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Written by: Woman Art House

Woman Art House: Francesca Woodman

Esta semana en #Womanarthouse hablamos de una artista conocida especialmente por lo dramático de su vida que a pesar de lo corta de su carrera ha supuesto una gran influencia para las generaciones posteriores. Su trabajo se centra en: género, representación, sexualidad y cuerpo, y con él ha llegado a convertirse en una de las artistas clave para comprender el proceso de exploración de identidad y subjetividad en el arte contemporáneo mediante el autorretrato.

Francesca Woodman nació en Denver, Colorado el 3 de abril de 1958. Sus padres George y Betty Woodman eran artistas plásticos lo que favoreció que la pequeña sintiera un gran interés por la creación artística, y en especial por la fotografía. Fueron ellos los que marcaron las primeras influencias de Francesca, a tal punto que la joven adoptó la creación artística como un modo de vivir y de pensar, pero no compartió su arte con ellos, según escribió en su diario: “No quiero que ellos vean o participen en mi trabajo. No sé lo que es. Son un apoyo importante, pero no sé si nos complementaríamos bien”.

Francesca pasó su infancia entre Boulder, un pueblo de Colorado y Antella, una aldea de la campiña toscana en la que se reunían artistas y personalidades de la alta sociedad florentina. En definitiva, un entorno perfecto para que a una temprana edad surgiera la artista que Woodman llevaba dentro.

“Nuestros hijos aprendieron que el arte es algo prioritario, que es algo que se tiene que hacer. No pierdes el tiempo pasando el rato o dedicándote a tus hobbies los domingos o algo así. Haces arte. Y creo que, desde muy pequeños, eran conscientes de que el arte es algo serio. Y eso les marcó.” George Woodman.

Francesca fue considerada una niña prodigio, nada raro cuando descubrimos que fue a los 13 años cuando empezó sus primeros trabajos. Su primera obra fue “Self-portrait at thirteen”. En esta primera etapa de su carrera artística ya se puede hablar de un estilo marcado: fotografías mayoritariamente en blanco y negro, en formato cuadrado, donde la iluminación juega un papel predominante, siendo incluso el punto de atención predominante (en ocasiones único) para el espectador, una figura representada a través del autorretrato y en movimiento.

Tras su adolescencia en la que no dejó de crear y explorar nuevas formas de creación a través del autorretrato pasó cinco años en la Rhode Island School of Design en Providence estudiando artes plásticas, donde fue aceptada en el Programa de Honores que le permitió vivir durante un año en las instalaciones de la escuela en el Palazzo Cenci en Roma. Fue aquí donde empezó lo que es considerado como su etapa europea.

Estuvo en Roma entre 1977 y 1978. Durante este periodo se identificó con el surrealismo y el futurismo, movimientos que ganaron presencia en sus fotografías. También se nota en este periodo una influencia de la geometría clásica romana. Además, fue en esta época en la que su trabajo se vuelve neurótico y la decadencia empezó a ser una constante en su trabajo, representada en las paredes desnudas y en  los objetos antiguos, aspecto que logró tomando viejas fábricas y mansiones abandonadas como escenario para sus fotografías.

A pesar de que en este periodo se empiezan a apreciar unas líneas distintas en su trabajo, la obra de Woodman tiene desde el principio un estilo bastante marcado. Su obra está compuesta mayoritariamente de retratos de ella misma en blanco y negro, en ocasiones salen otras figuras femeninas y en alguna serie aparecen figuras masculinas. Las figuras aparecen siempre borrosas con un filtro de deterioro que acompaña a todo el encuadre. Para Francesca el cuerpo es el tema central de su obra, a través de él busca denunciar la situación en la que vivían las mujeres en esos años. Un cuerpo que aparece siempre desnudo como reflejo de su yo más íntimo y profundo, reflejando un proceso de exploración neurótico de su identidad y su subjetividad. Como ella misma decía: “Siento que lo que hago trata de mí por un montón de razones equivocadas. Simplemente me siento muy sola”.

Además del cuerpo son el género, la representación y la sexualidad los temas que explora constantemente en su obra. Podemos remarcar que utiliza normalmente muebles o elementos del interior de las estancias con los que mostrar lo doméstico.

Sus obras tienen un estilo poético, elegante, en el que la relación artista-modelo se elimina en favor del movimiento, con el que se juega a ese paso entre lo físico y lo psicológico. Nada en la obra de Woodman está realizado al azar, aunque así lo parezca.

Esta intencionalidad de la obra de Francesca le lleva a formar parte de la generación de mujeres de vanguardia de la década de 1970 que reivindican su aportación y visión del mundo. Una generación a la que también pertenecieron artistas que ya han pasado por #Womanarthouse como Cindy Sherman, Martha Rosler o Ana Mendieta.

Tras su paso por Italia volvió a Estados Unidos. Eligió Nueva York para emprender su carrera fotográfica. Para ello envió portafolios a algunos fotógrafos de moda, galería y personas influyentes del mundo de la fotografía, pero recibió como respuesta un rechazo a su trabajo. Lo cual le afectó mucho y terminó sumida en una depresión. Según dice su padre en un documental sobre la artista “Ella tenía esperanzas de conseguir la beca NEA, esperanzas que, por cierto, no eran muy realistas, pero tenía muchas esperanzas.”

En septiembre de 1980 escribió a un amigo estas palabras: “Mi vida en este punto es como un sedimento muy viejo en una taza de café y preferiría morir joven dejando varias realizaciones… en vez de ir borrando atropelladamente todas estas cosas delicadas…” Esto fue tras su primer intento de suicidio. Y no serían varias realizaciones/obras las que dejaría atrás, sino más de 800 obras, de las cuales solo unas 150 han visto la luz hasta ahora. Un archivo que es ahora gestionado por sus padres.

Francesca Woodman saltó por una ventana de un loft en Manhattan el 19 de enero de 1981. Fue un punto y final para una vida y para una artista que marcaría un hito en la historia del arte. Un final trágico que terminaba con estas palabras: “Esta acción que preveo no tiene nada que ver con un melodrama. Yo era, ¿soy?, no única, pero sí especial. Por eso era artista. Inventaba un lenguaje para que las personas vieran las cosas cotidianas como yo las veo y enseñarles algo diferente. Pero no hay nada que hacer si no puedo tomar la gran ciudad, o pierdo la confianza o pierdo mi corazón. No hay que dar lecciones a otros, solo el otro lado”.

La obra de Francesca ha sido expuesta en diferentes ciudades de Estados Unidos, Zúrich, Múnich, Estocolmo, Berlín, Roma, París, etc. En vida realizó tres exposiciones: 1976 en Andover, en 1978 en Roma y en 1979 en Providence. Entre sus formatos preferidos para representar su obra estaba el libro. Para Francesca el libro era el medio idóneo para recoger sus fotografías, es por ello que diseñó varios, pero solo se publicó uno de ellos: Some Disordered Interior Geometries (algunas geometrías interiores desordenadas) 1981. Si queréis conocer más de su vida, forma de ser, obra, os recomiendo este documental de Scott Willis en el que su padre, madre, hermano y algunos amigos la recuerdan: https://www.youtube.com/watch?v=VZQ4qzvQ8pU


Hasta aquí el recorrido por la vida y obra de Francesca Woodman. El próximo domingo os esperamos en #Womanarthouse para conocer la vida y obra de Jenny Holzer de la mano de Sara Torres (@saratorressif)  o desde el hashtag #Womanarthouse ¡Te esperamos!

Etiquetas: , Last modified: 14 septiembre, 2023