I
Veo un río veloz brillar como un cuchillo, partir
mi Lebu en dos mitades de fragancia, lo escucho,
lo huelo, lo acaricio, lo recorro en un beso de niño como entonces,
cuando el viento y la lluvia me mecían, lo siento
como una arteria más entre mis sienes y mi almohada.
Fragmento tomado de Carbón, poema escrito por Gonzalo Rojas.
Serlian Barreto nació en Cuba en 1997, en las afueras de La Habana, en un pueblito humilde de Artemisa que tiene como principales fuentes económicas la agricultura, la industria de los materiales de construcción, y la producción de carbón. Cuenta además con Amparucha, una de las mejores escuelas que antecede a la Academia de Bellas Artes de Cuba y de donde numerosos artistas han combinado talento con una suerte de sensibilidad humana que no pasa desapercibida. Barreto asistió a esta escuela y luego se graduó con honores de la Academia de Arte San Alejandro. Su obra ha llegado a ser exhibida en varias galerías de Cuba, en la Bienal de La Habana y en instituciones de Nápoles, Italia. La mayoría de las obras de Barreto se encuentran en colecciones privadas y públicas, así como en The Fundación de Arte Cisneros Fontanals (CIFO), Miami, FL, EE. UU.; Colección Jorge M. Pérez, Miami, FL, EE. UU.; y, El Oficio: Colección Revista de Arte y Literatura, La Habana, Cuba.
Su entorno familiar propició que creciera rodeado de naturaleza, y desarrolló un gran amor y respeto hacia la misma. Su mamá y abuelo son veterinarios de profesión y desde niño críaba todo tipo de animales, los cuales resultaron ser sus “juguetes”. Serlian tuvo a su cuidado curieles, caballos, serpientes, aves, entre muchísimos otros así como cactus, que luego han sido motivos simbólicos de representación en su obra. Su abuelo también se dedicó a la producción de cítricos pero ante la llegada a Cuba de una de las plagas más dañinas para estos sembradíos, el gobierno en vez de proponer soluciones para su recuperación, encontró la opción más cómoda de sustituir esta fuente de recursos naturales por la producción de carbón; lo que significaba permutar un concepto ecológico por uno no autosustentable.
Barreto creció con su abuelo y conoció a fondo los procedimientos específicos para convertir los materiales orgánicos en carbón. Normalmente, en un mundo industrializado nadie se detiene unos segundos para pensar en las personas y recursos que lo hacen posible. Quizás Serlian tampoco lo pensó hasta que migró a los Estados Unidos, en donde los procesos se optimizan tanto que cualquier suceso anterior pasa desapercibido en esta sociedad de consumo, en la que se asume la despersonalizacion como un fenómeno natural.
II
Ahí viene el hombre, ahí viene
embarrado, enrabiado contra la desventura, furioso
contra la explotación, muerto de hambre, allí viene
debajo de su poncho de Castilla.
Ah, minero inmortal, ésta es tu casa
de roble, que tú mismo construiste.
Fragmento tomado de Carbón, poema escrito por Gonzalo Rojas.
Las pinturas de Serlian son un homenaje a su abuelo, pero también a la naturaleza, a su pueblo, y a cada ente que queda invisible tras la vorágine de un mundo globalizado. El artista ha pensado la serie Carbón como una crónica literaria, en donde cada obra se asemeja a una libreta de notas que contiene una descripción exquisita del proceso: desde la recolección de hojas secas, troncos y caracoles hasta la concepción del horno. Sin embargo, el carbón -nombre de la serie- se enuncia en todo momento pero curiosamente no se representa. En este sentido, la estética de Serlian ha estado siempre en función de la idea, influenciado por artistas como David Hockney, Hernan Bas, y Enrique Martínez Celaya, fundamentalmente. El uso contemporáneo de la perspectiva, la pincelada y la manera de entender la pintura sin límites le ha llevado a construir su propia estética donde pareciera siempre haber cabida para más pigmento, pero el efecto de no estar totalmente delineado hace al espectador partícipe y responsable por completar estos espacios sensoriales.
