Annette Messager es una artista contemporánea famosa por sus características instalaciones artísticas. En ellas combina fotografías, impresiones, dibujos y otros materiales de uso común. A través de su práctica conceptual examina las percepciones individuales y colectivas creadas alrededor de la mujer y despliega una iconografía de la ira antipatriarcal arraigada en el cuerpo femenino.

Nacida el 30 de noviembre de 1943 en Berck-sur-Mer (Pas-de-Calais- Francia), pronto descubrió su pasión por la creación artística. Su padre, también artista, siempre la motivó a seguir sus pasos. Entre otras cosas, solían recorrer juntos las iglesias de las localidades próximas, para apreciar las vidrieras y retablos.
En 1962 se trasladó a París para comenzar su formación en la Escuela Nacional Superior de Artes Decorativas. Allí se dedicó, sobre todo, a la realización de esculturas surrealistas. Pronto destacó su natural talento creativo al ganar el premio del Concurso Internacional de Fotografía Kodak en 1964, con una fotografía presentada por su madre. Sin embargo, en 1966 se le instó a abandonar la escuela por, según sus profesores, falta de seriedad y dedicación en sus estudios. Entonces comienza a viajar por diversos países de Asia y Estados Unidos, tomando fotografías.
Focaliza su discurso en lo doméstico, el espacio personal y las necesidades individuales. Y, pese a que sus instalaciones se fueron volviendo más complejas y sofisticadas, el mensaje de su trabajo siempre ha sido uno: liberar a las mujeres de los roles que les asignan los hombres, el mercado y la sociedad. Ella lo hace a través de la sátira y la caricatura, utilizando imágenes y materiales de la vida cotidiana.

Al final de los años sesenta esta inquietud da lugar a sus primeras colecciones de objetos: peluches, retales, velos, redes, pájaros disecados, dibujos, anotaciones y recortes de prensa (que ella reordena y reescribe). A partir de estos objetos Messager irá hilando el que será un nuevo lenguaje íntimo, una mezcla entre lo fantaseado y lo real.
Messager ha planteado su obra a través de irónicas clasificaciones en las que se segmenta en diversos roles que debe adoptar socialmente, a veces, de manera impuesta, por su condición de mujer: “Annette Messager artista”, “Annette Messager mujer práctica”, “Annette Messager tramposa”, “Annette Messager coleccionista”… Esta Anette dividida marcará y segmentará su obra, contribuyendo a difuminar en ésta la línea entre fantasía y realidad.
Annette Messager recuerda sentirse sola cuando se propuso convertirse en una artista de unos 20 años. Los modelos a seguir que tenía eran todos hombres: no sólo los grandes del pasado sino también su padre y su novio, Christian Boltanski, ya un talento emergente cuando se conocieron en 1970. “Al principio, cuando alguien me comentó que mi trabajo parecía hecho por un hombre, me sentí orgullosa. Después me di cuenta de lo estúpida que era aquella afirmación.”

Sus trabajos cuestionan las normas de género en obras controvertidas. Por ejemplo, en Los acercamientos, la artista sigue a hombres por la calle y toma fotos de sus entrepiernas sin permiso, evidenciando lo invasiva, e incluso agresiva, que es la mirada masculina. «Los hombres nunca dejan de mirar las nalgas, los pechos, todo, de las mujeres.»
En 1971 la Galeria Germain en París le pidió que participara en una exposición con la lana como temática. Lo hará con Los huéspedes (1971-72) compuesta por gorriones cubiertos por un capuchón de lana. Esta obra, parte de la colección “Anette Messager artista” es el punto de inicio de la incorporación de animales disecados a sus esculturas. De esta manera, las piezas parecen ser diseñadas para ser subversivas y desafiar lo culturalmente aceptable, rozando la porosa línea entre lo lúdico y lo perverso.
Otra obra polémica de esta época, parte de la “Anette Messager coleccionista”, es Mi colección de proverbios, una serie de proverbios y dichos tradicionales franceses de claro talante misógino, que Messager recopila y borda en telas blancas.

Entre 1971-74, destacan las obras fotográficas Los hombres que amo, Los hombres que no amo, o Cómo me retratarían mis amigos, o su autorretrato ataviada como una enfermera en un quirófano, subrayando uno de los estereotipos masculinos sobre esta profesión promovido por la televisión.
En sus obras se entremezclan aspectos como el feminismo, la intimidad expuesta, el voyeurismo o el desdoblamiento de la personalidad de la artista, junto a reflexiones (procesiones íntimas) sobre cuestiones como el espacio doméstico o el arte. Los velos y las redes tienen, en su obra, una gran carga simbólica que evoca lo que se esconde y lo que se deja ver.
En Mis celos (1972) Messager retocó fotografías de mujeres jóvenes para minar intencionadamente su belleza y juventud. Esta serie desafió duramente algunos de los tabús más sagrados de la feminidad burguesa: Maternidad, juventud y belleza. Con Las torturas voluntarias (1972) parodió los procesos de transformación y sufrimiento a la que deben someterse las mujeres para artificialmente mejorar su aspecto y así ser consideradas socialmente atractivas. Estas imágenes, descontextualizadas, recuerdan a torturas medievales.

