‘’¿Estamos realmente viviendo en el Antropoceno, con su vuelta a una visión curiosamente eurocéntrica de la humanidad, y su confianza en las agotadas nociones de recursos-y-determinismo-tecnológico? ¿O estamos viviendo en el Capitaloceno, la era histórica configurada por relaciones que privilegian la acumulación sin fin del capital?
Jason W. Moore. El capitalismo en la trama de la vida: ecología y acumulación del capital.
2015.
Sin lugar a duda, el sociólogo Moore tiene razón cuando propone al Capitaloceno para definir la época en la que estamos viviendo, en contra del término Antropoceno, el cual considera errado porque focaliza los orígenes del mundo actual en la acción conjunta de la humanidad y en los frenéticos avances científico-tecnológicos. El Capitaloceno muestra que el único objetivo de la fase presente de la historia humana es la acumulación de capital. Un periodo que empezó en la Era de los Descubrimientos, el cual esclaviza a la naturaleza y a una gran parte de la humanidad a partes iguales en beneficio, por cierto, de unos/as pocos/as capitalistas.
Consciente de todo esto, la artista Marina Gadea apuesta por volcar su arte en el activismo ecologista. Si el Capitaloceno es la etapa de la humanidad —no de la Tierra; no es una fase geológica— en la que la explotación de los recursos naturales y humanos está colapsando con el cambio climático, una de las maneras de concienciar sobre la situación e intentar revertirla es a través de la praxis ecologista. Nuestra artista utiliza la vía del arte para alcanzar esta meta; para demostrar los peligros del cambio climático, pues se focaliza en los asuntos medioambientales. Pero sobre todo, con el objetivo de manifestar la importancia que tiene cuidar de aquello que todavía mantiene viva nuestra especie. En su caso, su protagonista es el océano; este es imprescindible para la vida tal y como la conocemos ahora. Es más, todas las criaturas que albergó nuestro planeta o que existen actualmente tienen su origen en el ponto, por lo que su dignificación y protección resultan capitales.
La perspectiva vital de Gadea, vinculada a la ecología profunda la hace sentirse un todo con la Tierra, ya que, al fin y al cabo, formamos parte de esta y estamos bajo su amparo. La naturaleza es nuestro hábitat gigantesco; no tenemos otro. Y con su arte, nos invita a reflexionar acerca de trascendencia de existir protegiendo a la natura, en lugar de abusar de esta como se ha hecho históricamente.
Con formación en documentación científica y en historia del arte, aparte de tener experiencia como investigadora en las ciencias del mar, Gadea se erige como una artista-científica. En cierto modo, rinde homenaje a las mujeres artistas y científicas del pasado, cuya presencia en Occidente descolló a partir de la Edad Moderna —irónicamente, al iniciarse el Capitaloceno—. Relacionarla con la bióloga Maria Sibylla Merian no es desacertado, pues tienen en común no solo el arte y la ciencia, sino la preocupación por la ecología. Incluso, llegó a estudiar la vida en las aguas continentales, investigando, por ejemplo, el ciclo vital y el hábitat del sapo de Surinam.
Regresando al tema que nos ocupa, Gadea reinventa el género de la marina y lo vuelca al entorno subacuático. No le preocupa mostrar en su arte una perspectiva edénica del mar; una mirada a sus hermosas costas. Para ella esto no tiene sentido alguno; la paisajística tradicional queda ya desbancada y rechaza lo puramente ornamental. Ella prefiere sumergirse en las aguas marinas de distintas ubicaciones del globo, tomando fotografías, vídeos e incluso grabaciones sonoras de lo que observa en el fondo oceánico. Somete cada viaje a las entrañas marinas, cada inmersión submarina, a una investigación exhaustiva de lo que ha conocido y recogido mediante distintas formas de documentación. Le importa la belleza de lo que observa y posteriormente plasma en el arte, pero también dar su lugar equitativo al enfoque científico. Por esta razón, y en consonancia con lo anteriormente expuesto, su procedimiento artístico se basa en la cartografía oceánica. Se trata de una fuente de inspiración crucial para Gadea. Conoció esta ciencia gracias al mapa global del fondo marino realizado por los/as geólogos/as Marie Tharp y Bruce Heezen en 1977. A colación de esto, la artista colabora, entre otros, con el Proyecto Nippon Foundation-GEBCO Seabed 2030, cuyo fin es cartografiar de manera precisa el relieve oceánico a nivel mundial, lo que llevará a la superación de todos los trabajos anteriores.
