El movimiento Fluxus tuvo un especial desarrollo en la escena portuguesa donde destaca Túlia Saldanha, una artista de gran personalidad creativa ligada a la construcción de su memoria e identidad femenina.

Túlia Saldanha (1930-1988) destaca en el campo de la performance y la instalación. Su trabajo se sitúa entre la práctica individual y la práctica colectiva. Durante al menos dos décadas estuvo incesantemente dedicada a la investigación y experimentación artística y sobre todo a la pedagogía artística, faceta que nunca abandonaría y que tuvo como resultado un interesante legado para los artistas posteriores a su generación.
Su práctica artística es imposible entenderse sin atender a su biografía, especialmente sus circunstancias personales, su origen rural y el binomio mujer-artista. Como artista Fluxus vivió una vida plenamente desarrollada en torno a la creación artística.
Túlia Saldanha nació en Macedo de Cavaleiros en 1930, una pequeña aldeia al norte de Portugal. Llegó al mundo del arte sin ningún tipo de educación artística tras haber estado dedicada a un matrimonio fracasado y a sus dos hijas. Sin experiencia previa alguna dentro del mundo del arte, a finales de los 60 se traslada a Coimbra. En este momento la escena artística portuguesa estaba experimentando grandes cambios bajo la influencia internacional del Fluxus, el Neorrealismo, el Minimal y el Pop. En Coimbra se une al Círculo de Artes Plásticas (CAP) un grupo de artistas que comenzaban a trabajar en acciones artísticas conceptuales y muy experimentales. En 1974 asume la dirección del grupo como docente y gestora de las actividades. Mantendrá esta vinculación con el CAP hasta el final de su vida, siendo clave para entender sus motivaciones colectivas y pedagógicas.
Entre 1968 y 1988 Túlia Saldanha desarrolló un trabajo artístico atípico, experimental y conceptual. Trabajó con instalaciones, creación de ambientes, performances, dibujo y pintura, práctica a la que regresaría con gran intensidad en la etapa final de su vida.
En 1971 presenta su primera instalación Uma hora vi/Natureza morta queimada, donde anticipa los rasgos esenciales de su práctica artística. Esta obra está compuesta por objetos tradicionales carbonizados por la artista en su horno casero. Pan, útiles domésticos, cestas de mimbre, son objetos tradicionales que remiten al origen rural de Túlia Saldanha y que para la artista representan la vida doméstica como espacio físico y espacio simbólico. A partir de esta instalación Túlia Saldanha reune objetos que transforma quemándolos o pintándolos intencionadamente de un negro mate. A pesar de la dureza cromática y del proceso de trabajo, son piezas estéticamente frágiles. En realidad, se trata de objetos en tránsito que la artista va reutilizar para otras instalaciones, cajas carbonizadas y performances.
Las cajas carbonizadas contienen objetos variados de uso cotidiano o personal: juguetes, cepillos, muñecas en miniatura, máscaras, cintas de audio, platos, marcos, gafas… Cajas que son en realidad espacios para las pasiones, los afectos, la memoria y la tradición. Estas cajas constituyen el elemento central de su trayectoria. Mediante la acumulación y organización de los objetos de su cotidianeidad trata de encerrar la memoria en un espacio transitorio donde el tiempo ha quedado detenido, o más bien carbonizado.

La obra más icónica de Túlia Saldanha es 240.180.180 dissimetria mater (1980), una instalación formada por una caja de madera con las medidas exactas de la artista, acompañada de fotografías y un texto que muestran el proceso performático de encerrar el cuerpo. En esta pieza la caja ya no es una maleta transitoria carbonizada sino un receptáculo inhabitable. La caja nuevamente es espacio de memoria, aunque ya no conserva objetos, sino que conserva la presencia sugerida de la artista que encierra su cuerpo. Mediante el acto de encerramiento propone además un enfrentamiento entre quien mira (espectador) y quien reclama ser mirado (artista).

Túlia Saldanha fue una artista muy activa en el panorama artístico experimental portugués vinculado a Fluxus. Participa del movimiento Fluxus internacional en la II Semana del Arte Contemporáneo de Malpartida en abril de 1979 organizada por Wolf Vostell. En los encuentros de Malpartida realiza la performance y concierto Fluxus Oblación [licor amoroso], y la intervención Comidas Portuguesas [Comidas Olvidadas]. También de 1979 es la acción O banquete donde reutiliza los objetos carbonizados de sus cajas. Con motivo de estos encuentros realiza la obra Homenaje a Maciunas (1982), que pertenece a la colección del Museo Vostell Malpartida de Cáceres. En esta pieza sitúa en el centro de Fluxus los márgenes del mismo, uniendo las ciudades portuguesas donde se está desarrollando el arte contemporáneo con su natal Macedo de Cavaleiros y Malpartida, ambas zonas rurales y por ende periféricas pero que cumplieron un importante papel en el desarrollo artístico de Túlia Saldanha y Wolf Vostell respectivamente y en el movimiento internacional Fluxus.

Todas estas acciones muestran el compromiso de Túlia Saldanha con el movimiento Fluxus. Defender Fluxus supone también ampliar los límites de las disciplinas artísticas tradicionales así como romper con el concepto de autoría. En este sentido la práctica colectiva es una constante en una artista que no dudó en diesdibujar constantemente esos límites.
Al final de su vida regresa a la pintura en papel y tela. De esta etapa son especialmente recordadas las acciones pictóricas con el joven artista alemán becado en Porto, Robert Schad, con quien realiza 100 horas a desenhar (Coimbra, 1981) y 33 horas a desenhar (Lisboa, 1983). En estas acciones nuevamente insiste en lo colectivo y en la labor pedagógica del arte.
Túlia Saldanha es parte del movimiento Fluxus, junto a otras artistas presentes en el proyecto WomanArtHouse como Helena Almeida, Esther Ferrer, Yoko Ono o Beth Moysés, todas ellas presentes en la colección del Museo Vostell, espacio en el que presentaremos este proyecto como parte de la Bienal MAV 2020, Mujeres en las Artes Visuales.
