articulada que por un lado, se recrea en realidades bisagra, correspondencias y paralelismos como el anteriormente citado, y por otro, plantea una temática afín a las tradiciones y la iconografía popular andaluza, enlazando, entre otros, con el imaginario histórico y emocional de los vecinos de Genalguacil. Las múltiples reflexiones que esta exposición plantea la convierten en un interesante y complejo proyecto poliédrico que dialoga a la perfección con el pueblo, pero que podría ubicarse en cualquier otro centro urbano de arte contemporáneo. Éste es, sin duda, uno de los aspectos más destacables de la misma, su capacidad para hablar de lo grande a través de lo pequeño, de lo universal a través de lo cotidiano.
Artistas: Arancha Goyeneche y Fernando Renes
Comisario: Juan Francisco Rueda
Fechas: Hasta 23 de septiembre de 2017
Lugar: Museo de arte contemporáneo “Fernando Centeno” y otras intervenciones en el pueblo, Genalguacil (Málaga)
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