El pasado 23 de octubre de 2017 arrancaba en Twitter la iniciativa #WomanArtHouse, un espacio abierto con el que queremos poner en relieve el papel de las mujeres artistas contemporáneas en la historia del arte. Cada domingo se lanza un nuevo hilo que podréis seguir a través del hashtag #womanarthouse, estáis todos invitados a uniros al debate.

El proyecto #womanarthouse se comenzó hablando de una de las artistas pioneras del s. XX, la genial y polifacética Maruja Mallo (1902-1995), de la que Estrella de Diego dijo que era «El mito de las vanguardias hecho realidad«. Creo que es importante remarcar que Maruja Mallo no fue musa ni inspiración de la Generación del 27, como se ha querido hacer creer en numerosos textos publicados, sino que ella es miembro del grupo por derecho propio.
Una mujer rompedora, transgresora y valiente, que llega a Madrid en 1922 para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde conoce a importantes intelectuales de la escena cultural española como Dalí, Buñuel, Lorca, María Zambrano…
Cabe reseñar su espíritu inconformista en acciones como la participación en el grupo de LAS SIN SOMBRERO, todo una provocación para la sociedad de la época.
Su primera individual viene de la mano de Ortega y Gasset y se realiza en los Salones de La Revista de Occidente en 1928, donde expuso 30 estampas y 10 cuadros, entre los que se encontraban los cuatro lienzos de la serie Verbenas, en los que Mallo retrata las fiestas populares madrileñas, en las que todo es posible, mostrando escenas abarrotadas de personajes que la artista trata con un trasfondo irónico.
En esta etapa se comienza a relacionar con la Escuela de Vallecas, lo que hace que su obra cambie radicalmente, tanto en temática como en uso del color. Su paleta se oscurece (solo usara blanco, negro y marrón) y abandona la figura humana por el esqueleto, el andrajo y la huella. Cloacas y campanarios será su serie más cercana al surrealismo, muy admirada en Paris, donde se expuso en 1932 en la Galerie Pierre Loeb.
Cuando vuelve de París entra en contacto con el grupo de Arte Constructivo, liderado por Joaquín Torres-García, lo que marcara el resto de su trayectoria artística.
Antes de su exilio en Argentina expone en la sede de ADLAN, donde presenta los dibujos Construcciones Rurales (1933-1935) y sus cerámicas. La muestra incluye La sorpresa del trigo, germen del ciclo La religión del trabajo, que completará en Argentina entre 1937-1939. Esta serie, como apunta Pérez de Ayala, son obras de gran poder plástico, fuerza iconográfica y profunda carga humano-política. La pieza El canto de las espigas (1939) cierra la serie y un ciclo en la vida de Maruja que acepta tener que quedarse en el exilio durante mucho tiempo.
En sus 25 años en el exilio, su obra se centrará en la naturaleza, los colores y las luces pero siempre pasando por el filtro de la geometría. En Naturalezas vivas busca reconocer las formas universales o la matriz en los objetos de la naturaleza. En esta época también inicia las series Máscaras y Retratos bidimensionales
En 1964 vuelve a España, donde en 1982 recibe la Medalla de Oro de Bellas Artes. Maruja Mallo no para de trabajar hasta prácticamente el final de su vida, realizando series como Viajeros del Éter, Acróbatas…
Actualmente puede visitarse en la galería Guillermo de Osma la exposición Creación y Orden… En la que pueden verse muchos de sus bocetos pertenecientes a su archivo, podéis descargar el catálogo de la exposición, pinchando aquí.
Además, la Real Academia Galega de Belas Artes anunció, el pasado mes de abril, que el Museo Thyssen acogerá en el primer trimestre de 2018 una exposición dedicada a Maruja Mallo.
Habéis podido leer un pequeño compendio de lo que se habló sobre la vida y obra de Mallo durante esta semana siguiendo el hashtag #womanarthouse, os invitamos a visitarlo y conocer todo lo que se comentó.
Imagen: Maruja Mallo en su estudio. Fotografía del archivo Vicente Moreno
Etiquetas: Maruja Mallo, WOMAN ART HOUSE Last modified: 15 septiembre, 2023