Las fotografías, las grabaciones de vídeo y de audio, la presencia constante de la cartografía submarina como foco de interés para Gadea y sus reflexiones en torno a cada exploración subacuática que gesta dan lugar a la creación de bocetos. Sus bocetos tienden a la forma circular, así como una parte importante de sus piezas artísticas. Esto es así porque Gadea asocia el círculo con la cartografía y también con la infinidad simbólica del mar; la hidrosfera ocupa más del 70 % de la superficie terrestre, así que literalmente se encuentra en todas partes. Igualmente, la elección del tondo como formato para el soporte es llamativa porque lo desacraliza. Si recordamos la Sagrada Familia, más conocida como Tondo Doni de Miguel Ángel o la Virgen de la silla de Rafael, nos percataremos de que muchos tondos en la historia del arte se ligan a la religión. De esta suerte, los tondos de Gadea cambian lo sagrado —la divinidad — por lo profano, — el océano —. O si se quiere, está aludiendo a una sacralización del ponto —más que merecida como dador de vida que es—.
Cuando ya está trabajando la obra de arte de cara a la versión definitiva, apuesta por la abstracción, incidiendo en el valor que tienen las formas, incluyendo los relieves, las texturas y los colores. La abstracción le permite traducir toda la investigación científica previa a un lenguaje visual que se puede asimilar con mayor facilidad, pues rehúsa el realismo. Gadea considera que no hace falta complejizar la obra de arte, pues la función de esta no solo es encarnar el concepto trabajado por ella tras sus indagaciones, sino también resultar bella desde una perspectiva estética. La complejización de la realidad visible con datos científicos no ayuda a transmitir el mensaje de Gadea: la conservación del océano. Sin embargo, ella hace calar esta idea mediante sus composiciones abstractas, que transmiten la belleza esencial, pero también hermética que tiene lo más hondo del ponto. Se sumerge en un mundo oculto; el paisaje invisible a nuestros ojos terrestres. Apreciar sus piezas de arte es una revelación y cuando se averigua el contexto en el que son producidas, la conciencia ecologista del público reacciona. Preservar la belleza del océano, y de las masas de agua en general, es también evitar su contaminación; su deterioro.
Para elaborar sus obras de arte, utiliza diversos materiales, pero predomina la técnica mixta, empleando grafito, óleo, acrílico, pigmentos naturales y resina con asiduidad sobre soportes diversos, verbigracia, latón, cobre, titanio, hierro, metacrilato, madera o lienzo. Los metales le apasionan porque le hacen recordar el arte de las primeras civilizaciones, así que cultivarlos le conecta con las culturas remotas de la humanidad.
Sin embargo, su manera de concebir la plástica no es tan tradicional como parece; no se trata solamente de ir explorando con técnicas y soportes variados en el estudio después de registrar el fondo marino. La serie Aquaoir, iniciada en 2020, es el ejemplo indudable de arte generativo en la trayectoria de Gadea. Aquaoir está creada con técnica mixta sobre metacrilato. Se compone de veinticuatro obras que recrean la cartografía marina, las cuales se sumergieron en el océano durante un tiempo determinado. Por tanto, durante un periodo que abarca hasta meses, las piezas entraron en contacto con la salinidad, la temperatura, las corrientes y la presión del océano, entre otros factores que llegaron a modificar las composiciones. Es arte generativo porque Gadea utilizó el mar para terminar la ejecución de las obras. Enlaza, por ende, con la idea de land art, pero en miniatura y además portátil y conservable. Se trata de una vertiente más de las creaciones de Gadea; de su arte experimental y pedagógico. Con su arte, nos enseña, mediante lo conceptual y lo abstracto, la necesidad de proteger el océano y el medioambiente en general. Desde su mirada, lo que articula es una cartografía simbólica, abstracta, con la misión principal de fomentar la actitud ecologista. Asimismo, nos transmite la belleza en un sentido de goce estético; ese que nos produce el mar cuando lo contemplamos, trayendo a la memoria la importancia de su custodia.
Etiquetas: Andrea García Casal, Marina Gadea Last modified: 5 septiembre, 2023