La serie se compone de obras de gran formato, mediano y pequeño; sin embargo, cada uno justifica su tamaño conceptualmente. Dos de las obras de gran formato, “Sobre la hojarasca” y “Allá sobre las cumbres”, representan a escala casi real los escenarios naturales que son protagonistas de la fabricación. Por un lado, Serlian se autorrepresenta recolectando materia prima para la construcción de los hornos y en esa representación se detiene en los detalles de las hojas secas y la vegetación que le circunda como si se tratara de un registro botánico. Lo mismo ocurre en la obra “Allá sobre las cumbres”, de composición diagonal, en la que desde el título se enuncia la presencia del artista, quien esta vez se encuentra como espectador para mostrarnos un paisaje re-construido a partir de sus propios elementos, desconectados de vida. No es casual entonces que en toda la serie haya una tendencia elíptica o de evasión del carbón como motivo de representación pues después de todo el proceso de cocción, queda reducido significativamente como producto lo cual justifica aun más la idea de presentar estos formatos a escala humana y hacer que el espectador se sienta parte de la escena.
Por otro lado, concibió un tríptico de retratos sobredimensionados, en el que hace reverencia a la figura del trabajador del carbón, llamado carbonero, situándolo en el panel del centro; mientras, que a ambos lados, decidió añadir a la figura del pájaro que se relacionan con esta actividad, y que es nombrado de igual manera que al hombre: carbonero. Esta metáfora exquisita es un llamado al valor de la vida sin importar las jerarquías del intelecto, lo que hace que sea una de las piezas más contundentes de la serie. Ambos personajes se representan en sus estados más precarios y desahuciados: las aves están posadas sobre troncos medio secos, casi inertes, y el hombre viste un traje de protección inseguro con mechero casero añadido como casco para trabajar durante la noche. Y he aquí la gran paradoja que plantea esta pieza: los carboneros como víctima de su propia creación. Serlian es muy cuidadoso en sus composiciones y trata de asociar la forma, tamaño y color con el concepto; y en esta obra hay una línea visual conectora que entra y atraviesa los 3 paneles, lo cual sostiene formalmente la idea de que los tres están conectados semióticamente. El color de estas piezas no son tan brillantes como el de las mencionadas anteriormente, sino que tienen tonos más fríos y opacos, incluso a nivel pictórico no hay tantos detalles involucrados; lo que hace pensar que justamente son los personajes menos beneficiados en este proceso y son a los que Serlian quiere reconocer de alguna manera.
Otras piezas de mediano formato, se enuncian como close-up describiendo en detalle cada proceso. El artista intenta jugar con las escalas y la posición del espectador, y lo sitúa como clímax de su crónica viso-literaria. “Por qué el sombrero de la noche vuela con tantos agujeros?” es una obra que refiere al poema VI, de Libro de las Preguntas, de Pablo Neruda, en donde básicamente se cuestiona todo el tiempo la posibilidad de encontrar algo hermoso en lo que no lo es. La antítesis como recurso literario es usado por el artista para acercarnos a cuestionamientos que quizás pasamos por alto pero que solo entendemos cuando nos minimizamos, cuando somos capaces de ver a nuestro alrededor.
A este formato, le sigue el pequeño -realmente uno muy pequeño con relación al resto-: pinturas que como el carbón se han reducido a su mínima expresión que contienen a su vez la carga de todo lo que este proceso tomó prestado a la naturaleza para nunca devolver: paisajes enteros -nada de detalles o close-ups-. Estas piezas fueron inspiradas en un viaje que hiciera Barreto con su abuelo a la reserva natural de Guanacabibes, como parte de su primera visita después de haber migrado. De alguna manera también estas pequeñas pinturas recrean esos espacios mínimos de preservación de la naturaleza. A su regreso a Miami, conectó con la vibra de los Everglades, un espacio “preservado” pero reservado para el turismo, lo que también supone un re-enfoque del paisaje y su explotación. Pero esta visita, más que un regreso sentimental a sus orígenes, significó encontrar de nuevo un refugio a través del cual aislarse por un momento de la tecnología pues, de alguna manera, todos hemos devenido metáfora del carbón con angostas capacidades a causa de aquello que nos consume silenciosamente.
*Poema VI, de Libro de las Preguntas, de Pablo Neruda.
La exposición se puede visitar hasta el 4 de junio en Pan America Art Projects, Miami.
Etiquetas: Serlian Barreto Last modified: 2 junio, 2022