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Written by: Ensayo

San Abel, comediante y mártir

Abel Azcona

“En efecto, no conozco otro criterio de la belleza de un acto, de un objeto o de un ser, que el canto que suscita en mí, y que traduzco en palabras para comunicarlo a ustedes: es el lirismo”.
Jean Genet. L’enfant criminel.

Tomo prestado con humildad el título de la inmensa obra (Saint Genet, comédien et martyr) que Jean Paul Sartre construyó en torno a la figura de Jean Genet, como guía para tratar de aproximarme al universo artístico de Abel Azcona. Genet como Azcona, fue hijo de una prostituta y abandonado, en este caso a los siete meses de nacer, en un orfanato. Abusado y maltratado decidió vengarse de la sociedad que tanto dolor le había infringido mediante el arma de la belleza, devolviendo a tanto odio recibido, su odio poético1. Ambos optan por la poesía como instrumento para ubicarse en el mundo, para subvertir lo terrible y convertirlo en hermoso: Genet con la poesía de las palabras, Azcona con la poesía de los actos.

Abel Azcona

SAN ABEL

Siempre he considerado que el arte de Abel Azcona participa de una dimensión tremendamente religiosa, no en un sentido doctrinario ni moralista, sino en términos de pureza y de espiritualidad así como en su capacidad para transcender lo material y ponernos en contacto con nuestro interior de una manera mística. Si nos atenemos a las primeras manifestaciones artísticas de la humanidad, la finalidad del arte ha sido básicamente mágico- religiosa, un instrumento de mediación entre el hombre y las fuerzas del universo, del macro o del micro-cosmos. El arte como herramienta para intentar explicar aquello que no entendemos, aquello que rebasa nuestras expectativas y nos ayuda a dar una forma congruente a nuestras percepciones, a proporcionar una dimensión tangible a aquello que no podemos ver pero que nos afecta, ya sean fuerzas sobrenaturales, búsquedas interiores o desordenes emocionales. Azcona nos devuelve esa función primordial, por desgracia hoy perdida en el laberinto de la auto-referencia, el decorativismo, el lodo de la objetualidad más mercantilista y la especulación.

Tanto en Azcona como en Genet cobra una enorme significación el concepto lacaniano de hiancia2. Ese tremendo escollo generado por la natural y originaria ruptura entre el hombre y la naturaleza que determina la identidad del sujeto, se verá reforzado, amplificado en ambos casos por el abandono y la ausencia de vínculos. En este escenario, serán la creación y el arte los encargados por un lado de asumir la función de rellenar ese hueco y por otro quienes faciliten al individuo la posibilidad de encontrarse a sí mismo, vertebrando una obra que basa su corpus teórico en la experiencia, en la que arte = vida es una máxima. En un intento de cerrar el círculo diremos que ese acto de creación será a su vez el motor que impulse la búsqueda de respuestas, erigiéndose esa búsqueda en el propio acto de existir.

Azcona triunfa3 sobre una premisa de partida fundamentada en el no-ser. El artista es abandonado al nacer por su madre biológica ya que esta no lo desea. Desde el punto de vista de la madre, el individuo debería no haber existido, pero es sin embargo esa condición de no deseado la que obliga al artista, en su negación, a elegir un camino de ascesis y búsqueda mediante el cual, en la fusión con lo absoluto, podrá llegar a ser, encontrar su identidad.

Para el chamanismo, curación es sinónimo de equilibrio, y su proceso la búsqueda de estrategias y acciones orientadas a buscar el armonía del hombre con sus emociones. Una de las funciones tanto del arte como de la religión es curar el alma.

En su acción Sinless, Azcona ejerce de chamán4, escuchando los negros fantasmas del alma de las personas que a él se acercan y albergando ese dolor ajeno en su piel mediante un proceso auto-lesivo, cortes que serán más o menos profundos en función de la dureza de cada historia. Azcona instrumentaliza un proceso doblemente catártico: por un lado desde el punto de vista del psicoanálisis, en el que al comunicar una emoción reprimida la persona que lo sufre es capaz de liberarse del trauma y por otro desde una perspectiva más poética, se produce una transformación interior, una purificación emocional y espiritual. Al día siguiente, el artista permanece bajo un chorro de agua helada durante cuarenta y cinco minutos llevando a cabo un proceso purificador en el que el agua arrastra la sangre de las heridas, portadora de las impurezas del alma, se alza sobre las miserias de este mundo, caída y ascensión. Azcona actúa como catalizador, como un intermediador privilegiado entre lo visible y lo invisible siendo esta posición uno de los ejes de la santidad.

Atendiendo una vez más a esa cualidad espiritual y religiosa del arte, si entendemos Religión como un sistema de creencias y prácticas sobre cuestiones de tipo existencial, moral y sobrenatural, Azcona es santo pues actúa como intermediador entre esas fuerzas externas y el hombre.

COMEDIANTE

La elección como disciplina artística de la Performance por parte de Azcona, nos obliga a detenernos en la doble acepción de la palabra, cuyo significado es por un lado el de Representación: “Mis manos son mis pinceles y mi cuerpo el lienzo” son palabras del propio artista. Esa representación alude a lo dramático en un sentido teatral, en tanto en cuanto las acciones y los procesos, se realizan de un modo ritual, de manera casi litúrgica. En su segunda acepción y en lo referente a los actos: “El cuerpo es una materialidad cargada de significado y la manera de sostener este significado, dramática”5. Cada acto tiene una significación semántica asociada y cada acto puede ser performativo. Del mismo modo que algunas palabras tienen el poder de convertirse en acciones y transformar la realidad y el entorno6. Nuestras acciones y comportamientos pueden tener la capacidad de construir la realidad de nuestros cuerpos y, por lo tanto, de lo que somos.

