Kiki Smith (Nuremberg, 1954) es una artista multidisciplinar que reflexiona, con su trabajo, sobre la naturaleza, la existencia humana y las connotaciones negativas que se han asociado al cuerpo femenino historicamente.

Con influencias artísticas desde pequeña -su padre era el escultor minimalista Tony Smith y su madre la cantante de ópera Jane Lawrence-, Kiki Smith comienza a estudiar en Hartford Art School (Connecticut) en 1974, pero nunca llega a terminar sus estudios en Arte siendo una artista en gran parte autodidacta.
Kiki Smith llega a New York en 1976, donde se une a Collaborative Projects, Inc (COLAB), un colectivo de artistas dedicado a hacer el arte accesible a través de exposiciones fuera de los escenarios habituales. Entre los participantes se encontraba Jenny Holzer, Jane Dickson, Tom Otterness…
The Kitchen es el espacio artístico que acoge su primera exposición individual, titulada Life wants to live. El proyecto consistía en una instalación multimedia donde la artista reflexionaba sobre la invisibilidad de la violencia doméstica y la resiliencia de las mujeres frente al abuso.
“Cuando la gente empieza a hablar de violencia, habla de algo violento que está sucediendo en la sociedad, pero nunca hablan de la violencia que vive la gente todos los días”
Kiki Smith en Posner (1998)
La exposición combinaba fotografías, diapositivas, sonidos, rayos X y otros medios que se referían al cuerpo golpeado – la artista y su compañero Wojnarowicz se golpean entre sí para documentar las secuelas visibles e invisibles producidas en la pelea- reflexionando sobre los problemas de intimidad e invisibilidad asociados a la violencia doméstica.

Desde el comienzo de su trayectoria, Kiki Smith tiene un especial interés por el cuerpo humano, intensificándose en la década de los 80 tras la muerte de su padre y su titulación como Técnico Médico de Emergencia.
Entre sus obras más tempranas encontramos su compromiso como activista en temas relacionados con el cuerpo humano. En la obra Possession Is Nine-Tenths of the Law (1985) -una serie de 9 serigrafías y monotipos en los que la artista representa varios órganos internos- muestra las preocupaciones feministas sobre la propiedad del cuerpo humano y si es licito que se legisle sobre él.
Comprometida en la lucha contra el SIDA, Kiki Smith crea la obra Game Time (1986) una instalación en la que encontramos 12 frascos llenos de sangre aludiendo al miedo al contagio que predominaba en la sociedad. Esta pieza tiene un significado personal para la artista ya que una de sus hermanas muere victima de la enfermedad.

En los 90, Kiki Smith comienza a realizar esculturas de figuras humanas a tamaño real, en ellas representa los estigmas que la sociedad impone al cuerpo femenino: la menstruación, la sexualidad, las necesidades fisiológicas, la reproducción…
Romper con la vergüenza que sentimos respecto a nuestro cuerpo y normalizar situaciones naturales lo vemos en piezas como Pee Body (1992) donde representa una figura femenina desnuda agachada en el suelo orinando. Otro ejemplo podría ser Train (1993), una escultura de una mujer desnuda de pie de la que desde su vagina brotan cuentas rojas, una manera de normalizar la menstruación y visibilizarla.
“No pude mostrar mi trabajo hasta 10 años después que mis compañeros masculinos. Si puedes sobrevivir a la mayoría de los hombres, de repente puedes ser venerada».
Kiki Smith
Durante estos años llega su salto internacional, tras ser rechazada, con anterioridad, para participar en Venecia por ser demasiado mayor, en 1993 es invitada por Jeffrey Deitch a participar en APERTO de la Bienal de Venecia.

Más recientemente, Kiki Smith trabaja para redefinir el imaginario cristiano dedicado a la mujer que no sigue sus normas: personificaciones del pecado que la artista empodera. Las mujeres brujas son homenajeadas en The women on pyres donde recupera a las mujeres acusadas de brujería y quemadas en la hoguera en la Europa bajomedieval.
Otro de los temas que trabaja es la poca representación de la mujer artista en la Historia, seguramente por la imposición social de unir a la mujer con lo doméstico. En Sojourn, Kiki Smith muestra como, a pesar de esta limitación, la inspiración de las mujeres se revela al espacio, ocupándolo de manera creativa.
Siguiendo este concepto, en España pudimos ver la individual Her memory (2009) en la Fundación Joan Miró, donde la artista reflexionaba sobre el ciclo vital de la mujer, del nacimiento a la muerte, haciendo un paralelismo con el ciclo creativo: el camino de formación, las fuentes de inspiración, el éxito y el final del recorrido.
Puedes leer el hilo completo dedicado a la artista, pinchando aquí.
El próximo domingo conoceremos el trabajo de Manuela Ballester de la mano de Yasmina García. ¡No os lo perdáis!
Etiquetas: Kiki Smith, WOMAN ART HOUSE Last modified: 13 septiembre, 2023