Inmersos en la preparación de su nueva muestra, prevista para el próximo mes de marzo, la Colección Solo, presenta de la mano de la galería Vlab, el trabajo reciente de uno de los artistas más representativos de cuya obra cuentan sus fondos: Juan Díaz-Faes.
Tras sus recientes intervenciones murales en Madrid y Seúl, Taxón de Tailor, recoge veintinueve piezas realizadas a lo largo de estos dos últimos años, selección marcada por un deseo de búsqueda y una voluntad de experimentación. Fiel a su estilo, siempre ecléctico y sin prejuicios, el universo Faes se expande formal y procesualmente explorando nuevas posibilidades, formatos, materiales y soportes.
Desde un punto de vista iconográfico el recorrido polimórfico de Díaz-Faes reinterpreta libremente los modos tradicionales del Lowbrow Art, del cual mantiene más allá de su esencia, el posicionamiento a la hora del qué y el cómo narrar a través del arte. Los ecos de Robert Williams, Todd Schorr y hasta de Murakami, a la hora de generar patrones repetitivos y elaborar personajes con una iconicidad autónoma, se deslizan hacia el Tag o el Dirty, dinamitando los límites entre la figuración y la abstracción. La limpieza visual y la pureza de líneas, de inspiración geométrica, adquieren desde la base un carácter estructural.
Del cajón de sastre personal, espacio heterótopo, lugar de espera y potencialidad, emergen un sinfín de rutas inesperadas. En este contenedor mental de creación se impone cenitalmente la búsqueda de la diferencia; el encuentro con aquellas características o cualidades especificas de cada pieza que permiten segregar las unas de las otras, prevaleciendo sobre la evidencia de lo común y que determina la noción de diversidad como un elemento discursivo y aglutinante.
En contra del debate, relativo a la división de las artes desde una perspectiva jerárquica y calificativa, que aunque ya agotado parece querer perpetuarse desde los sectores más heterónomos, el artista consigue cimentar la idea, más contemporánea y adecuada a los tiempos actuales, del ARTE, con mayúsculas, como taxón primario.
De algún modo continuamos anclados en la concepción establecida en el SXVII sobre la idea de las Bellas Artes, concepto que por otra parte se viene debatiendo desde la antigüedad y que tiende a compartimentar y limitar la expresión artística en si, además de promover la emisión de un juicio de valor respecto a su efectividad. El debate sobre la diferenciación entre Alta/baja Cultura también es antiguo; ya existía una división entre las artes liberales y las artes mecánicas, contexto en el que precisamente la pintura, era considerada como un arte menor dado que implicaba mancharse las manos con el pigmento y el pincel en su ejecución.
En realidad tan solo se trata de una cuestión de perspectiva. La elección de la disciplina, el motivo o el tema de una pieza artística, no debería inferir en su valoración. Como entidad contemporánea cada artista puede centrar su interés en la figura de un personaje propio, inventado, proveniente del cómic o el cine, en lugar de seleccionar la imagen del noble, la personalidad relevante o la deidad de turno a la hora de realizar un retrato. Los valores a tener en cuenta deben focalizarse hacia la ejecución, el proceso, el discurso que emite, la reacción y reflexión que provoca, son otro tipo de cuestiones las que entran en juego. Las cualidades diferenciadoras de soporte o contexto, que junto a otras más específicas, conforman el núcleo de esta exposición, no deberían incidir en la legitimidad de ningún tipo de manifestación o expresión plástica o artística. El soporte, la técnica, los materiales, la esfera (pública/privada), pasarían a formar categorías taxonómicas conformando una estructura no jerárquica sino mas bien en forma de red.
En un ejercicio de equilibrismo semántico, la homofonía sugerida entre tailor (sastre) y Taylor -referido al economista Frederick Winston Taylor (1856-1915) – nos traslada a lo que desde mi punto de vista, configura una de las claves que vertebra toda la obra de Díaz-Faes: el valor de lo lúdico.
>En las postrimerías del siglo veinte el Taylorismo redefinía los cánones en la división de la organización del trabajo, tratando de establecer un método de organización industrial encaminado a optimizar y aumentar la producción. El control y la fragmentación de cada uno de los parámetros de la recién inaugurada cadena de montaje y especialmente del tiempo, destruía el anterior ritmo autónomo del trabajador y de algún modo acababa con la esencia de los antiguos oficios y la artesanía. A Systematic Vagrancy (Holganza Obrera Generalizada). En este sentido los patrones de inspiración industrial, procesos que el artista conoce de primera mano debido a su formación y experiencia en el campo del diseño, colisionan con el trabajo manual, el del artista, desde la humildad y la veracidad del artesano.
La cronobiopolítica de Dana Luciano y Foucault, nos previene de los peligros del dominio del tiempo como herramienta de control de los cuerpos individuales, encaminándolos hacia la máxima productividad. Las piezas infográficas, que inscriben a sus característicos personajes de carita triste o sonriente en un bucle temporal, nos hablan de la necesidad de escapar de la alienación para alcanzar la felicidad. La diversión puede ser revolucionaria.
Cada una de las piezas que aborda el artista, inspiran el tiempo del juego como herramienta de emancipación, desde un espíritu infantil, que no pueril, sus entramados y laberintos ponen en valor la importancia de la fractura del principio de rendimiento y de lo lúdico como el lugar del verdadero bienestar, de la alegría, de la emancipación y de la libertad.
TAXÓN DE TAILOR – Juan Díaz-Faes
Fechas: Hasta el 28 de enero de 2023
Lugar: Vlab Gallery, Madrid