Azcona no representa vidas ajenas, actúa para ser, transformándose así mismo y la realidad.

Empathy and Prostitution se desarrolla en un escenario, la habitación, lugar donde se disponen los elementos simbólicos: La cama, las velas, las rosas, las monedas y el cuerpo, en un sistema representacional que incorpora el elemento tiempo. Es esa dimensión temporal la que amplifica la significación, es el proceso la esencia misma y las acciones su gramática.

Azcona desnudo, en posición fetal, esperando, genera una imagen, cargada de fragilidad y ternura y su desarrollo, una tensión aterradora, que alcanza cotas que nos acercan a lo sublime, en el sentido romántico del término, cuando tratamos de imaginar lo que podría ocurrir, lo que podrían hacer con su cuerpo. Estas manifestaciones son generadoras de una increíble capacidad de conmover. Belleza que se gesta primordialmente en la idea, en las conexiones simbólicas, en los nexos y los desencuentros.

Mediante sus actos poéticos, consigue una fusión: Arte como síntoma y arte como símbolo7, desde el consciente. Causa y fin producirán una catarsis, en la que el sujeto se libera de esa tensión emocional, expresión de su bagaje personal. El acto performativo desencadena el proceso freudiano de abreacción en el que se descarga el dolor de esa Herida Primaria8 abierta que conseguirá salvar al artista de la locura o de la muerte.

MÁRTIR

Hay en las acciones, en las performances, una clara intención de transcender. Hay en sus procesos: Pecado; culpa; perdón (o no); expiación y redención, sobre todo redención. Pecados, el de su madre al abandonarle, esa herida primaria que vertebra su discurso–vida. También son pecados los de las personal que lo han maltratado y abusado. Hay culpa en esa búsqueda incansable “a golpe de porqués”9, ¿por qué me abandonan?, ¿por qué me maltratan?, ¿por qué me abusan? Un deseo infinito de entender, para poder perdonar. Expiación de los pecados ajenos mediante la necesidad del vínculo, de la autoinmolación, de la sangre y finalmente la redención como destino, como lugar de descanso.

En The Cage como en cada uno de los encierros de Confinement in Search of Identity suponen esa celda ascética en la que la privación de estímulos facilita la elevación a estados superiores del alma o del yo, la mortificación del cuerpo como vía, el sufrimiento como base para la creación. El dolor es transgresión en una sociedad altamente burguesa, hedonista y complaciente, es algo a evitar por todos los medios, y si no se puede evitar, entonces mejor esconderlo, apartarlo de nuestra vista. Ponerlo ante nuestros ojos es un acto de rebeldía.

El lirismo del que habla Genet es una afirmación pura del individuo, frente y ante una sociedad castrante; un acto de insumisión y desobediencia en esa impúdica demostración del sentimiento más hondo. El dolor, físico y espiritual, es parte inherente al ser humano, en ocasiones el dolor físico puede calmar ese otro dolor que incide de manera quizás más sorda y permanente, el del alma. El sufrimiento es ascesis y purificación, el camino que hará santo al mártir. El arte de Abel Azcona nos impacta, consigue generar en sus procesos una hierofanía10 que pone de manifiesto la naturaleza del ser humano, solo y perdido en el universo. Nos mueve con su conjunto de obras críticas, y nos conmueve con el conjunto de piezas biográficas porque en definitiva, todos llevamos heridas abiertas que anhelan, de manera desesperada, redención.

Notas:

1– Sartre‐Jean Paul. Saint Genet, comédien et martyr. Gallimard‐París. 1952.
2– En su acción Nine Containers, tercer encierro de la serie Confinement in Search of Identity, Azcona se introduce durante sesenta días en un espacio de seis metros cuadrados, privado de luz o cualquier estímulo y alimentado únicamente mediante proteínas.
3‐ Triunfo en un sentido religioso, aludiendo al triunfo de la resurrección sobre la muerte.
4‐ En algunas tribus americanas existen ciertos chamanes que disfrutan de una condición excepcional y privilegiada, mediante la cual, ejerciendo de mediadores entre dioses y hombres, poseen la capacidad de absorber la enfermedad de la persona que la sufre y curarla, liberarla. Tienen también la capacidad de, una vez alojada la enfermedad en su cuerpo, auto‐sanarse, regenerarse y eliminar toda huella.
5‐ Judith Butler. Performative acts and gender constitution. Bial, H. (ed.) The Performance Studies Reader, Routledge, Nueva York.
6‐ Roland Barthes. La muerte del autor. 1968.
7‐ Alude a la concepción terapéutica del arte por la que Freud considera la posibilidad de encontrar en lectura de la creación artística, síntomas de posibles patologías, frente a la idea de Jung del arte como símbolo, como expresión liberadora del inconsciente.
8‐ Nancy Verrier. The Primal Wound. Understanding the Adopted Child. 1993. Revolucionaria tesis sobre los procesos de adopción en la que la autora propone la existencia de una enorme   herida, emocional, espiritual y psicológica, que se produce en el momento de la separación del niño de su madre biológica. Una herida tan profunda que permanecerá durante toda la vida de la persona, y tan dolorosa que podría llegar a considerarse como celular.
9‐ Jacques Brel. Ne me quitte pas. 1959.
10‐ Acto de manifestación de lo sagrado.

Etiquetas: Last modified: 25 mayo, 2015