Messager trabajó con el lenguaje del cine, dotando a sus obras de cariz dramático y carga narrativa como si de fotogramas se trataran. Actitudes y expresiones diversas (1974) consistía en imágenes de mujeres a cuyas expresiones y gestos faciales se les asignaban distintos estados de ánimo marcadamente negativos: dolor, hastío, preocupación, desasosiego…
La “Annette Messager coleccionista” en 1973, en Trabajos de la habitación/Trabajos del Estudio, la artista dibujó su apartamento dividiéndolo en dos partes: el dormitorio (territorio de la Annette coleccionista) y el estudio (espacio para la Annette artista.)
La artista usaba su cuerpo como un contenedor anónimo cargado de significado. En la serie de “Annette Messager, la tramposa”, convierte un pubis femenino en la barba de un hombre dibujado en el vientre, o dibuja penes de grafito emergiendo de su pubis. Dentro del ciclo “Annette traficante” encontramos Quimeras (1982-84), donde crea imágenes a gran escala de criaturas grotescas y objetos cotidianos, compuestos por fotografías de partes del cuerpo distorsionadas, sobre las que dibujaba.

En 1988, Messager combina juguetes usados con fotografías en blanco y negro de partes del cuerpo y texto. Normalmente se trata de instalaciones, como Mis pequeñas efigies, con peluches esparcidos por una pared, cada uno con una fotografía y una palabra escrita repetidamente. Para Messager el uso de juguetes y lápices de colores que emplea con violencia evoca la naturaleza paradójica de la infancia, sugiriendo tanto la nostalgia por la inocencia de esa época como su morboso sadismo, de actividades prohibidas por los adultos.
Mis votos (1988-91) reúne cientos de fotografías que presentan una pequeña parte de un cuerpo humano. Cada uno cuelga de una cuerda, uniéndose y cubriendo parcialmente a otros. Juntos forman un círculo denso, formando un todo que es mayor que la suma de sus partes. En Las picas (1991-93) varios objetos, incluyendo fotografías, mapas, y partes de muñecas, son empalados en varas.
Messager continúa explorando las posibilidades de la instalación durante la década de los ’90, colgando esculturas suaves de órganos internos del techo, como en Penetración (1994) y usando almohadas, peluches, y redes, para crear atmósferas bizarras como en Los mensajeros del verano (1999.)

En 2005 ganó el premio León de Oro en la Bienal de Venecia por su instalación inspirada en Pinocho, en la que transformó el pabellón francés mediante un conjunto de esculturas móviles, en la que destaca Casino, una pieza en la que una máquina de viento crea oscilaciones en una gran cortina roja de seda entre extrañas criaturas y formas.
Recientemente ha expandido su exploración sobre el cuerpo y sus fragmentaciones macabras. Articulado/Desarticulado (2001-02) incluye de manera híbrida partes animales y humanas, rellenas, aunque flácidas. Para su monumental instalación Ellos y Nosotros, Nosotros y Ellos (2002), dispuso cientos de pájaros disecados, pequeños mamíferos con cabezas de animales de peluche y grandes guantes tejidos a mano en plataformas con espejos suspendidos del techo a varias alturas.
En sus últimos trabajos continúa su exploración artística del cuerpo femenino desde afuera hacia adentro, desafiando los artificiales y molestos tabús impuestos por el sistema patriarcal y que las mujeres asumen como naturales. Los senos, los úteros y la menstruación son protagonistas que sirven como un manifiesto del orgullo de las mujeres y la libertad de elegir y actuar de acuerdo con el placer personal, el deseo y la voluntad.

La artista, que actualmente trabaja y vive en Malakoff, Francia, esta comprometida con los problemas sociales de su entorno. En una entrevista ante la pregunta de qué puede y qué debe hacer el arte ante el naufragio de la sociedad actual, ella responde: “Hacer entrar el abatimiento del mundo en el museo.”
El libro con el título Palabra por Palabra: textos, escritos y entrevistas (1971-2005) analiza los textos de la artista y compila numerosos artículos publicados al respecto, así como notas inéditas privadas sobre el arte y la vida. También incluye gran parte de las entrevistas realizadas entre 1974 hasta el presente.
El IVAM- Centro Julio González ha acordado conceder a la artista el premio Julio González de 2018. Ella será la primera mujer en recibir el premio del IVAM en 15 años, un galardón que han logrado figuras como Rauschenberg o Jasper Johns. Además, el museo exhibirá su obra en una exposición que se inaugurará en verano de este año.
La próxima semana en Woman Art House hablaremos de la artista Ana Mendieta de la mano de Sara Torres Sifón (@saratorressif). ¡Os esperamos!
Etiquetas: Annette Messager, WOMAN ART HOUSE Last modified: 15 septiembre, 2023
J’adore faire du sport pour prendre soin de mon corps.