El círculo ecuatorial de la Tierra mide aproximadamente unos 40.091 km.
Viajar al extranjero y habitar otros mundos ha sido una constante en el pensamiento artístico a lo largo de casi toda la historia del arte. Artistas de todas las épocas han manifestado la necesidad de enfrentarse a una naturaleza desconocida que pueda enriquecer su experiencia vital y en consecuencia, su obra. Naturaleza determinada por una cultura y una sociedad que desbordan y rompen la regularidad de la vida del artista. Pensemos en el momento en que Paul Gaugin, un parisino modélico, decide viajar a Thaití e instalarse en una choza de bambú para recrear pictóricamente la cotidianeidad de este país, o en el arrojo del fotógrafo húngaro Robert Capa quien conoció y capturó la tensión de la Guerra Civil Española. Encontrar artistas que hayan renunciado a la experiencia del viaje y a su proyección al exterior resulta una tarea casi imposible, sin embargo, en esa corta nómina encontramos a figuras imprescindibles como Cezanne o Morandi. ¿Tiene, por tanto, importancia para el artista habitar mundos que le son desconocidos?
Ésta y otras preguntas son las que los comisarios Iván de la Torre Amerighi y Juan Ramón Rodríguez- Mateo plantean en 40.091. Cartografías de un Mundo en la Colección Fundación ARCO, que se celebra desde el 18 de febrero al 30 de abril de 2016 en la Fundación Valentín de Madariaga (Sevilla). Esta exposición, articulada a partir de una selección de obras pertenecientes a la Fundación Arco, reflexiona sobre cómo el espacio y el tiempo determinan la creación artística: ¿dónde nacen, viven y crean los artistas?, ¿en qué partes del mundo prolifera con mayor facilidad el arte?,… Un hilván temático que no pretende dar respuesta sino generar preguntas.
El aspecto más interesante de la exposición es el diálogo que los comisarios han logrado establecer entre las distintas obras. Así es como en la primera sala encontramos tres fotografías de gran formato que se retan: el diseño posmoderno y grandilocuente de la Spiegelkantine Hamburg III (2000) de Cándida Höfer se enfrenta al falso espacio exterior que Mark Wallinger crea en una calle londinense (The Word in the Deser V, 2000) y a un lugar abierto real, la Plaza de Montecitorio de Roma, fotografiada por Jean Luc Moulène (Montecitorio, 2000). Aunque estas tres obras recrean tres lugares diferentes marcados por distintas idiosincrasias culturales (lo alemán, lo inglés y lo italiano), convergen en la reflexión sobre cómo percibimos estos espacios (con fascinación, confusión o pasionalidad). Ángela Ferreira y Lara Almárcegui, por su parte, plantean una serie de cuestiones distintas en torno al lugar y sus recursos. Las Mansiones Tropicales (2007) de Ferreira son maquetas de edificios sumamente contemporáneos de elevado coste que jamás se llevarán a cabo ya que son diseñadas para países paupérrimos. La falta de recursos económicos hace inviable la materialización de estos prototipos. Almárcegui reflexiona sobre otro tipo de recursos, los naturales que se sacrificaron en la construcción de la ciudad de Sao Paulo y los industriales que se adquirieron con el mismo fin, todos ellos expresados en toneladas (Materiales de construcción ciudad de Sao Paulo, 2005).
Siguiendo la línea que anteriormente había abierto Wallinger, encontramos una serie de trabajos que indagan en la percepción del espacio virtual/especular. En Safe Zones n7 (2001), Jonas Dahlberg nos habla de la manipulación del sentimiento de seguridad utilizando 3 videocámaras que graban pequeñas maquetas cuyas imágenes se nos antojan reales, estas parcas escenificaciones de espacios públicos nos engañan y descubren nuestra naturaleza voyeur. Los trabajos de Sabine Horning (Nr. 5, 2005) y Per Barclay (Galerie DG, 1988) también hacen referencia a espacios que se sitúan entre lo ilusorio y lo especular, aunque más interesantes resultan las obras de la palestina Emily Jacir y la escultura del americano Carl André, quienes introducen la poética en relación al espacio. André lo hará llevando a cabo una interpretación minimalista, metafórica y personal de la ciudad de Seattle (Seattle, 1980) y Jacir a través de una secuencia fotográfica en la que describe las distintas sensaciones que le asaltan mientras observa durante largo tiempo una plaza de la ciudad de Linz (Linz Diary, 2003). Otros artistas como Giuseppe Penone o James Turrell introducen esta poética interviniendo el ámbito natural (Alpi Marittime, 1968 y Site Plan with Elevation, 1986), mientras Christo hace lo propio cubriendo con lonas inmensas edificios institucionales (Pont Neuf Wrapped, 1977). Mención especial merece la obra de Allan Sekula, Bilbao (1999), un díptico fotográfico que critica la desfiguración paisajística que la ría de Bilbao sufrió al llevarse a cabo el proyecto Gugenheim. Y es que la ciudad se ha convertido en un laboratorio de experimentos para el hombre, un espacio inhabitable y cerrado del que no podemos escapar. Alexander Apostol describe este aspecto a través de edificios claustrofóbicos sin puertas ni ventanas (Residente Pulido, 2001), The Atlas Group ahonda en la relación guerra/ciudad (We decided to let them say…, 2005), Melanie Smith explora las posibilidades del color como seña geolocalizadora (Pink Tianguis, 2002) y James Welling retrata el exterior de una casa solitaria y silenciosa sin rastro de huella humana (West Los Angeles Apartments, 2003). Cierra el conjunto una fotografía de Mauro Restiffe perteneciente a la serie Roebling and North 4th (2002) en la que intuimos la intersección de dos calles deprimidas de la periferia neoyorquina.
Curiosamente, esta exposición que comienza siendo un proyecto de investigación sobre los lugares del arte y los artistas, acaba hablando de los sitios, espacios, cartografías, puntos geográficos, vínculos emocionales con el hábitat, etcétera. Existe, por tanto, plena concomitancia entre los planteamientos teóricos iniciales, el desarrollo expositivo y la selección de obras. La figura humana no hace acto de presencia físico hasta el epílogo de la muestra, y aparece para narrar el modo en que una habitación puede retener nuestros sueños frustrando nuestros proyectos vitales (Le deuil du jeune moi qui a été… de Elina Brotherus, 2011), el frío húmedo y la pobreza que azota a los habitantes de Tembisa (Winter in Tembisa de Santu Mofokeng, 1989) y las bizarras historias que transcurren en un jardín de la costa pacífica (Jay’s Garden, Malibu de Mark Lewis, 2001).
*Fotografías cedidas por la Fundación ARCO
Artista: Exposición Colectiva
Fechas: Del 18 de febrero al 30 de abril de 2016
Lugar: Fundación Valentín de Madariaga, Sevilla